🌺Capítulo cinco🌺

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Evelyn Quesada, una dulce chica de 20 años, que vive con su hermano y no habla de sus padres. Tiene los ojos azules más lindos que he visto y que veré en mi vida. Sus labios son un poco finos, pero guardan una hermosa sonrisa debajo. Tiene una paz y una calma que cuando la transmite puede tranquilizar a cualquiera.

—¡Esteban! Por Dios, que te estoy hablando —la voz de Alicia me sobresalta y la miro. Está enfadada, me incorporo en la silla mientras sonrío con inocencia—. No, no sonrías. ¿Se puede saber en qué pensabas?

—En todas las cosas que debo hacer —miento descaradamente y ella lo nota.

—Hombre, ojalá yo también pueda sonreír como idiota por las cosas que debo hacer. Se nota lo mucho que amas tus deberes y responsabilidades —ironiza.

Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos, muy contenta no está y me lo hace saber.

—Sabes perfectamente que este negocio es muy importante —y con voz mas relajada se sienta a mi lado—. Escucha, no está mal que te enamores. Pero no puedes deshacerte de tus obligaciones.

—¿Quién dice nada de estar enamorado?

—Esteban, nos conocemos desde que inicié la universidad y llevo 3 años trabajando para ti. Conozco como reaccionas a cada sentimiento.

No digo nada, pero presto suma atención a cada cosa que Alicia me dice, trato de no pensar en ella, pero se me dificulta un poco. Las flores de esta mañana traían una nota especial.

“Muchas gracias por la oportunidad, la universidad de mi hermano y su bienestar te lo agradecen”

—¿Escuchaste todo? —de acuerdo. Debo prestar atención o Alicia va a matarme y sinceramente, la creo muy capaz.

(***)

Mi día laboral termina a las 4:00 p.m., y eso me alegra, le dije a mamá que haría galletas con ella y no puedo faltar, mamá nos necesita más que nunca. Y sin duda pasar tiempo con ella, renovará los recuerdos para cuando ya no esté.

Mientras voy en el auto, veo a Evelyn que de un momento a otro sale con Nick en brazos, el pequeño parece dormido. El rostro de ella me suplica que la ayude, y eso hago.

—¿Qué ocurre? —es lo primero que digo al bajar del vehículo y correr a su encuentro.

—Está ardiendo en fiebre. Necesito ir al hospital.

—Vamos sube —ella no lo piensa dos veces y rápidamente sube.

—Es hospital público queda a media hora por la siguiente avenida, pero si vas por allí, llegaremos en 20.

No hago caso a lo que dice y conduzco por donde me place. Directo al hospital privado. Es la salud del pequeño la que está em juego y no me arriesgaré a una mala opinión. A ver, en el hospital publico hay muy buenos doctores, pero es más que obvio que la mejor opción es el hospital privado. Escucho un pequeño sollozo salir de los labios de Eve, y cuando volteo la veo abrazando con fuerza al pequeño pelinegro. Algo dentro de mi se remueve y sonrío como idiota. Pero la preocupación de la vendedora de flores me hacen reaccionar que no es buen momento para admirarla.

Par de minutos más tarde estaciono frente al hospital y ella al verlo mi mira sorprendida, solamente asiento y ella me sonríe. Y es sin duda la sonrisa más sincera y bonita que he visto en mi vida. Sin tiempo que perder entramos en la edificación y ella aun lleva al pequeño entre sus brazos, este se acurruca en ellos como si estuviese en el lugar más seguro del mundo. Vemos a una enfermera que se acerca a nosotros con educación y luego de que Evelyn le dice que ocurre, nos llevan a una de las consultas de pediatría, el doctor revisa al pequeño y le hace preguntas de rutina a su hermana mayor. Yo solamente me quedo en silencio y escucho atentamente las palabras del hombre con bata blanca.

