Capítulo XXXII

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No dejaba de sentirme avergonzada, recorria mi casa de lado a lado dando vueltas a la situación. Sobretodo porque acabava de meter un monstruo de batallas en mi habitación, mejor dicho, mi padre lo hizo, encerrándome sin posible escapatoria. ¿A caso quiere que termine sin yugular?

-suspiré nuevamente al sentir una mirada escalofriante a mis espaldas-¿Podrías dejar de hacer eso?-

Miré de reojo como la cadena que seguía en su cuello, era arrastrada lentamente por el suelo de madera oscura con cierta valentía, hasta que se detuvo a un par de centímetros de mis caderas, a punto de rozarlas con su narizota.

-Si no me hubieras mirado de aquella forma tan terrorífica en el campo de batalla, no estarías aquí- gruñí incomoda-Además, mi padre ha tomado la decisión, debería de ser el que estuviera aquí ahora mismo-

Buscaba excusas, por supuesto, y lo admitía. Tener tan cerca a un ser que hace un par de horas ha degustado tu jodida intimidad, no podía ni debería acercarse.

-Hueles... a él-

Dijo roncamente, sin cambiar de forma ni situarse delante mía.

-¿Quién quieres decir?- no era la primera vez que otro licántropo había mencionado ese él.

El ser empezó a soltar carcajadas como si hubiese dicho un chiste malo.

-El dichoso mestizo-gruñó, esta vez sin reírse.

-Nunca he visto al mestizo, y mucho menos he sido tocada por él-negué aquella acusación-A diferencia de ti, que vas violando mujeres sin siquiera conocerlas-ataqué.

-Aquello te gustó, podría hacerlo más veces si tanto lo deseas-contraatacó gruñiendo.

-No es necesario- concluí molesta.

Me volteé rápidamente para tomar su cadena y poder acercarlo a la puerta para que se marchara, pero aquello no lo gustó ni un solo pelo de su cuerpo.

-Con la barbaridad de fuerza que tienes, tumba la puerta- inquirí, señalando la puerta de madera que bloqueaba la salida.

Di un ligero tirón para que se acercase, en cambio, hizo lo mismo, retrocedió un par de veces y con ello, me llevó arrastras por el piso de madera como cuerpo inerte.

-Puede que tenga la oportunidad de jugar contigo en cualquier momento-

-Hazlo, y verás como te arrepentirás- vociferé soltando finalmente la cadena.

Él mismo, se encargó de forzar mucho más la situación tras ver la mirada gélida que acababa de dirigirme, justamente lo opuesto a lo que hubiera esperado.

Tan pronto como vi que sus mandíbulas se abrían de par en par, me cubrí el rostro inconscientemente. Ya era un reflejo, uno que no podía controlar, ni siquiera hacerlo por voluntad, no obstante, ante aquel gesto, lograba sentirme segura de forma inútil. Mientras tanto, me percaté de una gran superficie que acababa de meterse entre mis brazos, su hocico.

Estuve a punto de gritar, pero ¿qué clase de bruja sería si ni siquiera utilizo la magia y tan solo me dedico a gritar como una niña pequeña?

No debía hacerlo, sabía perfectamente que aquello alimentaba la consciencia de las bestias como él.

-Quiero escucharte gritar- gruñó molesto-Hazlo por mí pequeña-

Sentí una especie de cosquilleo en mi estómago al escuchar sus palabras, tal vez al sentirme en peligro.

Suspiré con determinación y levanté la cabeza tras descubrirme el rostro.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن