Capítulo XXXI

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¿Qué diablos ha sido de mi vida?

Creía que todo mejoraría, creía que podría seguir estudiando hechizos y así enfrentar al mestizo, el cual no ha aparecido aún. Pero aquí estoy, viendo a través de unas barras de acero semejantes a las de una cárcel al animal que mi padre había dicho que sería mío.

Seguimos entre la penumbra del lugar, similar a una especie de enorme sótano, donde hay más de diez celdas con algún que otro animal semejante al que hay delante de mis ojos.

Supongo que todos deben de ser utilizados para las peleas. Aunque sigo sin encontrarle la finalidad a ello.

—¿Has terminado de devolverle miraditas a tu esclavo?—

Escuché una voz ronca a mis espaldas, la cual enfrenté sin pensarlo dos veces. Una voz femenina, algo rota, aun así,  grave.

—¿Quién eres?— dije algo confusa, ya que no podía ver nada.

Al acercarse un poco más,  me percate como era una señora mayor, quizá de ochenta años, sus facciones eran un poco definidas, mas una mirada oscura y penetrante, con el cabello lleno de canas.

—Soy Rose— extendió su mano en busca de la mía.

—Katie Miller, un placer—

Tras devolver el saludo, bajó la mirada mientras sus pies se acercaban a la celda de mis espaldas.

—Interesante, ¿qué clase de espécimen te han otorgado? —

—Esto...— dije dubitativa— Ni siquiera estoy a favor de estas peleas, tampoco de llevarme un especímen o licántropo, pero mi padre es el que manda— terminé de decir algo molesta.

Rose, achinó sus ojos oscuros mientras sus comisuras se levantaban a la misma vez para dejar ver una gran sonrisa dolorida.

—Te pareces mucho a Jabru—

Tras oír aquellas palabras, volví a voltearme en su dirección.

Estaba rozando con las yemas de sus dedos los barrotes, sin dejar de ver al animal que seguía tumbado en el piso.

—Sí, era mi abuela— tan solo de volver a imaginar a mi abuela, sentí que mi corazón se rompería en cualquier momento.—¿Usted sabe quién es?—

—Por supuesto, hemos sido compañeras de magia y vida desde los dos años. Y ambas hemos logrado sellar la barrera— dijo orgullosa.

—Entonces...—

Debería preguntárselo o no... esta es mi oportunidad.

La única persona con la que puedo hablar sobre las batallas que tuvieron hace varios años en Frelo,  una de las pocas que podría decirme que ha sucedido.

—No creo que vayas a borrar del mapa al mestizo, ¿verdad?—

¿Qué quería decir con eso? Ni siquiera he mencionado nada a cerca del mestizo.

—Lo haré, aunque es más probable que que él mismo lo haga primero—

Inevitablemente, intento no imaginar todas las atrocidades que sería capaz de hacer un ser como ese, aunque termino haciéndolo.

—Bueno— carraspeó la señora, parecía que estaba a punto de marcharse—Si el sábado apareces por aquí,  lo verás—

¿Ver al mestizo?

No lo entiendo, ¿cómo es posible?

¿El jodido mestizo tan hablado y temido en las peleas?

—¿A caso lo tienen encerrado en este lugar?—pensé varios minutos.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Where stories live. Discover now