Capítulo XXX

121 17 0
                                    

Estuve toda la noche con pesadillas, veía como era rodeada por extraños seres anormales en un rincón, aquellos seres tenían la cabeza completamente deformada, cuatro ojos, y algunos seis, distribuidos perfectamente por el rostro, babeando cuando veían algo delicioso como un humano. Sus dientes eran afilados, semejantes a cuchillas que podrían parter incluso huesos con bastante facilidad, y no tenían pelaje, tan solo un par de pelos por todo el cuerpo... Sentí que iba a ser comida por aquellas bestias, hasta que por fín, escuché el tono de llamada de mi móvil.

Achiné mis ojos algo adormilada y pude ver el nombre de AAPapá.

Tuve que dudar si debería tomarlo o no, pues mi padre y yo, no estábamos en una buena relación de padre e hija, aunque finalmente, decidí tomarlo a regañadientes.

-¿Qué quieres?- dije tan pronto como respondí a su llamada.

-¿Si-Sigues viva?- tartamudeó asombrado como si no pudiera creerlo.

Mientras la llamada parecía ensombrecerse, observé detenidamente el cementerio en el que había dormido toda la noche. Ahora, el sol se alzaba sobre las montañas, alumbrando cálidamente las lápidas cercanas y mi rostro adormilado.

-¿Tan solo has llamado para asegurarte de si sigo viva?- aquello era completamente estúpido-Me dejaste sola en el cementerio y te fuiste corriendo- ataqué.

-Lo sé Katie, lo sé... Pero en realidad, quería hablar de algo que es posible que te interese-

Por primera vez, parecía charlar ciertamente animado, como si quisiera transmitirme el mensaje ahora mismo y así liberarse de ello.

-Creo que sería mejor si vinieras a la casa del ala Este-añadió pensativo.

-Tan solo dime que quieres padre- farfullé agotada. Quería olvidarme de esa llamada, no obstante, había alguna cosa, que hacía que siguiera prestando atención.

-Quiero que lo veas con tus propios ojos, vamos-

Un par de minutos más tarde, llegué al ala Este, justo donde mi padre me había mandado la ubicación por el WhatsApp.

Era un lugar poco acogible, bastante tenebre, varios cuerpos solían volar sobre mí, rodeando y haciendo círculos sobre mi cabeza. Desvié la mirada de aquellos animales y visualizé la supuesta estructura que me había hablado mi padre.

Era semejante a un coliseo, tan solo un poco más diminuto, con una sola puerta de metal, dañada por algunos golpes que seguían incrustados en esta.

¿Qué demonios es este lugar?

O como es posible que no supiera de esto, está a un par de minutos del centro de Frelo.

-Por fín, aquí estás- exhalo una voz familiar a mis espaldas-Vamos, está a punto de empezar-

-¿Qué?- pregunté viendo la figura de mi padre-Espera, ¿qué está a punto de empezar?-

No podía sentirme más confusa y estúpida en mi vida al no saber de que estaba hablando con tanta seguridad.

La puerta que se alzaba a un par de metros nuestros, se abrió con un estruendo chirrido, por el que me cubrí los oídos, ya que mis tímpanos querían sangrar por ello.

Al abrirse la compuerta, me percaté de la oscuridad que se encontraba alrededor del lugar. Era aterrador, pero no me negué a entrar, seguí los pasos de mi padre y algunas miradas ajenas y desconocidas de algunos chicos con sonrisa torcida. No me agradaba para nada este lugar...

-No te separes de mí- repitió en más de una vez, cuando nuestras pisadas parecían retumbar contra unos barrotes de acero, los cuales no deberían de hacerlo.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora