- Indefenso -

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Indefenso era como Ace se sentía en estos momentos. El tener a gente que te amaba era algo tan malditamente nuevo, teniendo en cuenta que no pudo disfrutar realmente de Luffy y Sabo. No quería abrirles su corazón, pero habían demostrado ser muy buenas personas dignas de confianza, aunque fueran piratas y si tenían que disparar lo harían, y eso a Ace le admiraba.

Era de noche y caminaba lentamente por la cubierta del barco. Entonces sintió como su marca del alma en su espalda empezaba a arder de forma intensa. Era interesante, no le dolía, pero era como si lo estuviera empujando hacia algún lugar. Ace miró a todos lados y vio una puerta ligeramente entreabierta.

Se encaminó hacia la puerta oscura y encendió sus hombros para poder ver mientras se acercaba. Cuando su mano estaba en el pomo de la puerta, sentía en sus oídos el propio sonido de su corazón, galopando en su pecho como loco.

—Solo a ti se te ocurre meterte en un cuarto oscuro desconocido —Ace se habló a sí mismo mientras tomaba oxígeno por su nariz. Tenía que ser sincero, desde el incidente la oscuridad lo ponía un poco nervioso. Empujó rápido hacia adentro y se iluminó por completo para iluminar la habitación.

Sintió una explosión de emociones saltar en su pecho; sus ojos ardían y sentía que quería llorar mientras temblaba. Una respiración ruidosa y temblorosa entró en su nariz, mientras su propia marca del alma lo incomodaba, así que se quitó su camisa amarilla dejando que el aire la golpeara.

Era una sala de navegación...

Era antigua. Es decir, sabía que los Barba Blanca no eran expertos en navegación, pero esto estaba casi completamente abandonado. Ace se acercó a un mapa muy mal hecho y rió levemente. Se notaba que los "navegantes" se habían esforzado en mantener el Moby a flote, pero esto no era su fuerte. Claro que no, Ace lo sabía. Él y su tripulación eran los navegantes, aunque tenía que admitir que habían hecho un buen trabajo manteniéndose con vida.

—¿Viendo el trabajo de tus hermanos, hijo? —Ace casi saltó del lugar en el que estaba parado.

—¡Casi me matas de un paro cardíaco! —Ace se apoyó sobre la mesa con la mano en el corazón mientras el hombre aprovechaba para apreciar bien el tatuaje que brillaba en la espalda de su hijo menor.

—Es hermoso, hijo —Ace se sonrojó y se dio la vuelta bajando la cabeza. No quería que vieran su tatuaje; se sentía muy indefenso ahora, pero no podía ponerse la camisa porque se vería como un niño tímido y él no lo era. No se avergonzaría así.

—No soy tu hijo —casi masculló y el gran hombre suspiró. Ya solo faltaba un mes para que Ace tuviera total libertad de irse a donde quisiera sin su protección, y eso significaba peligro total para Shirohige. Sabía que Ace se podía defender, pero prefería mantener a sus hijos aquí, a su lado bajo su protección, lejos del peligro y llenos del amor familiar que eran capaces de otorgar.

—Ace, vamos a hablar, hijo —Ace suspiró.

—¿Cuándo vas a dejar de decirme hijo? —cuestionó al hombre que se sentaba en una silla preparada para él en esa habitación, mientras revisaba algunos mapas y lápices hechos para la navegación.

—Nunca. Eres mi hijo, Ace. Aunque navegues al otro lado del mar, siempre tendrás un lugar aquí, como mi hijo, como un hermano —Ace miró a los ojos del hombre; pura verdad se veía en sus ojos, y Ace pasó saliva por su garganta nervioso ante la mirada paternal del hombre.

—¿Por qué, papá? Quiero decir, hay muchos lugares del destino donde son compañeros, amigos, pero tú quisiste ser papá, Oyaji y ellos tus hijos —Ace preguntó suave mirando al piso.

—Siempre quise una familia propia. De donde venía, no había nadie que les enseñara a los jóvenes cuáles eran los mejores caminos a seguir. Luego partí como un pirata decidido a formar una familia. Conocí a Marco y lentamente a cada uno de mis hijos. Primero todos florecían ya dentro y cuando crecimos, llegaron chicos como tú, que floreció antes de llegar a nosotros. Estaban destinados a ser mis hijos, hermanos y almas gemelas, parte de la familia —Ace sentía que quería llorar. ¿O estaba llorando?

—Uh —En realidad sí estaba llorando, se sentía acogido y se alejó un poco cuando el hombre más fuerte del mundo lo empujó contra su pecho dándole un abrazo paternal.

—Ace, está bien ser amado. Te mereces ser amado —Ace casi se atragantó, pero se mantuvo ahí. No se sentía tan mal, no era malo, en realidad se sentía... bien.

—Me voy a quedar... Pero no te voy a decir papá... —Shirohige sonrió, poco a poco todo se podía volver posible.

—Está bien, hijo. Poco a poco te acostumbrarás —Ace sintió electricidad recorrer su cuerpo y casi chilló cuando la palma de Barba Blanca cubrió su espalda tocando su marca.

—Oye, oye, déjala en paz —casi siséo separándose del hombre.

—Solo pensaba que tenemos que rellenarla para demostrar que eres parte de la familia —Ace se sintió incómodo ahora, él y su enorme bocota de fuego.

—No, está bien. Yo no sé absolutamente nada —Ace se hizo el loco y miró para otro lado. No iba a tener esta conversación ahora.

—Poco a poco, hijo. Poco a poco —Ace sintió un nervio en su espalda, como si el hombre estuviera planeando alguna maldad contra el pobre de él.

—Disculpa, pero realmente odio las agujas. Hacer un tatuaje mediano me costó más de 5 días de llanto y preparación mental —Ace se sonrojó ante su sinceridad, pero el hombre no dejaba de sonreír de manera extraña. Algo estaba tramando.

—Bueno, hijo, podemos esperar —Ace suspiró y se despidió en silencio con un asentimiento de cabeza. Se encaminó a su habitación y cuando llegó, se lanzó a su cama y de debajo de la cama sacó a Molly, un peluche con fruta del diablo que tomó la forma de Oyaji. Se sentía bien pensar en él como Oyaji. Tenía un papá, pero no lo diría en voz alta.

Marino a fuego lento [Terminada][Corregido]Where stories live. Discover now