🌺Capítulo veintitrés🌺

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—Papá por favor ve más rápido —ruego y mi madre me golpea en la cabeza.

—No podemos Esteban. Ya vamos al máximo de la velocidad. Tienes que estar tranquilo hijo, Hanna y Alicia están con ella —y aunque sé que tiene razón, aunque sé que estoy perdiendo lo cordura. No me puedo calmar. El trafico no colabora. De alguna manera, todos se pusieron de acuerdo para salir a esta hora.

Mi cabeza no deja de pensar miles de escenarios en donde la vida de Evelyn está en juego. No, simplemente no puedo permitirme que algo que le pase. Miro al frente, decidido a mis acciones, así que de un movimiento rápido saco a mi padre del asiento del conductor y ocupo su lugar.

—Esteban. ¿Qué haces? —pregunta mamá temerosa. Pero no me doy tiempo a responder, pongo la reversa y salgo del trafico atascado. Tomo unas calles -que nunca había visto- y salgo a la carretera trasera y antigua de la ciudad—. Por aquí nos demoraremos al menos una hora en llegar.

Hago caso omiso a sus palabras y aprieto el acelerador lo más que puedo y que esta carretera en malas condiciones me permite. Mis padres van asustados, ya me disculparé con ellos. Ahora lo más importante es llegar al hospital. Y por supuesto nada va a impedirm …

—¿Qué fue eso? —me escucho gritar después del terrible estruendo.

—Creo que reventamos un neumático— las palabras de mi padre hacen que los pelos se me pongan de punta. Eso no es nada bueno—. Bueno, tu reventaste.

—¿Un neumático, reventado? No, eso no puede ser —me lamento, siento como la garganta se me seca y mi voz se quiebra. Siento como la angustia se apodera de mí, dejándome sin respirar.

—¡Esteban Fox! —articula mi madre con un severo tono— deja de comportarte como un niño, eres el heredero y director de una de las mayores empresas del país. Debes estar a la altura. No dejes que un tropiezo te impida llegar.

Asiento a sus palabras y decido tomar una profunda respiración. Me percato de mi celular y hago una llamada. Una llamada de auxilio a la persona que nunca me defraudará.

—Estaré en 15 minutos en donde quiera que estés. Mándame la dirección— fueron las únicas palabras de Ernesto antes de colgar. Y sin dejarme hablar. Entré a mi WhatsApp para mandarle la ubicación en la que me encuentro. Me siento rendido en el asiento de chofer, esperando a que llegue mi mejor amigo. El cual me tiene abandonado por cierta boda y cierta novia. Vale, que yo estoy muy feliz por ellos, ya me dijeron que seré su testigo y claro, no puedo estar más de acuerdo. Según dijeron no quieren que la boda se demore mucho ya que anhelan que mi madre esté presente como la otra testigo y que por supuesto, su enfermedad no esté tan avanzada. Mi mirada se dirige a mis padres, quienes se encuentran en la parte trasera del coche. Mamá juega con su cabello mientras que él disfruta de la sensación que siempre le ha gustado. A pesar de la edad, ellos siempre buscan la manera de sorprenderse uno al otro, y eso es lo que los hace tan unidos.

—Hijo. Mira, por allá viene Ernesto —mi madre señala y mi vista se traslada a donde su dedo indica. Efectivamente, mi mejor amigo se encuentra llegando. Sonrío instantáneamente y me bajo rápido del coche para recibirlo.

—Por fin llegas —golpeo su brazo— dijiste que estarías aquí en 15 minutos y te demoraste como una hora.

Él me mira y luego a mis padres. Cuando sus ojos se vuelven a mi posa sus manos sobre mis hombros y da un pequeño masaje—. Llegué en 10 minutos y tienes que relajarte estás tenso.

Mis padres le dan la razón y luego me dice que llamó a la grúa. Así que nos podemos ir sin problemas al hospital. Subo a su coche y veo a mi hermosa rubita sentada en la parte trasera del coche. Sonrío mientras me estiro para tomarla y poder besar su mejilla. Mi mejor amigo me explica que las tres chicas están en el hospital por lo cual ninguna se pudo quedar con Carla, y que por eso la trajo. Le pregunto sobre el estado de la vendedora de flores, pero sabe exactamente lo mismo que yo.

