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Conocí a Kiara en una tienda de donuts en el centro de Epione. En esa época yo era un vigilante de seguridad, y trabajaba el turno de 7 p.m. a 7 a.m. Cuando aparecía mi reemplazo por las mañanas, guardaba el arma y uniforme en mi casillero, vestía mi ropa de diario, y a pie me iba a la tienda de donuts que quedaba a un par de cuadras a desayunar.

Un día, mientras pagaba, ella me tocó el hombro y dijo: ¿Por favor, podrías cambiarme un billete de cincuenta? A esta hora nunca tienen vuelto.

Tal vez, dije, rebuscando en mis bolsillos. Conté el dinero y se lo di.

¡Eres todo un amor!

De tanto vernos comenzamos a sentarnos juntos y a conversar. Un día le pregunté: ¿Por qué siempre pagas con billetes de cincuenta?

Y frotándose la nariz Kiara me respondió alegremente: Porque con eso me pagan, querido.

Saliendo de la tienda una mañana ella me dijo: ¿Qué vas a hacer ahora?

Nada.

Fantástico. Vamos a pasear.

Había un parque cerca y anduvimos tranquilamente por los jardines. Kiara suspiró. Sabes, me alegra no tener que ir a casa en seguida después de trabajar, tan sólo para dormir. Y este parque es tan acogedor. ¿No te parece?

Tiene su encanto.

Por acá hay un montón de cosas que podemos hacer juntos antes de irnos a dormir...Visitar el mercado japonés, la tienda de mascotas, podemos ir a la calle Karakara y ver el graffiti, husmear en las tiendas de un dólar. ¡La vida debemos disfrutarla al máximo!

Al poco tiempo, estábamos durmiendo juntos. No siempre nos veíamos, pero cuando lo hacíamos,  nuestras noches de pasión eran legendarias.

Una tarde en Stubbies Kiara puso su brazo alrededor de mí. Estaba bastante ebria pero alegre. Nos llevamos tan bien, dijo, ¿lo sabías?

Nos llevamos a la perfección.

¿Ya te has imaginado...tú y yo...algún día...como una pareja de verdad?

La idea me ha cruzado la mente.

Sabes, estaba en el trolebús, viniendo acá, y justo me puse a pensar en eso...en cómo sería si tú y yo fueramos enamorados.

¿Y cómo sería?

Como ahora...Sólo que después...

¿Qué?

Nada...mejor olvídalo.

Vamos, dime.

Después...creo que sería muy complicado, Ryan.

¿Por qué?

Porque en algún momento, pensé, tú te ibas a querer casar conmigo...Así que comencé a imaginarme la situación. Tú bajando sobre una rodilla, con un lindísimo anillo de compromiso, pidiendo románticamente mi mano en matrimonio...Pero por más que lo intentaba...no conseguía darte el "sí".

Kiara se puso a llorar. Lo siento mucho, Ryan. Pero te vas a tener que quedar soltero.

Creo que ya bebiste demasiado.

¿Te estás riendo de mí? No quiero que te rías, Ryan. No es gracioso. Es un asunto serio. Se supone que yo te debía dar el "sí". Pero mi imaginación simplemente se rehusaba. Me decía que no había sentido en que me case contigo, o con nadie, porque soy un clon, y voy a vivir poco. Ay, Ryan, ¡odio que mi vida tenga que ser tan corta!

No eres la única con ese problema, dije y la besé en la frente. Vamos, te voy a llevar a tu casa.

Ni bien llegamos, la chica se tumbó sobre la cama, y se puso a roncar. Le quité los zapatos, la cubrí con la frazada, apagué las luces, cerré el apartamento con llave, y pasé la llave por debajo de la puerta. Al día siguiente, Kiara no recordaba nada de lo que me había dicho, y yo jamás se lo volví a mencionar.

Por un tiempo nos dejamos de ver. Ella había empezado a trabajar como danzarina en un club nocturno, y con el dinero adicional que estaba ganando, se mudó a un apartamento más grande lejos del centro, y adoptó a un gato. Por mi parte, yo había comenzado el curso de investigador privado. Estudiaba por las mañanas, aprendiendo técnicas de observación, detección, vigilancia, y cómo entrevistar a clientes y testigos. Los fines de semana me entrenaba en maniobras evasivas y persecución en auto. Entre mi trabajo y el curso, estaba durmiendo tan poco, que todos los días se habían fundido en un enorme lunes que parecía no tener fin.

Una tarde de lluvia yo hacía push-ups en mi sala cuando Kiara envió un mensaje de texto pidiéndome que fuera a verla urgentemente.

Cuando llegué, la chica se puso a llorar angustiada. Naranjito, dijo, ¡se ha perdido!

¿Naranjito tu gato?

Ryan, tú eres un detective privado...Quiero que lo encuentres.

Primero, todavía no soy un detective. Y segundo, mi entrenamiento no cubre gatos.

¡Ayúdame, Ryan! ¡Por favor!

Está bien, está bien...¿Ya lo has buscado por el edificio.?

¡Sí, y no está en ningún lugar!

Ve por tu impermeable, le dije. Vamos a buscarlo por el barrio.

Kiara regresó vistiendo un impermeable rosado transparente con capucha, y me entregó un paraguas. Salimos a la calle y caminamos bajo la lluvia gritando el nombre del animal. Después de hora y media sin tener éxito, ya estábamos a punto de darnos por vencidos cuando de pronto, oí unos maullidos a la distancia. Alzando la vista lo pude divisar en lo alto de un árbol aferrándose a una rama. El gato estaba atemorizado y empapado de pies a cabeza.

Ahí, le dije a Kiara.

¡Mi pobre angelito! ¡No puede bajar!

Nos apresuramos hasta el árbol y trepé.

¡Ten cuidado! gritó Kiara. ¡No te vayas a caer!

Me senté sobre la rama, metí la parte de abajo de mi casaca en el pantalón, puse al gato dentro de la casaca, y cerré el zipper. Bajé lento y con cuidado y Kiara recibió al animal en sus brazos. Mi amor, dijo besándolo, no le vuelvas a hacer eso a mamá.

De vuelta en el apartamento Kiara hizo que me quitara las ropas para ponerlas en la máquina de secar. Mientras mis ropas secaban, hicimos el amor. Después, ella se puso de pie, buscó su bolso, y regresó a la cama con un billete de cien en la mano.

Aquí tienes, dijo. Por tus servicios profesionales.

¡Cómo amante!

No, bobo. Como detective privado. Una vez leí que un profesional sólo se vuelve "profesional", cuando le pagan por su primer trabajo... Me besó y dijo: Ryan Conrad, a partir de hoy, ya eres un detective privado profesional.

Humanos ArtificialesWhere stories live. Discover now