Cap 8 Fracaso de huida

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El día se acerca, y Halloween se encuentra a la vuelta de la esquina.
Mientras tanto, gratamente desde la ventana de su salón, logro apreciar como las calles están repletas de gente y niños pequeños que corren de un lado a lado imitando a las bestias más famosas del festivo, con unas decoraciones bastante llamativas.

—¿Cuándo demonios me vas a dejar salir de aquí?— digo entre gruñidos a Katie, que está sentada en el sofá mientras ojeo por la ventana.

Lleva un par de horas leyendo ese libro.
Un libro de color negro, lleno de rasguños, y por la portada diría que es de hechizos, ya que hay letras que no entiendo ni yo mismo.

—No es seguro salir.

Molesto decido dejar de mirar por la ventana y acercarme a ella decidido.
Tomo su libro con rudeza y lo pongo en alto.

—Necesito salir. Ahora.— termino añadiendo molesto.

Ella resopla sin desviar la mirada de su libro y a la vez a mis ojos, a su vez cruza sus piernas y arquea su espalda, dando a entender que no le importa en absoluto su libro.

—Lo tiraré por la vent-...—fanfarroneo alzando su libro.

Antes de terminar, soy interrumpido por un fuerte golpe a mis espaldas.
La ventana acaba de cerrarse y ni siquiera ha parpadeado para hacerlo.

—Entonces me lo comeré.

Arquea una ceja a la misma vez que de sus labios deja escapar una sonrisa torcida.

—Adelante.— musita ella juguetona.

Sin añadir más, dejo que el libro caiga al suelo con cierto desprecio, aunque un par de segundos después de dejarlo caer, lo encuentro encima del sofá por arte de magia.

¿Cómo puede ser tan ágil?

Sin duda su magia ha mejorado.
Ayer fue bastante extraño, ya que su propia magia parecía tener un color más claro y débil, pero ahora mismo, parece mucho más vivida.

—suspira— Vamos.

Cierra sus ojos y descruza sus piernas para levantarse tranquilamente.
Emocionado, decido seguirla hasta la puerta mientras espero a que voltee el pomo... aunque no lo hace.

—Ponte a cuatro patas—añade tomando las llaves que hay en el mostrador.

Justamente no lo debería de haber dicho así...

Antes de transformárme toma mi colgante del cuello con sutileza y lo guarda dentro de su bolsillo.

—Es posible que Maya y Margo estén deambulando por la zona, así que iremos hacia el bosque.

Cedo seguro de su idea y termino volviendo a ser el animal de siempre.

De repente, se agazapa delante de mí e inconscientemente me siento sin logrqr desviar la mirada de sus oscuros ojos al no entender que sucede.
Pero al ver como de su palma aparece una cuerda delicada y un collar terminando de entender que quiere.

—No voy a ir como un perro— gruño ofendido.

—Eres demasiado grande para que piensen que eres un perro.

Finalmente no discrepo, al contrario. Vuelvo a acercarme y dejo que coloque el objeto en mi cuello.

●●●

Ambos pasamos por varios callejones del pueblo para alejarnos lo máximo posible de los civiles aunque más de uno ya me ha visto el pellejo.

—Nunca has llevado un perro ¿verdad?— digo molesto mientras ojeo de reojo como toma más la correa.

Ella, sorprendida, se detiene en seco.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora