22.

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Era un restaurante pequeño pero acogedor. Las paredes eran de ladrillos rústicos y las mesas estaban cubiertas por manteles de algodón blanco que les daban un aire de elegancia.

Pedimos dos platos de tallarines frescos con ragú de frattaglie, y mientras aguardábamos, le comenté a Kiara: No entiendo cómo pudo renunciar a una vida llena de lujos, para mudarse a Epione. Al final de cuentas, esta es una ciudad de marginados.

La chica es un clon...como nosotros. Puede que aquí se sienta en casa.

Que sea un clon no es motivo suficiente. Nadie tan rica huye de su hogar así porque si.

Kiara bajó la mirada. Quizás...

¿Quizás qué?

Algo malo le ocurrió.

¿Malo? ¿Malo cómo?

Kiara respiró hondo y dijo: Algo terrible para una mujer. Tan terrible, que después de pasar por algo así, muchas no quieren vivir. O si desean vivir, lo quieren hacer muy lejos...Lo bueno de Epione es que acá, cualquier chica artificial puede comenzar una vida nueva...aunque no sea la más perfecta.

Con la servilleta de tela Kiara se secó las lágrimas de los ojos.

Lo siento si mi pregunta te incomodó.

Ya se me pasa...no te preocupes...

En ese momento el camarero vino con nuestros platos. Tagliolini con ragù di frattaglie, anunció en italiano. ¡Buon appetito!

Al ver la comida Kiara sonrío. Viste como ya estoy bien, dijo.

Después de almorzar llevé a la muchacha a su apartamento y regresé a la oficina. Durante el trayecto estuve pensando en Madison y en la pelea que habíamos tenido anoche. Me estaba sintiendo mal, y quería hacer las paces.

Trabajé el resto de la tarde, hasta que Mayara llegó.

Ese fue un viaje rápido, dije. ¿Qué averiguaste?

Mirándome con incredulidad Mayara dijo: Que Madison Harlow...no existe.

Humanos ArtificialesWhere stories live. Discover now