𝐔𝐧𝐚 𝐠𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚. 𝐔𝐧𝐚 𝐭𝐞𝐭𝐞𝐫𝐚.

104 13 59
                                    

Escuché con atención aquello que Asra relataba, era una historia mucho más complicada de lo que hubiera imaginado, pero explicaba perfectamente toda la rivalidad y guerra entre los tres reinos hasta el día de hoy.

—Harí buscaba las Ayras... —concluí pensativa.

La invasión, la muerte de los reyes, las amenazas crecientes desde entonces, todo se resumía a tres libros que quizá estuviesen ya perdidos o deteriorados.

—Así es —afirmó Asra—. Generaciones después de esta historia, una princesa, descendiente de Duwa y Orpheus, accedería casarse con Hari, el descendiente de Jason, dando así fin a la gran guerra que sus ancestros habían causado. La princesa Navani de Fitore, en verdad se había enamorado de su prometido, quien en un acto de traición, planeó invadir Nadhera y el palacio real, en busca de las Ayras para recuperar lo que clamaba ser suyo por derecho.

Navani... si en verdad amaba al príncipe Harí debió destrozarle el corazón verle asesinar a sus padres y...

—Asra —le interrumpí—. Pero Harí... —tartamudeé un poco sin saber cómo plantear la situación.

—Navani le asesinó con su propia espada después de verle matar a mis padres —afirmó como si supiera ya lo que quería decir.

Tapé mi boca con ambas manos aterrada, no podía imaginar todo lo que la princesa tuvo que pasar, todo lo que ella y sus hermanos habían sufrido con los años, la guerra nos dañaba a todos, así como había llevado a mi pueblo entero a la muerte, también había destruido familias y corazones, incluso dentro de la familia real.

—Fue una noche difícil para todo el reino, los aposentos reales fueron quemados hasta los cimientos, lugar en donde las Ayras habían estado escondidas todo el tiempo, el conocimiento se perdió en su totalidad... O así sería si no fuera por un príncipe —relató lo último un poco más animado, con cierto brillo en su mirar que me hacía sospechar hacia dónde iba su historia—. El más joven de los tres hijos de los reyes de Fitore, quien solía escabullirse por las noches para leer e intentar comprender aquello que se describía en los libros.

—Así que eras tú —concluí asombrada e intrigada.

—Desde pequeño intentaba memorizar lo que en los libros se describía, quería comprobar si todo era cierto, si podía yo mismo crear, aunque sea, la cosa más básica de las ayras. En ese entonces no era más que un niño, por lo que no tenía tanta libertad así que me limitaba a leer. Gracias a eso pude lograr todo lo que ves a tu alrededor —la emoción de su voz y sus gráciles movimientos señalando a su alrededor no hicieron más que iluminar su presencia aún más.

Bien podía imaginarlo por las noches intentando recordar, diseñar y lograr cada una de las máquinas en aquella habitación.



—Si tienes todo el conocimiento de las Ayras ¿No sería peligroso si alguien más se entera? —pregunté preocupada—. Asra, si la guerra se ha mantenido por todo esto ¿Por qué me lo cuentas? Sería demasiado peligroso para ti mostrarle esto a cualquiera.

—No eres cualquiera, Levana, no para mí —replicó—. Este es mi tesoro más preciado y te lo estoy confiando a ti, así como tú me confiaste tu secreto a mí.

Divagué sin saber bien qué decir, al final un simple y temeroso "Gracias" salió de mis labios pues por un momento, en aquella habitación, me sentí como Diwa; descubriendo cada vez más y más maravillas, no gracias a las máquinas, sino a su creador.

✧⋄⋆⋅⋆⋄✧⋄⋆⋅⋆⋄✧


¡PELUSA! —me despertó un estruendoso grito de Meena regresándome a la realidad.

Una Corte de Cristal #PGP2023Where stories live. Discover now