Capítulo II. La decisión del Rey.

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Año 1517, Joseon.

Cocina Real, zona central del Palacio Real de Changdeokgung. 1er año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.





—Algo le falta, prueba un poco, le hace falta sabor.

MinTae obedeció, tomando un poco del líquido de aquella sopa para probarla y frunció el ceño, bastante contrariado al degustar su creación. Negó unas veces, algo le hacía falta aquel guiso para que fuese definitivamente perfecto.

Él tenía la razón.

—¿Qué hicie mal? Seguí los pasos uno a uno. De la forma correcta.

—¿Quizá, un par de especias más? Su sabor es bueno, pero también es tenue.

—Cierto— dejó la cucharilla sobre la mesa, a su costado, sobre un paño y se giró a su derecha.

Observando con atención, cada una de las hierbas ahí expuestas sobre el gran mueble. Tomó entre sus manos, un par de hojas de uno de los tantos cuencos y las echó en la olla puesta sobre el fuego para luego empezar a moverla.

Los pasos suaves de una de las Damas hicieron eco desde el exterior. Lentos y calmos alertando a los dos intrusos en la cocina Real.

—Oh, oh. Alguien viene... Me ocultare... No digas nada de mi presencia, nos van a regañar.

MinTae volteo rápidamente, hacía las puertas a tiempo para ver a una mujer alta ingresar con un farol en la mano. La misma que le observó con sorpresa y una ligera confusión en la mirada.

—¿MinTae?— la Dama Kim irrumpió en la cocina con una sonrisa suave en sus labios —Muchacho uh, ¿qué haces aquí? Deberías estar descansando— le regaño —Es tarde. Casi media noche, si algún Guardia te ve solo, te va ir mal y será un escándalo.

Era ya muy tarde para que alguien se encontrara deambulando en la cocina en esos momentos. El sol, ya se había ocultado, todas las antorchas habían sido encendidas y todo el personal, se encontraba en sus habitaciones, listos para descansar de su larga jornada y renovar fuerza.

—Lo lamento mucho. Dama Kim— el joven sonrió pequeño con un poco de pena y echó un rápido vistazo, detrás de suyo. Buscando con la mirada a él hombre que, desde hacía unos meses, le hacía compañía durante sus largas noches de insomnio. Esperaba no ser descubierto.

—¿Qué es lo que cocinas jovencito?— la mujer se acercó al fuego. Curiosa y miró los ingredientes sobre el mesón. Los que MinTae, había tomado de los diversos almacenes.

—Es solo un poco de Sujebi. Yo quería, mejor mi receta, Dama Kim. Disculpe.

La Dama sonrió: —La sopa favorita del Rey. Me sorprendes.

MinTae asintió.

—Escuche que el Rey... Tenía antojo de ella y pensé que quizá podría hacer un poco, para él— confesó con vergüenza evidente —No es perfecta, pero mejoró cada vez más.

—Ya entiendo— la Dama Kim asintió —Pero debes dejar de cumplirle todos sus antojos, chico. Su Mejestad ya no debería estar comiendo todo este tipo de alimentos. El médico real, dijo que están rotundamente prohibidos. Debe cuidar su salud.

—Es la única forma de agradecerle el que me permitiera quedarme aquí, en el Palacio... — el castaño sonrió suave —Lamento si es que soy un insolente e irrespetuoso. Se que mi comida, no es la mejor, pero…

An Arrogant Prince [2min] Where stories live. Discover now