🌺Capítulo catorce 🌺

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Es la noche en que invité a Eve al cine, la que por cierto negó porque ya tiene compañía. Bueno, yo si quiero ver la película. De modo que vine solo. Y no, no vine a espiar por eso creen, ustedes son muy curiosos. Pero vine porque en realidad la película es una de mis favoritas y llevo esperando mucho para poder verla.

Me encuentro en la parte de afuera del cine, el lugar está repleto de personas que al igual que yo mueren por la película. No es novedad encontrar personas que ya conozco de la universidad o el instituto. Y en esta ocasión no es diferente.

—Esteban —una voz un tanto conocida hace que despegue la vista de mi celular y al levantarla me encuentro con la persona que nunca más creí ver.

—¿Miranda?—ella asiente y corre a abrazarme. Gustoso le devuelvo el gesto y la estrujo con fuerza—. No puedo creer que seas tú. ¿Qué haces aquí en Willow?

—Bueno, la vida de una actriz es muy difícil. Pero aquí estoy, decidí tomarme un descanso de la pantalla. Pero ya tendremos tiempo para esto ahora ¿Qué tal si entramos?

Asiento, por un momento olvidándome de la vendedora de flores, pero claro la palabra clave es momento, ya que ella llega muy sonriente con un chico un poco más alto que ella, pero no tanto. ¿Ven? No son la pareja perfecta. Él debe ser por lo menos 8 centímetros más alto y ese gremmli no cumple el requisito.

Sacudo la cabeza, esta noche estoy aquí por la película no por ella, y con Miranda aquí debo disfrutar un poco más. Ella era mi mejor amiga del instituto junto a Ernesto éramos un trio inseparable. Hasta que ella comenzó a cumplir su sueño y sus giras nos distanciaron. Es sumamente increíble poder volverla a ver, y es que a pesar de que ya tenemos una edad, mi amiga sigue luciendo increíblemente bien.

La película sin duda es genial, la espera valió la pena. Todos dentro de la sala están realmente perdidos en la función, nadie hablar.

(***)

—…y ese es mi problema. Por eso decidí dejar la actuación temporalmente.

—Miranda, no tienes porque preocuparte. Yo te ayudaré en todo —agarro su mano y le dedico una sonrisa reconfortante. Mi amiga me necesita.

—¿Qué? No, no dejaré que hagas eso. ¿Qué hay de esa chica, Evelyn? —ella se apresura en negar y arma un escándalo—. Escucha Esteban, sé que me quieres ayudar, pero no puedo dejar que lo hagas.

—No es ninguna molestia. Y en cuanto a Evelyn, ella comprenderá —hablo seguro—. Además, somos amigos de toda la vida, si en algún momento cambias de opinión, solamente debes decirme.

—¿Cómo crees que se tomen la noticia tus padres? —su voz sale nerviosa, preocupada, angustiada. Miranda pasa por un momento demasiado difícil y me alegra que volviera a Willow City.

—Ellos me apoyarán. Y todos te apoyaremos a ti. Tenlo por seguro Andy —le guiño un ojo ante el recuerdo de su apodo.

Mi mejor amiga se ríe mientras se levanta de la silla y corre a mi para darme un abrazo. Le correspondo y siento un pequeño sollozo salir de ella. Está llorando.

—¿Tienes donde quedarte? —ella niega—. Tengo una amiga que seguramente puede ayudarte.

Saco mi celular para llamar a Alicia, es la única que puede ayudar ya que en la casa de Hanna solo hay dos habitaciones y están ocupadas. Luego de unos pocos timbres, Alicia responde y encantada acepta a tener a la super famosa actriz Miranda López en su casa. 

Alrededor de las 8:00p.m. llevo a Andy a su nueva vivienda temporal, Alicia grita de emoción al verla, obviamente y me hecha de su casa la muy sinvergüenza. Entro al auto y al revisar mi celular veo un mensaje de la vendedora de flores.

La vendedora de flores:
Te vi en el cine, pero estabas acompañado y no quise molestar, mañana voy a la empresa, tengo avances de la celebración.

Mi nariz se arruga, yo no estaba acompañado. Ella sí que estaba acompañada. Bueno, yo también la vi y tampoco la saludé. Creo que los celos se apoderaron de mí.

Llego a casa, todo en silencio y a oscuras. Mis padres ya deben estar dormidos. Entro sin hacer ruidos y al caminar por la sala, justo antes de llegar a las escaleras veo a mamá sentada en el sofá, está con las piernas dobladas de manera fetal. Me acerco a ella con cuidado y pude escucharla llorar. Me preocupé así que rápidamente me senté a su lado.

—Mami ¿qué ocurre?

—Olvidé por que salí de la habitación. Solamente bajé las escaleras y al llegar abajo no sabía lo que hacía, es una sensación horrible, Esteban. Ni siquiera supe cómo moverme —ella sigue llorando y la atraigo hasta mí, la estrujo entre mis brazos y beso su cabeza. Debo ser fuerte, pero es duro y difícil.

—Tranquila mamita. Oye, ¿qué tal si hoy dormimos juntos, como cuando era pequeño? —propongo emocionado y ella asiente feliz.

—Si pero tengo hambre —dice tímida.

Me levanto y le extiendo la mano. Ella la toma y vamos juntos a la cocina. Mi madre se sienta sobre una de las banquetas de la pequeña barra y yo abro la nevera; saco un paquete de galletas de chocolate y una caja de leche chocolatada.

Vierto la leche en dos vasos y las galletas sobre un plato. Con una sonrisa llevo todo a la mesa donde degustamos de la clásica merienda nocturna. Pero sinceramente su compañía hace que pase de lo común a lo maravilloso. ¿Qué será de nosotros cuando no estés? ¿Cuánto tiempo me queda para disfrutar de ti? ¿Me olvidarás por completo al igual que nuestros bellos recuerdos?

—¿En qué piensas? —me pregunta después de darle un sorbo a su vaso de leche.

—En la celebración es en un mes.

—Si, pero en dos semanas es tu cumpleaños —me recuerda. Asiento no muy convencido—. Ya debemos ir a dormir. Mañana tienes trabajo y tu secretaria te va a matar un día de estos.

En eso tiene razón, y es que... Alicia es como una madre con chancla. Da miedo, terror y al verla furiosa deseas morir.

Subimos en silencio a mi habitación y tomo un pijama para cambiarme en el baño. Una vez listo vuelvo a la cama, pero mi madre ya está dormida.

Me acurruco junto a ella y nos cubro con la misma manta. La abrazo por detrás y con su calor y su aroma caigo en un sueño profundo.

La vendedora de flores (Resubiendo)Where stories live. Discover now