Adopción

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Una vez se han ido, lanzo todo lo que encuentro al suelo. Golpeo la pared hasta que encuentro el dolor, una vez lo obtengo apoyo la cabeza en ella.

No pude perderla de esa manera, no es posible.

Reclino mi cuerpo en el escritorio y alzo el rostro, no correspondió a mi beso, pero pude sentir su cuerpo vibrar. Es un poco de victoria dentro de una derrota. Permanezco allí hasta que logro calmarme y una vez lo hago salgo a los pasillos.

Los veo ambos a lo lejos abrazados. Debería ser yo quien esté allí, ese niño sería mio y no tendría esos rasgos. Controlando las ganas de ir y llevármela, decido pasar al sitio que me tiene aquí. En las noches es la única hora en que me es posible verla, Ava lo hace en las tardes y la trae Karen, la niñera.

No es una niñera en el sentido extenso de la palabra, es más la persona que le hace compañía y con la que sale cuando lo necesita. Dos mujeres más completaban el servicio de la casa, solo para una niña, Nikolái, y yo rara vez estábamos en ella.

—Buenas noches —saludo al doctor que sale de la habitación en ese instante —¿Alguna novedad?

—Lamento decirlo, pero no —suspiro.

No pierdo la fe en que así sea, me pide pasar al lugar correspondiente, debo cumplir ciertos requisitos para poder verla. La visito todos los días, me gusta hacerlo antes de ir con Ava y así tener un tema de conversación en común.

He pedido investigar el pasado de la mujer que yace en la cama. Lo encontrado está en un folio en la mesa de la oficina, que no es necesario leer. Tengo solo los detalles que me dieron el día que me fue entregado.

Era trabajadora sexual, en un club de propiedad de su padre, la niña solía estar a cargo del viejo. Hasta que un día, por una razón desconocida, su padre la lanzó a la calle y en venganza se llevó a su hija. Ambas quedaron a merced de su abusador y lo que siguió es bien conocido.

El trabajo en la casa de Noah y Jaz, formar la empresa y cumplir con todos los requisitos me agota. Son estos instantes con ella, viéndola y narrando mi día lo que hacen de mantra para liberar mi estrés.

—Hola, cielo —saludo tomando sus manos y como suele ocurrir aprieta mis manos.

Me han dicho que no me emocione, ella puede que en algún momento abra los ojos, y que estos vaguen a su alrededor, reír, llorar, gruñir y agarrar la mano (el caso de zafiro). Nada de aquello es una señal que esté sanando.

El daño cerebral de Zafiro es irreversible; aun así, Ava y yo hemos leído datos de pacientes que han vuelto luego de años, otros se han ido antes de lo que se espera. Ambos queríamos saber un poco más de lo que se nos había dicho.

Ella requería aferrarse a una esperanza y yo deseaba ayudarle.

Estar en coma, es como estar dentro de una caja, hecha a tu medida, puedes escuchar todo lo que ocurre a tu alrededor, a tu familia, amigos, pero no hay manera de que logres comunicarte con ellos. La caja es tan ajustada que cubre tus ojos, labios y cuello, impidiendo cualquier tipo de comunicación.

Es indiferente a lo que le rodea e incapaces de ver o de entender el habla. Sus movimientos no son intencionales. Es lo más cerca de haber perdido sus recuerdos, emociones e intenciones, esas cualidades que hacen que cada quien sea un individuo.

—Mañana tengo reunión con la doctora Dulfs, —comento —me pidió ir a verla, no me dio detalles.

Juego con su dedo índice y sonrío al ver que lo mueve también ¿Cómo pueden decir que no hay esperanzas? Con Ava ocurre lo mismo, con los doctores no. Han notado que solo reacciona a las voces conocidas, eso tendría que ser una señal.

Akim (Saga Angeles  y Demonios #4)Where stories live. Discover now