🌺Capítulo nueve🌺

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Hoy es 30 de abril, el día de mi viaje. Y para mi desgracia, cuando debo alejarme de Evelyn. Los pongo al tanto de lo que a ocurrido estos días.

Primero que nada, al día siguiente de que la pelinegra se fue a vivir con mi prima su padre llegó a buscar al pequeño. Ella a penas y le dirigió la palabra, su padre le aseguró que podrá ver a Nick las veces que ella quiera. Y, además, le regaló un celular. ¿Adivinen quien tiene su número? Bueno, después de eso la pobre Evelyn se pasó dos días como un cuerpo sin alma, mamá le mandó unas galletas de nueces y aun así su estado de animo no mejoró. Hanna y Alicia la llevaron a un spa, allí pasaron un fin de semana. Y debo decir que a Ernesto y a mi nos mató la curiosidad de saber que hablarían ellas tres solas entre manicura y procesos de relajación. Y debo decir que la amistad de esas tres creció considerablemente. A su regreso, siguió con su trabajo para la fiesta de la empresa y me fue mostrando los avances del trabajo. Debo decir que es sumamente increíble. Mamá está muy emocionada por la llegada de 5 de junio. Un día, la invité a salir y ella aceptó. ¿Puedo decir que fue la mejor tarde de mi vida? Porque si no es así no seguiré contando lo que ocurrió y me doy de baja de narrador y ustedes no sabrán como quedamos al final. Ok, prosigo.  Bueno, fue la mejor tarde de mi vida; la risa de esa chica si duda es mejor que el canto celestial y las voces de las sirenas juntas. Su conversación fue tan entretenida. Evelyn es una chica con la cual cualquier tema de conversación es interesante, con ella hasta un cementerio es buen lugar para una cita. Ojo, nunca llevaría a una chica -menos a Evelyn- a una cita en un cementerio.

Pero ahora, ahora nos alejaremos durante tres días. No es mi culpa, créanme que lo que menos quiero es dejarla sola, porque sí, se queda completamente sola. Hanna y Ernesto tienen una pasarela lejos de aquí y tienen que viajar y este al ser un viaje de negocios, Alicia debe venir conmigo. Carla se queda al cuidado de mis padres y la pelinegra me dijo que para pasar la estadía estará con ellos el mayor tiempo que pueda. Ya que también quiere dedicarles tiempo a sus flores y al diseño ya que trabaja en unas nuevas prendas que Hanna la obligó a crear. Típico de mi prima.

—Voy a extrañarte… digo a todos, extrañarlos —dice ella. Y maldice por lo bajo, creo que su pequeña característica de hablar sin pensar se adueña de ella. Me rio un poco y me dejo llevar por el impulso. La tomo por la cintura y la llevo a mí, mis labios van directo a los suyos, pero ella gira su rostro haciéndome dejar el beso en su mejilla. Las cuales se encienden con ese tono rojo que últimamente tanto me gusta.

—Yo también los voy a extrañar, pero sobre todo a ti —le guiño un ojo haciendo que el rubor de sus mejillas no desaparezca. No me despego de su cuerpo. Este transmite un calor inhumano que me cautiva y embriaga a partes iguales. Lo que me hace pensar que desde que Evelyn entró en mi vida, ninguna mujer a visitado mi habitación de hotel. Pero al verla a ella, descubro que mis sentidos solo están atentos a ella, a cada uno de sus movimientos, y eso me vuelve loco. ¿Cómo no me di cuenta de que… estoy cayendo? O eso, o solo me preocupo por ella. En mi viaje me demostraré a mí mismo que ella es solo una amiga más. Y que lo que siento por ella, solo es admiración.

Dejo de abrazarla de forma brusca, ella me mira extrañada pero no dice nada. Camino con prisa hasta mi mejor amigo quien está con la pequeña consentida y ambos me miran.

—Tío Ban —sonríe la rubita.

