Capítulo 5

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Casamiento y lágrimas.

—No seas testaruda niña.

Insiste desenredando mis manos, las cuales se encuentran empuñadas y enredadas con sus dedos depositandome un papel diminuto en la palma.

Nos encontramos a unas cuadras de su casa.

Después de que fuera a buscar algo en su cocina, la cual se encuentra llena de dibujos de preescolar y fotos de sus sobrinas colgadas en los azulejos y en posts it en la nevera.

Me hizo sentarme en un taburete mientras rebuscaba gasas y hielo.

Cuando recobré un poco el conocimiento lo primero que hice fue levantarme, y correr hacia la puerta.

Necesitaba escapar.

Escapar de él, de su rencor hacia mi... tan solo unos minutos.

Tengo la muñeca enrollada de vendas y gasas hospitalarias sostenida por una cinta de papel, que halló en uno de los cajones de su cocina.

Mientras temblaba como una hoja colocándomela para detener el sangrando.

—Ahórreselo —niego devolviéndoselo, sin ni siquiera leer lo que hay escrito en su contenido.

Necesito irme lejos de aquí y procesar todo esto.

Esto que me supera y me arrastra a un mundo al que no pertenezco ni creo que estando dispuesta podría llegar a pertenecer.

Esto es diabólico.

Diabólicamente peligroso e insólito.

—Es importante —dice entre dientes —Está escrito el …

¿Sigue aquí?

—Cállese. Prefiero no saberlo —exijo interrumpiéndola perdiendo los nervios—Por favor coja el dinero y déjeme.

Sus cejas se fruncen y lástima cubre su rostro.

Lastima. Maldita y persistente en aparecérseme a cada minuto.

—Adaline. Creo que eso no…

Me llevo las manos a la cabeza estrujándome el cabello, presa del pánico y el estrés postraumático que se está alimentando en mi sistema.  

—Buscaré un cura. ¿De acuerdo? — consigo decir soltando aire por la nariz reuniendo algo de paciencia antes de encontrarme con su mirada—Adaline lo encontrará. Si lo hará. Y una vez que el exorcismo o lo que sea que me recete de resultado. Me bañaré durante lo que me reste de vida con agua bendita y cloroformo.

Dios que estoy diciendo.

Alzó la mirada observándola fijamente con los ojos húmedos.

—Agua santificada y termal de esos ríos vírgenes donde residen santuarios y esas cosas—continuo relatándole mientras esta me estudia ceñuda—Si. Luego me casaré con un leñador. Una barbudo y muy gordo. Cocino mucho bacon, lo confieso ¿Comprende? Está bien no me mire así. Lo admito, miento diciéndole que lo frio con aceite cuando lo hago con mantequilla y manteca de cerdo.

—Jesucristo. No cobre suficiente para  también comerme esto. Y aquí sí que no alcanza ni para el de girasol—farfulla.

Me relamo los labios conteniéndome de contarle el resto pero es algo mayor que yo.

 —Me levantaré de madrugada para reunir leña para calentarnos.—prometo y ella maldice por lo bajo— Si. Maximiliano y Sara la necesitarán—hago una pequeña pausa—Son unos niños muy traviesos…Constance juegan durante horas en el frío de la…

Una vez tocado el Infierno Where stories live. Discover now