Viloy
A mis diecinueve años sigo buscando a mi mate, la única que puede hacerme sentir mejor. Según mis padres, no importa la raza con la que terminemos los lobos, sino la gratitud de tener a una. Aunque últimamente es bastante complejo.
No siento atracción hacia nadie dentro de la manada y no hay nadie que pueda satisfacerme.
- Padre, tengo una pregunta.
Deja sus papeles encima de la mesa del escritorio, volteándose hacia mí.
-¿Qué ocurre Theo?
-Necesito una mate. ¿Dónde puedo encontrarla?
Su rostro parece haberse iluminado al haber hecho esa pregunta.
-Theo, las mates no van a venir directas a ti - niego con la cabeza y me siento encima de la cama - Debes encontrarla por tu cuenta, como hice yo.
-Creía que mamá y tú erais de la misma manada.
-Tu madre y yo tuvimos varios encuentros desafortunados...
-Deja de mentir a tu hijo, me secuestraste de mi propia casa.
Ambos nos volteamos hacia mi madre que acaba de entrar en la habitación.
-Connor y yo tuvimos varios problemas - se acerca a mi padre y le dirige una mirada seria -
-Solo por un tiempo - replica mi padre entre suspiros -
- Pero los tuvimos - replica mi madre - ¿No hay nadie en la manda que te llame la atención?
-No suelen acercarse de más - termino de decir molesto -
De repente, mi madre vuelve a acercarse, dejando su mano encima de mi hombro calmadamente.
-¿Por qué no entras en pubs y lugares públicos? Es posible que encuentres a alguien.
-Es verdad- le devuelvo la sonrisa- Lo haré, gracias.
Es una de las cien ideas que tenía en mente. Aunque sigo viéndolo muy poco probable.
Quizá deba convivir cerca de los humanos, no alejado y en la misma vivienda que mis padres.-Padre, he decido lo que voy a hacer - ladea su cabeza con inquietud - Voy a mudarme yo solo en un piso cercano justo en el pueblo u otro cercano.
-¿No crees que es demasiado imprudente vivir solo sin la manada?
-No creo y además necesito tener mi propio espacio de vez en cuando.
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Pacto hostil [ESCRIBIENDO]
RomanceSi supieras que la muerte te acecha a cada instante y no supieras de quien se trata, ¿que harías? Es el caso de Katie Miller. Todo empezó a sus diecinueve años, cuando se topó con un chico muy peculiar, ambos con un cabello azabache, mirada petrific...