CAPÍTULO 29: CALOR.

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La misma noche que Leo decidió acabar con su miserable existencia, algo extraño le pasó a Héctor.

Desde que había tenido ese pequeño calambre sentía su cuerpo diferente, le ardía como si de fuego se tratara.

Aunque hace poco tuvo su ciclo de calor, pareciera que volvería en cualquier momento.

Él estaba dando vueltas en su cama, incapaz de pegar ojo. No paraba de sudar, y su respiración estaba irregular.

Cada vez más el calor aumentaba, sus feromonas estaban impregnando la habitación en la que había decidido quedarse, ya que Leo se quedó con la suya.

Cansado de dar vueltas en la cama, por el calor que no hacía más que aumentar, abrió los ojos y se sentó encima de su cama

Se masajeó la frente, mientras suspiraba por el calor que sentía, y el malestar que le estaba provocando.

No le quedó más remedio que tomar su supresor.

Los supresores eran medicamentos o inyecciones que utilizaban los alfas u omegas, para así poder suprimir su feromonas y tener una vida normal, sin ninguna molestia.

Abrió el cajón que estaba en la parte derecha de su mesita de noche, sacó de una cajita un medicamento y se lo metió a la boca.

Luego cogió la botella de agua que estaba encima de la mesita, y lo tragó con la medicina.

Para asegurarse de que su celo no le volviera a molestar, se desnudó y se metió al baño.

El agua fría recorría su trabajado y gran cuerpo.

Mientras sentía cómo le recorría, pensaba en ese joven llamado Leo.

Cuando se puso a hacerlo su celo se puso peor que antes, a tal punto que su miembro se puso recto.

—Qué demonios.

No podía creer que estuviera pensando en eso, aunque no quisiera no era capaz de controlar su cuerpo.

Al final aumentó la cantidad de agua e hizo que estuviera más fría que antes, entre tanto murmuraba.

—Cálmate pequeñín.

El agua seguía cayendo, estuvo duchándose durante un tiempo hasta que salió del baño.

Todo su cuerpo estaba muy frío debido al agua fría, pero aún persistía el calor que se negaba a dejarle.

Después de la ducha, se puso ropa ligera, y cuando estaba a punto de intentar conciliar el sueño, se le ocurrió ir a ver cómo se encontraba Leo.

Como era ya muy tarde, todos estaba rendidos en sus respectivos cuartos.

Para no interrumpir el tiempo de descanso de Leo, Héctor decidió caminar de cuclillas, después abrió la puerta de la habitación con sumo cuidado.

Al hacerlo, se dió cuenta que la lámpara de la mesita de noche estaba destrozada al igual que los medicamentos.

Cosa que le asustó, pero lo que más le aterró fue que Leo no estaba en su cama durmiendo como él pensaba.

Cuando se dió cuenta de ello encendió la luz de la habitación, para asegurarse que era su imaginación, que Leo de verdad estaba en su cama, y no se había ido Dios sabe dónde.

Pero por desgracia para él, Leo ya no estaba en su cama durmiendo.

Entonces a dónde había ido?

Había huido?

Cómo pudo haber huido sin que se dieran cuenta?

Su cara estaba totalmente pálida, sus ojos abiertos como si estuviera viendo a un fantasma.

MALDITO.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum