Capítulo 46. ¿Y de quien es la culpa?

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Jacinda fue exactamente la segunda en mirar de reojo a la omega, paso varias semanas espiándola acatando las órdenes del Alfa por lo que verla de esa forma ya era algo que hacía en automático, aun con eso nunca existió ningún interés particular por la Omega, y no es que fuese idiota o le fallara el olfato, porque sí, cada vez que se acercaba al Alfa identificaba el olor de la omega sobre su piel, era más bien que tanto al inicio de la relación con el Alfa como en el presente, le daba igual lo que hiciera. Incluso si eso implicaba a otra loba.

Un caso completamente diferente era que la Omega se metiera con su mate.

La prenda que la omega llevaba era una muy especial.

Ella conocía muy bien el trabajo del delta costurero. Era un tejido que casi nunca realizaba debido a su complejidad.

Miraba cada detalle del suéter y escaneaba con mayor intensidad a la dueña de la prenda.

Las garras de su loba interna empezaron a crecer sin que ella fuese consciente.

— Jacinda... compórtate. — Ese fue su hermano mayor, y el futuro beta de Andru.

Ella hizo retroceder a su loba y sus ojos volvieron a la normalidad.

— Señorita Eunice. — Él lobo que dirigía a la delegación extendió su mano para ayudar a la Omega a bajar los últimos peldaños de la escalera. — Me parece que ya nos encontramos todos Alfa. — Sonrió con una liguera sonrisa indicando al anfitrión que podía iniciar, el lobo era un delta de varios años de experiencia, y si bien no era un beta, tenía la osadía de uno.

— ...

Como suele suceder en todos los ámbitos empresariales y políticos, siempre se enviaba al personal más capacitado para tareas de esta índole, y los grupos que se enviaban a otras manadas no eran la excepción, siempre eran los betas más agiles y fuertes los que representaban a sus manadas acompañados o no del Alfa en turno o del sucesor.

Desde la llegada de delegación de Ater, Prisco solo ocultaba su expresión de sorna.

¿A quién se le ocurrió semejante idea?

Un delta como el Líder de la delegación, a parte de otros 4 en el grupo general, 3 omegas sin contar a la desvergonzada que se alojaba en su casa, y una criatura con aspecto de mujer extravagante.

Un total de 15 lobos y más de la mitad era de clase baja.

Constantine definitivamente había perdido la razón.

Lo único que Prisco no desdeño fue a los 7 betas que poseían un aura poco común.

Por lo que no fue extraño que en lugar de responderle al delta mirase hacia el beta más fuerte del grupo, esperando las palabras de él y no del delta.

Este beta por el contrario miro al Alfa con una mirada desinteresada por un segundo y la regreso hacia el Líder de la delegación, expresando que no era con él a quien debía dirigirse.

Por supuesto que esta acción hizo molestar al Alfa, sus ojos inquisitivos miraban al beta con intensidad, pero ni así hizo cambiar de actitud al lobo, y esto tenía una razón, porque curiosamente este beta era uno de los tantos lobos de Ater que se habían unido a un miembro de Elpis, es decir, a una pequeña y adorable Omega. Claro que no iba a soportar a uno de los responsables por los cuales tuvo que separarse de su pequeña omega aún más cuando estaba a la espera de su primer cachorro.

El delta entendió de inmediato los pensamientos del Alfa por lo que opto por un camino diferente.

— Luna, toda mi gente ya está reunida, ¿Por qué hacernos esperar más? — El líder dijo con calma y con la misma sonrisa que en ningún momento vacilo, esta no era la primera vez y estaba seguro de que tampoco sería la última en que lo desdeñaran de tal forma.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant