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La mansión de Hadeano Harlow era imponente. El exterior era de marmol blanco, con enormes ventanales de vidrio oscuro, y grandes tejados a cuatro aguas. Cinco acres de jardines y árboles rodeaban la propiedad, mientras que una gran fuente al estilo clásico decoraba la entrada.

Estacioné el auto al lado de la limusina negra de Harlow y bajé. Sus hombres de seguridad me siguieron con la vista mientras subía las gradas hacia la puerta.

Un mayordomo me recibió y pidió que lo acompañara. Atravesamos un gran salón con estatuas y cuadros e ingresamos a una sala de estar con paneles de madera, alfombras de lana, y sillones de cuero. Harlow estaba sentado y viéndome se puso de pie.

Señor Conrad, por el teléfono me dijo que tenía noticias.

Le traje esto, dije entregándole un par de fotos.

¡Es ella! exclamó.

Fueron tomadas en la calle Kuini, en el distrito comercial. La primera es del circuito cerrado de una tienda de ropa. La otra de una cafetería.

Espléndido, señor Conrad. Espléndido. ¿Cuándo cree que dé con su paradero exacto?

En un par de semanas diría yo.

Excelente.

No obstante, hay algo que me preocupa.

¿Y qué es eso?

La relación entre usted y su hija.

Pero cómo se atreve. ¿Qué tiene que ver eso con la investigación?

Tiene mucho que ver, señor Harlow. Juzgando por esas fotos, ella está bastante feliz alejada de usted. En el momento que usted sepa dónde está y vaya a verla, es probable que la chica huya de nuevo, y todo esto habrá sido en vano.

Eso no sucederá. Se lo aseguro.

¿No estará pensando llevársela a la fuerza?

Lo que yo haga con mi mujer no es de su incumbencia, señor Conrad. No lo he contratado para que resuelva mi relación con ella. ¡Sino para que la encuentre!

Dirá "hija", señor Harlow.

¿Cómo?

Usted dijo "mi mujer".

E- eso mismo. Encuentre a mi hija...Y ahora le voy a pedir que se retire. Tengo muchas cosas pendientes.

Lo que usted diga. Seguiré buscando...a su hija.

Humanos ArtificialesWhere stories live. Discover now