Entre nosotros: Eres mía

Extra: Tiempo de irme

Estocolmo, Suecia

19 de julio 2020

Mansión Rosén
11:43 p.m.

CATALINA

Oh Dios, me siento tan cansada. Pero que días han sido estos.
Yo solo quería volver a mi imperio y continuar manejandolo, pero sabía que finalmente la edad había cobrado factura de todo.

Enfermé sin más. Mis riñones dejaron de funcionar y mis pulmones se deterioraban cada vez más.
Conozco estos síntomas, pero ya no me quedan ganas de luchar.
Llevo días en cama, en este hermoso palacio que construí a lado de mi amado Alexander.
Tengo todo, pero el oro no es suficiente para vivir más.

—¿Cómo se siente? —Dijo Montserrat al entrar.

—Enferma.

—No se ve nada bien. Me sorprende que siga hablando.

—Llegó el momento —Me miró y se sentó a mi lado— No pasaré la noche.

—¿Por qué me desprecia tanto?

Las palabras apenas salían como un murmuro. No quería morir a lado de ella, quiero a mis nietos— Doblegaste a Aron. Robaste dinero. Por tí mi imperio se está acabando.

—Hice lo que debía hacer. Entrar en esta familia son como los juegos del hambre, debes luchar para sobrevivir.

—No iba a matarte.

—No, pero en esta mansión, detrás de las riquezas hay sufrimiento —Miró alrededor— El primer golpe fue su ambición. No la conocí de joven, pero hay historias que se cuentan.

—Historias... —Era verdad.

Solía ser una mujer soñadora esperándo un jardín majestuoso lleno de dinero y lujos. Fuí una chica ambiciosa que no tuvo nada en su infancia, los regalos no era algo de lo que gozara.
Cuando conocí a Alexander supe que ambos haríamos algo grande. Éramos ambiciosos, con sed de tenerlo todo. Sacrificamos a personas para lograrlo, eliminamos a Alexis y a su amada hija, pero no me arrepentía, porque la corona merecía ser de Aron y no de Jennifer.
Pude ver lo hermoso, pero ví la maldad.
Yo me enamoré de la idea de tener todo. Pobre Catalina.

—Son sus últimos minutos. Tal cual lo predijo quien me asesoró.

—Veneno. Al parecer en esta familia solo se usa eso —Comencé a toser— Como en el imperio Otomano.

—Tenía que hacerlo.

—No merezco morir así.

—Yo no te maté. Tu mandato debía terminar. Causaste mucho daño. Tú pones a prueba a tu familia con dolor. Te obsesionaste con el control.

—Llamalos a todos.

Se levantó y me miró con superioridad. ¿Qué has hecho Montserrat?— Su vida termina y mi venganza inicia —Mis lágrimas comenzaron a salir— Mi rostro será lo último que verás. Seré recordada por aquella que logró eliminar a la madre de este imperio.

—Llamalos.

—No Catalina, mereces morir en soledad.

—Entonces dile a Alek que me perdone. Dile a Valentia que traiga a mi bisnieta... ella es una Rosén.

Pero mi garganta se había secado y ya no había voz por salir. El silencio se abre camino como la oscuridad. Ya no hay latidos.
Todo lo que construí al final se resume en nada, no me llevaría nada conmigo, ni mis joyas, ni mi dinero, ni mis casas, no era nada.

Quería alcanzar la cima del mundo, sentir que el mundo estaba a mis pies. Tal vez en otra vida la riqueza se muestre ante mí.

Fuí la madre de las familias más poderosas del mundo. Yo llevé la corona y cargué en mis hombros el peso de las traiciones y muertes.
Yo me abrí paso a este mundo y para sobrevivir tuve que eliminar a oponentes.
He dejado una huella imborrable en la vida de toda mi dinastía, he dejado una huella en el mundo y a quienes me conocieron.

Ya no me queda nada. Este imperio ya no está en mis manos. Me he ido.
La abundancia inicia con Aleksei, él es el futuro de mi imperio. Mi pequeña bisnieta es la princesa heredera.

Sé que Montserrat mira todo triunfante. Alguna vez estuve en tu posición y me fuí en soledad con una familia molesta. Todo lo que hice fue por perseverar a mi dinastía, todos aquellos a quienes eliminé fueron por ustedes. Alanna, Alexis, Jessica, Jennifer... Esme.

Es momento de irme. Ha concluido mi historia, pero dejo un legado imborrable, mi sangre seguirá en este mundo, mi herencia seguirá por años.

Los Rosén nunca acabarán. Nunca podrán borrarme de la historia.

Soy Catalina Rosén, la matriarca de una dinastía, soy la reina de todo.