🌺Capítulo seis🌺

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—Si, es una planta super hermosa —la voz de mamá me llega a la distancia en lo que nos acercamos. Evelyn mira con asombro el lugar y acerca su nariz a la palta con flores azules que tiene delante.

—En casa tengo un invernadero y un jardín de aproximadamente 2 kilómetros cuadrados. Por eso vendo flores —explica la pelinegra.

—Vaya, es increíble. Y dime ¿viven solos tú y tu hermano?

—Si, así es —llegamos hasta ellas y ambas nos miran para luego seguir su charla —. Mi padre se mudó y se llevará a Nick en una semana, hace un año y medio y mi madre desapareció después de dar a luz a mi hermano. No tengo idea de donde está.

—¿Por qué no quisiste regresar a tu casa? —me atrevo a preguntar. La veo fulminarme con la mirada y luego mira a mis padres, quienes la observan esperando su respuesta.

—En casa no soy feliz, a pesar de todo, vivo con una tía mandona que me hace Cenicienta. Y además maltrata a Nick y eso es algo que no tolero, ella se marcha a trabajar a las 6:00 p.m. y a esa hora regreso con mi hermano. Por lo general trato de no cruzármela en el camino. Dejo todos mis quehaceres listos para irme al día siguiente antes de que ella regrese.

—Lamento preguntar.

—Si eres un poco entrometido —dice ella y cuando cae en cuanta de sus palabras se avergüenza de ello y sus mejillas se tiñen de un rojo intenso que hace que papá suelte una carcajada.

—Eres la primera mujer que le dice la verdad en la cara. Ya me caes bien.

—Soy tu hijo —respondo cruzándome de brazos y haciéndame el ofendido. La verdad es que la situación me sorprende bastante.

—Si y justamente por eso sé que no te molesta que ella te diga la verdad. Eres un entrometido.

Ruedo los ojos y me siento en uno de los bancos donde mamá observa sus flores cada mañana. Papá se cercioró de que el amor de su vida tuviera todos los caprichos del mundo. La vista es muy bonita y el aroma de las plantas hace que el cuerpo entre en un proceso de relajación maravilloso. Siento a alguien tomar asiento a mi lado y al ver, Evelyn me sonríe y gira la cabeza para poder ver todas las flores.

—Mi padre fue quien me enseñó todo lo que se de flores. Él siempre dice que las plantas son las únicas que saben la verdad de todo y que guardan los secretos que el corazón quiere ocultar a los ojos de los humanos —dice con voz serena. La brisa suave golpea nuestros rostros y levanta un poco su cabello. El sol se esconde por el horizonte y parece una escena de película. Pero que, sin duda, es algo único de admirar.

Evelyn cierra los ojos, supongo que se deja cautivar por el momento y por la paz que se puede sentir en el ambiente. Yo la imito y nos quedamos en completo silencio unos minutos.

—Mi madre dice que, si cierras los ojos y escuchas atentamente, las plantas susurran canciones que nos trae el viento.

—La naturaleza es increíble. Y quienes saben admirarla y comprenderla merecen el cielo.

—¿Sabes? Puede que sea necesario para merecer el cielo, sin embargo, para estar en él, solamente debes apreciar lo que te rodea y quienes te acompañan en ese momento.

—¿Crees estar en el cielo? —la pregunta de la pelinegra me sorprende y la veo girar su cabeza lentamente hasta que nuestros ojos se encuentran y me adentro en ellos. Suelto el aire que sin darme cuenta retengo y asiento con una leve sonrisa.

—Por supuesto que sí —mi voz sale más emocionada de lo que imaginé. Rápidamente desvío la mirada y me rasco la cabeza. ¡Qué vergüenza!

—Eres divertido Esteban —comenta ella. La sorpresa es inevitable—. Nunca me había divertido tanto. En solo unos minutos.

—No he hecho nada especial —me encojo de hombros. Un poco confundido.

—Eso no es verdad. Sabes apreciar los pequeños momentos y las cosas que en verdad importan. Eso habla muy bien de ti y de los valores que tus padres te enseñaron. Aunque, no hay que hacer algo especial para que un momento sea mágico.

No sé qué decir, en realidad no digo nada. ¿Qué se supone que diga cuando una chica me dice semejantes palabras? Vale, el problema no es la chica, sino que es esa chica. Es la chica por la cual llevo un año y medio suspirando sin siquiera saber su nombre y con la cual he pasado dos horas de mi día. Es realmente extraño estar en unas redes que ni ella sabe que tejió. Y no dudo que si... llegamos a relacionarnos más, me enamoraré por completo de ella, caeré sin paracaídas y me lanzaré al vacío sin importarme cuales sean las consecuencias. ¿Será que Evelyn es mi princesa?

(***)

Han pasado tres días desde que Evelyn vino a casa por primera vez, desde entonces todas las tardes ella y el pequeño Nick han pasado horas con nosotros. Hanna, Alicia y ella se han hecho buenas amigas y mi padre y Ernesto me molestan haciendo referencia a la pelinegra. Carla y Nick se hicieron amigos de dormir la siesta juntos, cosa que al padre de la rubia no le gusta nada. Y nos causa risas a los demás.

—Veamos. Usaremos margaritas en la entrada, con algunas rosas y tulipanes blancos —dice Eve mientras nos enseña una pequeña muestra de las decoraciones. Parecen cortinas de flores, pero más pequeñas.

—No me gustan las margaritas —comenta Alicia— quizás solo las otras dos.

—Si, creo que ella tiene razón—habla mamá. Eve asiente y lo anota en su pequeña agenda que ¿adivinen? Es de flores.

—Oye, Evelyn ¿Dónde compras tu ropa? —curiosea Hanna y la pelinegra se sonroja.

—Bueno la verdad es que solamente compro la tela y el hilo. Yo creo mi ropa y la de Nick.

Todos nos quedamos mirándola con asombro a lo que ella responde bajando la cabeza avergonzada. Hanna me mira y sin decir ni una sola palabra corre a ella y la levanta, con su mano hace que Evelyn gire lentamente y al terminar mi prima sonríe.

—Chica, yo quiero que me hagas una prenda —se emociona—, tienes muy buena mano para la costura.

—Gracias, mi abuela me enseño, también se tejer y bordar —vale, creo que con eso se gana toda la admiración de Hanna, y es que mi prima tiene un ojo excelente para las modistas. Gracias a ella Stella tiene tanta fama. Y es que, en sí, la tienda no es de mi prima. Sino de una anciana que no tenía como mantenerla y Hanna se ofreció a ayudar. Los resultados dedúzcanlos ustedes al saber que la tienda tiene reconocimiento mundial.

—Muchas gracias. Me halaga mucho viendo de ti. Pero no soy tan buena y no creo que debas llevar algo mío. 

La vendedora de flores (Resubiendo)Where stories live. Discover now