Llegar a la entrada del hospital solo hace que mi ritmo cardiaco se acelere y una muy rara sensación me recorre la columna. Me detengo en seco justo en la entrada y tomando una profunda respiración la abro y avanzo. El simple olor del hospital hace que se me ponga la piel de gallina, sí, odio los hospitales. No son mi lugar favorito, odio las agujas y todo lo referente a este horrible lugar. Ernesto me muestra el mensaje que dice que se encuentran en el segundo piso, así que subimos al ascensor, y mi mejor amigo cierra los ojos con fuerzas. Le teme desde que se quedó atrapado en uno cuando tenía 7 años durante unas 5 horas. Lo bueno es que se comió la pizza él solo.

La puerta de metal se abre dejándome ver la sala de espera del área de cuidados intensivos y quirófano. Nuevamente el escalofrío me recorre pero avanzo sin darle importancia. Me detengo al ver a las rubias y a la pelirroja una junto a la otra.

—Alicia —mi palabra solo fue un nombre pero ellas al parecer entendieron el de las tres, ya que todas levantan sus cabezas al mismo tiempo y se levantan de la misma manera para llegar a nosotros—. ¿Qué fue lo que ocurrió?

—No lo sé, estábamos en casa, viendo la serie de Stranger Things cuando de pronto ella sintió un fuerte dolor en su vientre y al ver estaba llena de sangre, además de que sangraba por la nariz ojos y oídos. Así que corrimos aquí y dijeron que debían operarla de emergencia. Evelyn aceptó y yo salí para llamarlos a todos al igual que a su padre y hermano quienes no podrán venir hoy por una fuerte lluvia —la pelirroja mueve sus manos agitada y su llanto no cesa, hasta que su prometido la acoge entre sus brazos y tanto él como Carla la abrazan para tratar de calmarla.

—¿Familiares de la señorita Evelyn Quesada?

—Somos sus amigos… su padre no puede venir hasta mañana ¿cómo está? —habla Hanna rápidamente a lo que el doctor niega.

—Lo siento, pero solo puedo darle información a sus familiares.

—Soy su prometido ¿eso cuenta? —todos me miran y me rasco la cabeza mientras me encojo de hombros—. Lo siento, mis amigos no sabían nada, fue algo repentino.

El señor de bata blanca asiente se acerca a mí—. Su prometida llegó aquí con un gran sangrado. Al principio creí que se trataba de un aborto, pero a la hora del quirófano descubrimos una pequeña bolsa de sangre que se encontraba en su interior. Esto se debe a una bacteria… la cual pudo tomar si en algún momento se encontró en un lugar muy húmedo o en mal estado. Dicho parasito se encuentra en su cuerpo. En su sangre, más precisamente, y creó esa bolsa, donde ponen huevos. Ella deberá tomar un tratamiento de un mes aproximadamente. Pero eso lo hablaremos en otro momento. Por ahora debe saber que ella se encuentra fuera de peligro y en unas horas podrán entrar a verla.

Las palabras “fuera de peligro” hacen que mi alma regrese a mi cuerpo y me sienta tranquilo. Doy un par de pasos y me dejo caer sobre una de las sillas. El doctor se marcha y Ernesto se cruza de brazos con una sonrisa burlona.

—¿Con que prometidos no?

—No molestes, era una situación extrema —me defiendo.

—Pero eso no quieta que quieras que sea verdad —se burla Miranda y la fulmino con la mirada.

—Bueno, no lo molesten. Está bajo mucho estrés. Lo bueno es que Eve se encuentra estable y que estará bien.

Mi vendedora de flores. Te prometo que te vas a curar. Pero también se donde fue que te enfermaste, y… me ocuparé personalmente de que eso no vuelva a ocurrir. Porque... un dato que algún día te diré, mi querida vendedora es que... me muero por ti.

La vendedora de flores (Resubiendo)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon