Judas

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Horas antes...

Despertar con una rosa alejó de mi mente la decepción que me producía no encontrarlo con nosotros y revivía la duda sobre irnos a vivir o no con él. No había vuelto a hablar al respecto, tampoco tocó el tema de decorar la habitación. Entendía su situación, existían cosas que ocupaban su cabeza y tiempo.

Por fortuna, Mika no lo recordaba o no estaba interesado de momento en salir de esta casa. Fue él quién se dio cuenta de la ausencia de su padre, al hallar la nota y la rosa roja a un lado en mi cama.

Saltó sobre mí e insistió en que la leyera. Confieso, lo primero que hice fue admirar la caligrafía, pequeña, apilada y en algunos trazos largos. El tipo de letra que sueles hacer cuando no cuentas con espacio, ni tiempo. A los buenos días le siguió el perdón, sin decir las razones de excusarse y el sentido común me hizo imaginar, era por no estar al despertar.

Dejó el visto bueno para que nuestro hijo fuera a la escuela con sus primos y aseguró lo hacía para que no tuviera conflictos con mi hermana. En el buró de la cocina había dejado los documentos que se requerían de su parte y se excusó por no poder acompañarme.

El "los amo" al final de la nota, me hizo sonreír y acompañó desde mi ingreso al baño, hasta que llegué a la cocina. Allí se amplió, Akim dejó nuestro desayuno dándole un toque perfecto a ese amanecer.

Tenía toda la mañana para organizar el cambio de escuela y lo que necesitaba para su primer día. Requería ir a la oficina en búsqueda de mis documentos, pasar por la lista de útiles y comprar ropa adecuada. En resumen, mi día era largo y complicado.

Mika no dejó de parlotear emocionado, Susy y George estudiarían allí, también sus primos y haría nuevos amigos. Nombró de manera fugaz mudarnos a casa de Akim y mencionó la nueva habitación, junto con su deseo de ayudar a decorar. Ver que dentro de poco seríamos una familia, era empañado por mi enfermedad y sus problemas legales.

—¿Iremos con él? —su pregunta me hace regresar a la realidad.

Sigue sin decirle papá. Akim para Mika es "Él, o señor". La figura paterna continúa siendo Sergio, ya Cassy pasó a ocupar el título que le correspondía. Un paso a la vez, no lo fuerces, solía decirme Akim cuando lo recordaba.

—¿Con tu papá? —afirma mordiendo un trozo de pan y esperando por respuesta. —Estará ocupado, lo dijo en la carta.

—¿Y la escuela?

Dejo a un lado los cubiertos y le acerco, el zumo de frutas. Akim no tiene que esforzarse en conocer los gustos en comida de Mika, se asemejaban a los suyos. Con los míos estaba un poco perdido, pero nada que no lograra reponer el tiempo.

En cuanto al temperamento, he descubierto es casi el mismo. Los exabruptos cuando algo no salía como quería, se caía o golpeaba. El buen humor frecuente y las sonrisas. Comportamiento inquieto y la constante correría que le acompañaba. Mika era una copia en miniatura de su padre.

En lo que si tenía conflictos era en las promesas y la educación. Antes de aparecer, la figura paterna que conocía era Sergio y eso no daba muestras de cambiar en mi hijo. Si bien, a Akim poco parecía importarle de momento, de seguir esa condición, estaríamos a puerta de una guerra entre esos dos.

—Iremos los dos.

Mi pequeño afirma bajando el rostro a su plato. De repente, su energía se apaga, el buen humor cesa y el parloteo da paso a un silencio, tenso. Retoma su desayuno sin hacer más preguntas y empiezan a tejerse en mí un par.

—¿No te gusta estar ya conmigo? ¿Tan mala compañía soy? —bromeo.

Alza el rostro de su plato, la tristeza y decepción se cruza por su rostro. Sus hermosos ojos negros están bajos y humedecidos, sus labios apretados impidiendo el llanto. Dentro de poco las lágrimas saldrán, pero, antes que suceda, necesito saber los motivos.

Akim (Saga Angeles  y Demonios #4)Where stories live. Discover now