Capítulo XXIII

147 24 3
                                    

—Bruja inmunda...—

Escuché aquel susurro bastante más cerca de lo que pudiera imaginar, aunque no dije nada, al contrario, terminé acomodándome mucho más,  hasta llegar a su regazo.

A parte de su gran mano acariciando mi cabello liso con suavidad, sentí un gran bulto debajo de mi cabeza. Pensé que quizá sería una piedra, o una mísera e insignificante roca diminuta... pero el estado de nerviosismo en el que él mismo se encontraba, alejó sin duda aquellas estúpidas ideas.

Estuve a punto de echar a correr con el corazón a cien, no obstante, como idiota que soy, no lo hice.

—Estás un poco tenso...—  levanté la mirada hacia aquellos ojos imponentes que no parecían quitarse de encima.

—No me lo recuerdes— gruñó achicando sus ojos.

Sin duda, parecía avergonzado, aunque dentro de mí, podría hacer una barbacoa con las llamas que arrasaban lentamente mi interior.

Decidí levantar mi cabeza con más brusquedad de la que esperaba, causando que reaccionara de forma espontanea, y así él pudiera cubrir sus pantalones.

—Lo siento— susurró él molesto.

Me percaté como había una diferencia abismal entre cada palabra, cada acción... cada chico. Carter era uno de esos playboys que jugaban con las emociones de las demás, y debo admitir, que fui bastante estúpida para no dejarlo ir. En cambio, el chico que hay enfrente de mis ojos, es como el polo opuesto, fuera de lo ordinario.

—¿Por qué acabas de tener una erección?—

Solté aquellas palabras como si fuera una cálida y sincera pregunta. Pero más bien, sonó como una amenaza.

—suspiró acomodando su cabello— Estamos en época de cría, supongo que tus feromonas son demasiado fuertes—

—¿Mis qué?— questioné confusa.

—Es una especie de olor que desprenden los animales, aunque no entiendo porqué segregas estas—

Aquello que dijo, parecía cobrar sentido, no obstante, tan solo podía respirar aquel olor a sangre que tenía incrustado en mi piel por varios mordiscos.

Pero no era la sangre... sino mi propia intimidad.

—E-Eso es una locura— tartamudeé avergonzada—No tengo feromonas—

—Sigues oliendo extrañamente bien— cerró sus párpados lentamente, cuando volvió a abrirlos, dejó escapar una ligera sonrisa torcida.

—Tu tienes a los demás licántropos, puedes hacer lo que se plazca por tu antojo con ellas— ataqué.

Él levanto sus cejas extrañado.

—Sigo sin encontrar a mi mate—

Finalmente, parecía que el ambiente empezaba a calmarse.

—¿Qué dijiste?—me preocupé.

No pude evitar sorprenderme por aquella afirmación.

—Se supone que ella era tu mate, ¿Cómo puedes decir que no lo es?— alcé la voz molesta refiriéndome a Ilak.

¿A caso no consideraba a aquella alfa como mate?

—No valoras lo suficiente a los demás— decidí levantarme de su regazo para verlo mucho mejor.

Sus ojos seguían desviados en el suelo, mas de fondo, se lograban escuchar algunos gritos emanando del pueblo.

—Ni siquiera sé por que diantres habéis atacado nuestro pueblo— no podía dejar de lanzar palabras acusadoras al chico que seguía sentado encima de la hierba.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Where stories live. Discover now