Truenos.

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Los pasos.

Supe que ella se aproximaba.

Continué con la vista al frente, esforzándome por procesar lo que veía, por encontrarle una explicación.

En verdad esto siquiera necesitaba un justificativo, era ,y si era, no podía deberte a otra cosa que a que los dioses estuviesen de acuerdo.

No me encontraba en posición de discutir sus designios y de mi humildad quedaba lo suficiente para sentirme sobrecogido por su magnificencia.

El choque de acero contra acero fue feroz, sonó a como los dioses estuviesen forjando otra vez sus espadas a base del sudor y la sangre de ambos.

El silbido de su espada al cortar el aire asustó a los pájaros que se dispararon al cielo abandonando sus nidos.

Las pisadas de Nalu dudaron cuando al detenerse a mi lado, el arma de Charlie se detuvo frente a la garganta de Vikas a la distancia de una pestaña. Un leve traspié como el que dio Nalu al detenerse, por parte de Charlotte había acabado con derramando la sangre de él.

Charlotte no bajó el arma y Vikas no se movió.

—Por los dioses —jadeó Nalu a mi lado.

Moví mi rostro en su dirección.

—Tenía que verlo. Todos hablan de ello.

—¿No creías que fuese cierto?

—No es eso, es que con lo que sucedió, bueno, creo en los dioses sin embargo cuando insisten que ha sido bendecida... No te ofendas, Morgan, es que ella no deja de ser un ser humano.

—Y a menos de una semana de entrenar con él, lo derrota cada vez que se enfrentan.

Lentamente, Nalu deslizó su mirada hasta la mía.

—Deberías ponerla a entrenar con alguien más. Dudo que pueda sacar provecho de Vikas, es evidente que conoce cómo pelea.

—Sí, sabe perfectamente donde golpearlo.

—Tal vez alguien más de la doceava quiera —no le permití acabar la frase.

—La entrenaré yo.

Nalu interrumpió sus parpadeos.

—Y luego cuando esté lista, tal vez pueda entrenar un par de veces por semana con la doceava.

—¿No crees que debieras ir con algo de calma? Es muy buena, lo admito, es solo que la doceava no es para cualquiera y tú lo sabes mejor que nadie.

—No será mañana.

—No, estimo que no. Deberías hablarlo con Marrigan antes.

—¿Para qué? El General soy yo.

Nuestra conversación fue interrumpida por el choque que de las armas. Vikas y Charlie se enfrentaban otra vez.

Aquello sonó como un trueno. Un trueno en un cielo despejado que comenzaba a enseñar sus primeras estrellas.

—Es parte de su familia ahora y ella ya tiene una hija en la doceava.

—Marrigan quiere lo mejor para Charlie.

—Pero tal vez no opine que lo mejor para Charlotte sea la doceava. Tal vez ya le haya buscado un pretendiente. A más de uno le entusiasmaría casarse con el título de la casa Brochfael, sobre todo tomando en consideración que no sería un matrimonio muy largo porque ella todavía es humana y...

Enfurecí.

—¡Nalu! —bramé y por el rabillo del ojo derecho vi que Charlie y Vikas habían parado de luchar. Ellos y los demás veían en nuestra dirección.

El rey del dolor.Where stories live. Discover now