-XIX

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Laela's pov.

Las llamas de la fogata danzaban entre sí, como si cada una de ellas complementaran sus movimientos.
Prende fuego a tú vida.
Busca a quiénes avivan tus llamas.

Me acerqué al fuego y dejé que bailara sobre mi piel. Nada, ni un rastro de ardor o dolor.
¿Quién en su sano juicio diría que el fuego hablaba?
Es una pregunta que me dejé de hacerme hace un tiempo, ¿Quién soy? ¿Qué soy?, incógnitas que decidí dejar ir, no tenía caso buscar una respuesta a lo inexplicable. Es lo que es.

¿En qué piensas?.—las palabras de la sacerdotisa interrumpieron mis vagos pensamientos.

—¿Crees que todo lo que me muestra el fuego es algo que sucederá? O ¿Sólo es mi falta de cordura?.—respondí con otra pregunta.

—La manera de saberlo es esperando que suceda ¿no?.

Aveces Amira sabía perfectamente cómo frustrarme, cuando más necesitabas una respuesta concreta de su parte era cuando más juegos de palabras utilizaba. Rodé mis ojos ante su expresión, y solté un suspiro, no estaba de humor para seguir el enigma.

—¿Porqué no preguntas lo que verdaderamente deseas saber?.—insistió la pelirroja.

—¿Cuál es tú impresión acerca de Larys?.—pregunté de golpe.

Larys era un hombre callado, políticamente "correcto", la sombra de la Corte y aunque no me gustase juzgar a mi propio cuñado basándome en una simple visión, necesitaba la opinión de Amira. Hasta el momento, ninguna de las imágenes que había visto en el fuego se habían hecho realidad pero eso no significaba que mantendría la guardia baja, especialmente con un hombre como Larys Strong, los pequeños depredadores no atacan haciendo ruido.

Amira me miró analizando mi rostro, como si estuviese buscando las palabras correctas.—Larys Strong. Es un espécimen bastante complejo.

—No estás diciéndome ninguna información nueva, Amira.

—¿Por qué lo preguntas?

—En los Peldaños de Piedra, en pleno campo de batalla me perdí viendo una llama. Ví un incendio, parecía una especie de fortaleza, ya que era una habitación de piedras, bastante grande. Había un hombre que pedía ayuda, pero los cimientos cayeron sobre él. Luego me ví a mí, estaba sobre una cama, mis manos estaban enjuagadas en sangre, un río de color carmesí provenía de mis piernas, y por último vi a Larys sonriéndome, fue extraño. Sentí escalofríos al verlo.

La mirada de mi amiga estaba perdida, cómo si supiera todo pero a la vez nada. Yo sabía que en algunas ocasiones ella no podía decirme todo, aquello lo comprendí en nuestro tiempo en Pentos, cuando visitaba el Templo Rojo. Amira no era como las demás sacerdotisa con las que pude interactuar, ella era como una guía que buscaba mantener el balance, sin desviarte de el camino que debías tomar, si ella revelaba todo, aquello podía cambiar las decisiones, por lo tanto alterar el futuro, al menos eso fue lo que aprendí. Ella solo daba pistas y estaba en mi descifrarlas, según ella todo lo que pasara, fuese bueno o malo era lo que tenía que pasar para mantener el verdadero fin de su misión; asegurar la línea de donde renacería Azor Ahai.

Decir que comprendía su creencia en el Señor de la Luz era una mentira, pero la respetaba, al fin de cuentas no éramos tan diferentes, yo también buscaba asegurar la supervivencia de los Dragones y aquello estaba estrechamente ligado a la Canción de Fuego y Hielo que alguna vez, mi padre nos encomendó a mí y a Nyra.

—Él es un camaleón.

La confesión de Amira fue suficiente. Cualquiera pensaría que ser un camaleón significaba la grandiosa capacidad de adaptarse a su entorno, pero estaba segura que este no era el caso. Los camaleones cambian según las circunstancias para asegurar su supervivencia y no hay nada más peligroso que un hombre que podía camuflarse entre la multitud y sobre todo entre las sombras.






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⏰ Last updated: Jan 13, 2023 ⏰

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The one that prevails | Harwin StrongWhere stories live. Discover now