—No hay porque alarmarse. El pequeño solo tiene una leve inflamación en la garganta, lo cual produce la fiebre y puede que algo de vomito. Con unos medicamentos que les recetaré estará bien.

—Disculpe doctor. Yo no tengo recursos para comprar medicamentos, así que —ella suspira, avergonzada— si hay alguna planta medicinal que pueda ayudar a mi hermano. Con eso será suficiente.

El doctor me mira y yo asiento, él sonríe en dirección a Evelyn y anota las plantas en la receta. Yo pude ofrecerme a pagar las medicinas, pero no creo que eso la haga feliz, sería como demostrarle que sin dinero no es nadie y eso no es así. Ella tiene sus recursos y yo estaré feliz de apoyarla en cada momento que me lo permita. Al terminar la consulta, el doctor nos dice donde pagarla y ella con suma vergüenza y sin decir ni una palabra deja que yo pague.

Al llegar al coche una vez más, siento sus lágrimas caer—. Muchas gracias, de verdad. Te estaré siempre agradecida con esto.

—No tienes nada que agradecer. Ahora ¿te parece si te llevo a tu casa?

—No aun no, puedo volver al quiosco —su voz sale rápidamente, pero no digo nada. Hago un sonido de negación y no me queda remedio. Suspiro y me pongo en marcha para ir a mi casa.

—No, Nick necesita descansar y tú también. Iremos a mi casa y la hora que desees te regreso a la tuya ¿de acuerdo?

—No, no puedo….

—Evelyn —la llamo con una sonrisa— no está en discusión.

La veo de reojo y pone mala cara, y hace puchero. Me divierte la situación, pero al mismo tiempo… me encanta que estemos juntos un poco más de tiempo. Quiero saber todo de esta mujer. 

(***)

—Adelante —les digo a ambos mientras abro la puerta principal de la casa.

—Muchas gracias —habla el pequeño Nick quien, a pesar de sentirse mal, quiso caminar un poco.

—No es nada. Ahora entren, deben tener hambre.

—No queremos molestar —la voz apenada de Evelyn me hace verla. Tiene sus manos sobre su estomago y mira todo con asombro.

—No lo hacen. Además, estoy seguro de que a mi madre le encantará conocerte.

Ella nuevamente sonríe y asiente. Sus ojos miran todo a su alrededor, para poder grabarse cada detalle sin perder ni uno. Su compañía me transmite una paz increíble y se me hace demasiado sencillo estar con ella.

Los invitados de la casa entran con la cabeza baja, sin decir una palabra y avanzan con sumo cuidado. Decido llamar a mis padres quienes llegan con una gran sonrisa.

—¿Y ellos quiénes son? —me pregunta mamá con una chispa de alegría en sus ojos.

—Mamá, papá, ella es Evelyn la encargada de la fiesta de aniversario y el pequeño, es Nicholas su hermano.

—Es un gusto conocerlos a ambos —dice Evelyn con suma elegancia.

—El pacer es todo nuestro, niña. Ven conmigo, hace tiempo que te quería conocer. Tus flores dan mucho de que hablar en mi casa —mamá mi mira con una sonrisita y me avergüenzo. Evelyn me mira son comprender y hago un movimiento con las manos restándole importancia.

—Enseguida vamos —miro al pequeño, quien me mira preocupado por su hermana— tranquilo, ella esta bien. Ahora ¿tienes hambre? Porque pienso llevarte a mi habitación a que descanses y comas algo antes de que los lleve a su casa.

—Si, tengo mucha hambre —toca su pancita y todos reímos.

Le pregunto si quiere que lo lleve cargado y él responde levantando sus bracitos. Lo llevo hasta mi habitación, allí le pongo unos animados de Carla y le pido a una de las empleadas que le lleve comida. Mientras me dirijo junto a mi padre a la terraza que da al jardín en busca de las dos mujeres.

La vendedora de flores (Resubiendo)Where stories live. Discover now