CAPÍTULO 33: VIOLADOR.

14 2 1
                                    

Era de noche, Leo estaba huyendo con su madre y su hermana mayor en un bosque que parecía no tener fin.

Cada vez más oía los pasos de los cazadores, y más miedo sentía.

—No tengas miedo, mamá te protegerá.

Leo asintió, creyendo en las palabras de su madre. No obstante, en poco tiempo fueron rodeados por varios cazadores.

—Leo ponte detrás de mí junto con madre —gritó su hermana Sara.

Quien estaba a la defensiva, gruñendo a quienes se querían interponer en su camino.

Leo obedeció a su hermana, él y su madre se colocaron detrás de ella.

—Jajaja...de aquí no saldréis vivos —gritó uno de los cazadores.

Se le veía eufórico y feliz.

Uno de ellos fulminó a Leo y su madre, ya que ambos eran omegas, después gritó con furia.

—Ahora.

Dos machetes salieron volando en el lugar donde estaban Leo y su madre, cuando estaba a punto de acabar con ambos, su hermana Sara se interpuso en medio.

Al final el machete dió a su madre en el cuello, matándole en el acto. Mientras que a su hermana en la espalda, por haberle defendido.

—Mamiiiiii.

Leo estaba desconsolado, no podía creer que esta pesadilla se repitiera.

Qué hizo mal para merecer semejante castigo?

Porqué era castigado de esa manera?

Acaso no había sido suficiente con su padre y sus amigos?

Porqué tanto ensañamiento?

Porqué?

Sara seguía viva, pero no la faltaba mucho.

—Le...o, hu...ye...

Su hermana hablaba con mucha dificultad, derramaba lágrimas mientras la sangre brotaba.

Su madre estaba sin vida en el suelo del bosque, al igual que Sara.

Leo puso el cuerpo empapado en sangre de su hermana en su regazo, lloraba suplicando.

—No te mueras... por favor no me dejes sólo.

Ahora que su madre había muerto, solo le quedaba su hermana Sara.

Si ella moría ahora qué sería de él?

Cómo iba a seguir adelante sabiendo que era el causante de semejante tragedia?

Uno de los cazadores agarró el cabello de Leo por detrás, arrastrándolo a la fuerza, ya que él se negaba a alejarse de lo único que le quedaba.

—Soltadme... soltadme...por favor...

El cazador no hizo caso a sus súplicas y lágrimas, le seguía arrastrando. Los demás se reían de su miseria.

Era como ver a un animalito rogar por su vida.

—Jajaja.

No paraban de reírse como si fuera la cosa más divertida, ver sufrir a otros.

Con los tres, era más que suficiente para que se volvieran ricos.

Leo seguía haciendo pataletas para que le dejaran ir junto con su hermana, pero Sara se estaba muriendo.

Con el paso de los segundos veía todo borroso, se mordía el labio inferior por la impotencia.

Quería levantarse y salvar a lo único que le quedaba, pero las fuerzas la fallaban.

MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora