Capítulo XXVI

164 23 2
                                    

Tan solo un par de días después, recibí una llamada por parte de mis padres, debido a elllo, no tuve más remedio que deslizarme hasta la casa que tenemos en el ala este. Una casa bastante peculiar, la cual mis padres no me hablaron de ella hasta que alcancé los diecinueve. Quizá lo mantuvieron en secreto por razones personales, aunque solo es una casa, ¿que tiene de malo?

Esta es la dirección.

Miré de arriba a bajo el lugar, tenía un par de enredaderas por las paredes de ladrillo, las puertas eran de madera de roble, por ser tan robustas, y habían un par de ventanales por algunas partes de la casa. Quería investigarlo a fondo, me picaba la curiosidad por saber que había dentro.

—Pasa Katie—

Fui recibida por la limpiadora, la señora Lena, con una ligera sonrisas no muy segura.

—Muchas gracias— la señora, me condujo por un par de pasillos, que verdaderamente,  eran oscuros, tan solo un par de farolillos alumbraban estos.

El lugar olía fuertemente a humedad, también hacía frío,  por lo que es normal, ya que mis padres solo vienen cada cierto tiempo, puede que demasiado,  después de todo, está un poco alejado de la civilización.

—Su hija ha llegado—

Mi padre seguía sentado en la silla del escritorio, con un par de papeles destrozados y partidos en dos, no parece haber tenido un buen día. Al ver su rostro, me percaté del par de ojeras oscuras debajo de sus ojos, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que lo vi así.

—¿Por qué tienes mal aspecto?—pregunté algo preguntada.

—Quería hablarte de un asunto muy importante—dejó de lado algunos papeles y se levantó—Creo que ya es hora de concluir esto—

Definitivamente, nada bueno en aquellas palabras era sano, y me preocupaba.

—Soy todo oídos—

Él  arqueo su ceja con cierta molestia.

—Katie, hija mía— no dejaba de acercarse, aunque no retrocedí, levanté mi barbilla y lo miré fijamente—Jabru, tu abuela, te encargó solo a tí de la barrera—

Parecía estar fingiendo una sonrisa cada palabra que seguía soltando con tremenda facilidad.

Cuando se situó a tan solo unos centímetros de mí rostro, dejó de sonreír.

—Confiabamos en tí Katie, en que no nos fallarías, que eras una de los nuestros...—

—¿Dónde quieres ir a parar?—inquirí confusa.

La dirección que empezaba a tomar la conversación no me agradaba nada.

—Tú, Katie Miller, nos has traicionado— gruñó achicando sus ojos mientras apretaba sus dientes.

—¿Os he traicionado?, ¿De qué estás hablando?— alzé la voz.

Doy un chasquido con la lengua algo molesta. No quería hablarme de ello, pero algo fuera de lugar hice.

—Padre, no entiendo. ¿Qué demonios hice ahora?— extendí mis brazos esperando una respuesta.

Tan solo un par de segundos más tarde, volvió a voltearse con el ceño fruncido de forma amenazante.

—¿Dónde fuiste el día que esos monstruos nos atacaron?—

—¡Estaba con el tío Claude!—contraataqué.

—Y luego, ¿dónde fuiste?— hizo que mi cabeza le volviera a dar vueltas a la batalla que hubo en aquel granero, la sangre esparcida, el derrumbamiento...

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Where stories live. Discover now