CAPÍTULO 34: MUERTO EN VIDA.

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Imani no podía creer las barbaridades que acababa de oír, estaba que echaba fuego en la boca.

Su rostro estaba distorsionado por la ira, no obstante, cuando llegó en su casa fingió tranquilidad.

Su rostro volvió a la normalidad, y se aguantó su coraje.

Al entrar en su casa, encontró a su familia que estaba poniendo la mesa para la comida.

Cuando ellos la vieron entrar, los más pequeños junto con Kenia fueron a saludarla.

—Mamá.

La abrazaron.

Eran dos niños junto con Kenia, los demás hermanos ponían la mesa.

—Os habéis portado bien, durante mi ausencia?

Ella les mostraba una sonrisa cálida, por lo menos el rostro de sus hijos, hacían que el coraje disminuyera.

—Sí mamá.

Respondieron todos casi al mismo tiempo, se les veía muy alegres.

—Es hora de comer —dijo el padre.

El más pequeño de los hermanos, que rondaba los cinco años, le agarró la mano a Imani.

—Mama vienes con nosotros?

Su hijo se veía muy animado, y emocionado al mismo tiempo. Ya que su madre llegó más temprano en la casa, para así poder comer en familia.

—En la cena os acompañaré, ahora quiero descansar. De acuerdo?

Le dió un beso en la frente, después se fue.

Debido a lo que ocurrió hace poco, no tenía estómago para digerir la comida.

Seguía muy molesta.

Kenia y sus hermanos volvieron a la mesa, y se sentaron al lado de sus hermanos.

—Empiecen a comer sin mí.

El padre de Kenia estaba preocupado por la reacción de su mujer, sentía que algo no andaba bien.

—Está bien, papá —respondió el hijo mayor.

Naim abandonó el comedor y fue a su habitación.

Ahí encontró a su mujer que no paraba de refunfuñar.

—Qué ocurre, porqué esa cara?

Imani se giró, ya que le estaba dando la espalda.

—Nunca debimos permitir que ese alfa se quedara con el joven, es un ser despreciable como todos los alfas.

Su rostro se puso más sombrío, y su coraje solo crecía más y más.

Sentía que explotaría en cualquier momento.

—Calma calma, a qué viene todo esto?

Ella abrió sus ojos de par en par, su boca estaba ligeramente abierta.

—Que a qué viene esto, a qué viene...?

Se giró mirando hacia otro lado, dándole la espalda a su marido.

Estaba indignada.

—Qué pasa cariño? Me estás preocupando.

Él se acercó a ella, para que le dijera el motivo de su cólera.

—Pasa que dejamos a ese joven en manos de un violador, eso pasa.

Gritaba eufórica, y Naim no podía creer lo que oía.

—Violador, estás segura de lo que dices?

Estaba totalmente asombrado.

—Si no lo estuviera no te lo estaría diciendo, y el muy cínico lo niega.

MALDITO.Where stories live. Discover now