CAPÍTULO 23: LA VERDAD DEL MISTERIO.

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—Qué...perseguidas?

Héctor tragó saliva, estaba intentando asimilar lo que acababa de oír. Luego volvió a preguntar para asegurarse que lo que acababa de oír fue un error.

—Has dicho que son perseguidas?

Su rostro estaba sombrío y pálido al mismo tiempo, lo mismo se podía decir del rostro de Dennis.

Ambos estaban tan asombrados que sentían que era un mal entendido, o algún error.

Kenia bajó la cabeza, asintió mientras decía.

—Todos en el pueblo les tienen miedo...dicen que son fantasmas. Mamá suele ir a ayudar como enfermera en el lugar donde les cuidan, y les protegen...ya que les suelen matar, y los que sobreviven quedan con problemas de cabeza y cuerpo.

En realidad lo que Kenia quería explicar era que quedaban con secuelas mentales, o psicológicas. Además de que muchos solían ser mutilados, perdiendo alguna pierna o mano que suelen vender en el mercado negro.

Al ser Kenia demasiado joven, no era muy buena explicando con palabras difíciles para ella. Por eso dijo problemas de cabeza y cuerpo.

Cualquier parte del cuerpo de los albinos solía ser vendido en el mercado negro, incluso los genitales eran muy valiosos.

Los que más solían beneficiarse eran los ngungang o en la traducción al español serían los curanderos, también llamados brujos.

Como ya se mencionó anteriormente, partes de los cuerpos de los albinos, eran muy valiosos para sus rituales sobrenaturales.

Héctor sentía zumbidos en sus oídos, era como si ya no fuera capaz de oír lo que estaba diciendo Kenia.

Mientras que Dennis todavía estaba asimilando toda esta información, era como si le hubieran tirado un cubo de agua fría encima.

Nunca se imaginó que estas cosas pasaran.

—Aunque todos en el pueblo les tienen miedo, mamá y papá dicen que no hay porqué...pero como nunca había visto uno real hasta ahora, me sorprendí mucho.

Pese a las enseñanzas que le dieron sus padres de no tenerle miedo a las personas albinas, pues eran seres humanos, sólo con la diferencia de la cantidad de melanina que poseían.

Eso era lo único que tenían diferente, pero por lo demás eran como cualquier ser humano, y no un extraterrestre o un fantasma como pensaban otros.

Era imposible para Kenia no dejarse influenciar por las opiniones de los aldeanos, por lo que inevitablemente ella también comenzó a tenerles miedo, sin saber el porqué.

En la cabeza de Héctor no paraba de aparecer la imagen de Leo pidiendo ayuda, su cuerpo lastimado y el terror en sus ojos.

Sólo con acordarse de ello sentía que le hervía la sangre.

Apretó su puño derecho con fuerza y golpeó la pared con fuerza. Su mano quedó lastimada y enrojecida por el golpe.

Ese dolor que sentía en su puño no era nada comparado con lo que pudo haber sentido Leo, odiaba no haber podido aparecer antes y evitarle ese dolor.

No le conocía, nunca le había visto en su vida, y nunca había sentido esto por alguien hasta ahora.

No entendía porqué se sentía así, pero estaba muy molesto con la gente que le hizo todo eso, y consigo mismo.

Lo único que pensaba ahora, era que quería protegerle y hacerle feliz.

En la habitación reinó el silencio después de ese fuerte golpe, hasta Kenia pensaba que había hecho algo malo.

MALDITO.Where stories live. Discover now