—Hola hermosa —beso sonoramente su mejilla causando una serie de risitas por parte de la princesa. Ella me muestra su nuevo vestido y la halago, diciéndole lo bello que está ese nuevo vestido. A pesar de ser pequeña, tiene un ego de altura.

—Te vi muy acaramelado con la vendedora de…

—Solo yo le digo así —lo miro mal y él alza las manos en señal de rendición. Sonrío satisfecho y dejo a la pequeña en el suelo para no perder mi avión. Me despido una vez más de mis padres y por instinto mis ojos se desvían a los de ella.

Evelyn agita su mano a modo de despedida y no soy capaz de devolverle el gesto. No puedo, no quiero alejarme de ella. pero debo demostrarme a mí mismo, que ella es solo una amiga.

(***)

El viaje no es tan largo, pero aun así es aburrido y cansado, no soporto estar sentado sin hacer nada. Pero, sin embargo, debo hacerlo hasta llegar a mi destino.

—¿Se le ofrece algo señor? —me pregunta una de las azafatas.

—Me trae una copa de vino, por favor —ella asiente con una sonrisa y se retira a buscar mi pedido. Saco mi agenda del equipaje que va conmigo en el avión y un bolígrafo, ya que mi estado de ánimo decae que mejor que crear un dibujo con una copa de delicioso vino.

La chica regresa con la copa con ese liquido oscuro en su interior y me la entrega con una sonrisa en el rostro. Le agradezco con un movimiento de cabeza y ella se marcha nuevamente. Doy un trago y el dulce sabor inunda mi paladar. Delicioso.

Tomo mi agenda y el bolígrafo, entre líneas y sombreados me pasa el tiempo, intercalándolo con la bebida. Al terminar el dibujo me sorprendo a mi mismo, nunca creí que esta imagen estaría tan grabada en mi mente, tiene casi el mismo brillo e intensidad. Los ojos de Evelyn están plasmados en la hoja rallada de mi agenda, cada precioso diamante que tiene de ojos con esas hermosas pestañas que mueve seductoramente sin darme cuenta y ¿Qué me pasa? Será mejor que deje el vino de lado y duerma un poco para despejar mi mente… para sacarla a ella de mi mente.

(***)

La cuidad es increíble, si bien no es la primera vez que vengo cada vez que lo hago, algo nuevo ocurre o está edificado. Como por ejemplo la actual renovación del castillo de Siena. Y es que Siena, es una de las ciudades que antiguamente se regían por la monarquía y hace poco la familia real reclamó el derecho y el pueblo no se opuso.

Siguiendo con mi visita, me alojo en el hotel Real, llamado así por ser el primer hotel que la familia Real creo en Siena. Mi hospedaje está pagado, Alicia se encargó de hacerlo antes de salir unos días antes.

—Nunca me cansaré de este lugar —dice ella tomando una profunda bocanada de aire.

—Si y el clima es perfecto —asiento. Un taxi llega y mi amiga lo detiene, ambos subimos -luego de colocar las maletas en la cajuela- y nos ponemos en marcha. El corto viaje llega a su fin frente a las grandes puertas del hotel. Luego de pagarle 20 euros al taxista y tomar nuestras maletas entramos en la gran edificación. Pasamos por recepción en busca de las llaves y número de las habitaciones que nos corresponden. Subimos al elevador que nos lleva hasta nuestra planta.

—Mañana la junta es a las 9:00 a.m. debes llegar media hora antes para tener todos los detalles —confirmo con un movimiento de cabeza— nada de salir esta noche Esteban.

Eso suena más a suplica que a regaño y es que en la última junta en esta cuidad, unas chicas locales me envolvieron y amanecí denudo entre tres bellezas en fin, llegue tarde y con una buena resaca a la junta y Alicia me echó la bronca.

—Me comportaré. Lo prometo.

La vendedora de flores (Resubiendo)Where stories live. Discover now