Capítulo VI. Cita en el Museo.

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Año 1518, Joseon.

Aposentos privados del Rey, zona central del Palacio Real de Changdeokgung. 2do año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.


—Su Majestad. Disculpe...

TaeHo apartó la vista de los informes que tenía al frente y miró al Guardia, que acababa de irrumpir el silencio en el que se encontraba, apenas un par de segundos atrás antes de volver toda su atención al papeleo que todavía tenía pendiente.

Con la amenaza de una latente guerra había mil cosas que revisar y planear, empezando por desarrollar un plan de emergencia aplicable en el caso de que el Emperador Qing, decidiera invadir su Reino. Movilizar tropas del ejército a las zonas de mayor relevancia en la zona y asegurarse, -por tercera vez-, que todas y cada una de las bodegas del Palacio estuvieran llenas por sí era necesario y las reservas, en su límite.

Además de buscar la forma más segura de obtener todos aquellos insumos que su amada Joseon, requería para seguir en pie, sin resentir el bloqueo marítimo al que la gran China estaba sometiendo a su Reino.

La situación, era cada vez más tensa y por más que intentaba mantenerse en calma, ya había empezado a pensar en las posibles consecuencias de enfrentar al Emperador Qing.

No, no estaba siendo un año nada fácil en ningún sentido. Parecía que la mala fortuna estaba asechandole desde que el Príncipe Heredero había fallecido en primavera.

—Hable— pidió, haciendo un ademán simple con su diestra. Esperaba, ya no recibir malas noticias.

—Su Majestad, el joven MinTae ya ha llegado— anunció el joven hombre. Su voz, resonando de forma clara entre las finas paredes del 'Huijeongdang' y en especial en la cabeza del Monarca.

La diestra del Soberano tembló muy ligeramente, provocando que la tinta se corriera de la hoja en la que estaba anotando su reciente decreto sobre la sentencia de los cuatro Ministros, que habían sido acusados de corrupción y encontrados culpables hacia un par de meses de acuerdo a las tres leyes que su padre y antecesor, había estipulado.

Leyes que le habían restado poderío a los funcionarios con cargos públicos y que en los últimos meses había estado mostrando sus frutos. Pues las quejas por parte del pueblo sobre los abusos, eran cada vez menores.

—¿Su Majestad? — el Guardia le miró, -a espera de una decisión de su parte-, para proseguir. TaeHo simplemente se erguio y suspiró.

Había estado pensando en toda esa situación, durante toda la noche y el día, creyendo firmemente que aquello no era para nada una buena idea, -sin embargo-, no se había atrevido, ni si quiera, a revocar su orden y en contra de todo pronóstico. Pese a la gran duda que tenía en la cabeza, había seguido con toda la disposición de recibir por voluntad al joven Lee esa noche.

En su habitación privada, siendo así su primer concubino oficial. Un hecho que sólo era del conocimiento del Palacio Central.

—Haz que entre y reubica a todos los Guardias, lejos de mi habitación. No quiero a nadie cerca... Es después de todo un niño— ordenó.

—En seguida su Majestad— el Guardia hizó una reverencia bastante amplia y se retiró dándole órdenes al resto de la Guardia y oficiales. Y solo entonces, las puertas se abrieron de par en par.

El Rey apretó la tela del gran jeogori marrón, que estaba usando de forma disimulada. Tratando de regular su respiración cuando los pasos suaves se hicieron presentes por el pasillo y unos segundos más tarde, la Dama Kim y MinTae aparecieron ante su campo de visión.

An Arrogant Prince [2min] Where stories live. Discover now