Capítulo XV. Más que un error.

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Año 1519, Joseon.

Pabellón del Loto Blanco, zona norte del Palacio de Changdeokgung. 3er año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.




TaeHo negó con la cabeza, incrédulo examinó el rostro de MinTae no una, sino varias veces en busca de algún indicio que le advirtiera sobre la nula veracidad de las cosas que acababa de escuchar.

Pero el doncel en ningún momento había bajado la mirada, ni apartado las orbes de las suyas. Cada palabra la había dicho con seguridad y con una firmeza sorprendente que no le habían dado cabida alguna a la duda y aún menos, a la sospecha.

Aturdido, el Monarca desvío la vista y pasó saliva con dificultad, sintiendo que todo a su alrededor empezaba a tambalearse y que, todas aquellas cosas que alguna vez había creído, desaparecían.

Su visión del mundo, por completo, se acababa de derrumbar. No podía siquiera terminar de procesar quien era en realidad el chico que tenía delante suyo.

Ni mucho menos quien era su padre o la fracción a la que representaba y sus intereses.

—Su Majestad, mi Señor… Por favor, dígame algo— le suplicó MinTae con el pavor comenzando a correr por cada una de sus venas y el corazón, latiéndole al mil por minuto dentro del pecho.

TaeHo se puso de pie, se alejó un par de pasos y volvió a mirar al chico con incredulidad absoluta.

No estaba seguro de cómo sentirse, aunque la inevitable sensación de haber sido engañado y traicionado se estuviese abriendo paso desde su interior con fuerza.

Volvió a negar con la cabeza y rio de forma baja, entre dientes. Era toda una verdadera maraña de emociones la que estaba experimentado en ese momento que no sabía cómo actuar o que pensar al respecto.

Era mucha información que procesar y asimilar. Acababa de enterarse de cosas que se negaba a creer pero que no podía pasar por alto porque el menor, no tenía motivos para mentir engañarle.

Era cierto que, desde la muerte de su padre, los retractares y gran parte del reino, no lo consideraba del todo apto para dirigir Joseon, pero jamás había pasado por su mente que todos ellos habrían de intentar ir por su cabeza y su trono a la primera oportunidad. Ni mucho menos que se aliarían con su más grande enemigo.

Mucho menos, que usaran a un chico para engañarlo, meterlo en su cama y obtener un seguro para deshacerse de su existencia; y aun peor, que él, cayera tan fácilmente, en la trampa de un par de ojos bonitos.

Un par de ojos avellana que tenían preso a su corazón y que lo miraban con arrepentimiento.

—¿Pensaba seguir hasta el final?— cuestionó al doncel, ocultando tanto como podía el hecho de estar más que herido, decepcionado.

MinTae negó con la cabeza y así como estaba, arrodillado se inclinó ligeramente hacia enfrente, haciendo una gran reverencia que sólo hizo que TaeHo, se sintiera muchísimo más humillado.

—Dejé de pensar en ello, desde el momento en que me obsequio mi mar color lila y me di cuenta de que, en su corazón, había más amor del que es común— le aseguro el chico —Todo este tiempo a su lado, aprendí que no es el Rey que se presume fuera de las murallas. Ni el hombre cruel que mi padre me describió.

—¿Y que, debo creerle al hijo de un General Yurchen?— el Monarca se rio, claramente dolido.

Había intentado ser un gobernante indulgente y bondadoso tanto como las circunstancias así se lo habían permitido. Apostado por la innovación y la expansión, pero sobre todo por el bienestar social de todos sus súbditos, sin embargo, aparentemente hacerlo lo había llevado a parecer débil e inútil ante los ojos de muchos, sobre todo de los más altos nobles.

An Arrogant Prince [2min] Where stories live. Discover now