Capítulo 22. Verde

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Me sorprendió que la omega pelirroja haya aceptado el seguirnos. Entro en la cueva transformada en loba y con tres cachorros. Pretendía ayudarle a llevarlos, tres pasos hacia su dirección y gruñidos se escucharon. No solo fue porque me había acercado a su refugió sino también cuando me acerqué a los cachorros. No los logre ver bien y ella no me dejaría hacerlo de nuevo.

Mi corrida no fue especialmente rápida, pero ella no tuvo problema siguiéndome, su pelaje me recordaba al mío la primera vez que me transforme, maltratado. Nadie dijo palabra hasta que llegamos a mi casa.

Al llegar a Elpis algunas personas nos saludaron, por supuesto manteniendo su distancia, ante todo siempre cuidando que las nuevas integrantes estuvieran tranquilas. Agradecí enormemente esto. Ella no gruñiría. Nunca conocimos a una omega que fuera tan territorial como la pelirroja atrás mío.

La pelirroja miraba con asombro el pueblo y también con gran desconfianza. Una sonrisa salió de mis labios. El pensar que tanto había cambiado, cuando llegue aquí tal vez no era menos que un fantasma, todo era gracias a...

Detuve mis pensamientos de forma abrupta, no podía desviarme.

No era de las que daban posada. Pero debido a que la bruja hizo un juramento y yo había estado con ella y aparte tenía espacio de sobra ese asunto no se discutió.

— Esta es mi casa. Pueden sentirse cómodas vivo sola.

— ¿Si vives sola porque tu casa es tan grande?

— Porque yo no la construí, fue un regalo de las personas de aquí.

Quería que hacerle saber que tipo de comunidad era Elpis. Su mirada de que yo estaba diciendo cosas sin sentido de verdad era divertida. No la culpaba.

El instinto lobuno incita a muchos licántropos a construir ellos mismos su casa. Por lo que alguien más construya tu hogar a su parecer era estúpido.

— Supongo que deseas una sola habitación

— Sí

Ciertamente no se alejaría de los cachorros. Y ahora que estaban debajo de su lobo pude observarlos mejor. Dos pequeños con edades similares, y una bebé. Ya caminaba por su cuneta tomada de la mano de los otros dos.

No supe si había sido inteligente o estúpida al salir de una manada con semejante responsabilidad.

«Mierda...»

Lo estaba haciendo de nuevo.

Mis pensamientos viajaban a ella.

Una respiración onda «La casa.»

Debía enseñarles mi casa y lo básico para que se bañara. Los cachorros no estaban en tan malas condiciones, no se veían desnutridos y la ropa que levaban era pasable. Ella era el problema solo un intento de manta blanca cubría su parte superior del pecho y las caderas.

Los cachorros no tardaron en sentirse a gusto olfatearon todo desde la puerta la cama y las cortinas. Por naturaleza los cachorros son curiosos cuando no se sienten amenazados, me alegraba que ellos tuvieran esa confianza.

La pelirroja al verlos dejo de fruncir tanto el ceño me pareció ver un destello de ternura, pero no, su mirada para mí no cambió.

Shirley no nos siguió hasta la habitación que iba a hacer para ellas, y para cuando me iba a dar la vuelta para ir por las toallas, productos de higiene, colchas y sabanas, ella ya las traía flotando.

Una sonrisa descarada de nueva cuenta estaba en su cara. No sé porque aun me sorprendía. Ella de seguro adivino todo de mi casa.

— Les conseguiré ropa mientras se dan un baño.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora