-III

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Luego de la confesión del caballero, este decidió escoltar a la princesa a su alcoba

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Luego de la confesión del caballero, este decidió escoltar a la princesa a su alcoba. Cuando llegaron a su destino, Laela decidió invitar a Harwin a su habitación. La joven de cabellos platinados se encontraba nerviosa, las palabras del moreno le habían provocado un sin fin de emociones y Harwin tratando de mantener su honor, no le había permitido expresar cómo se sentía.

–Me gustaría hablar de las palabras que dijo hace un rato, Ser Harwin.–decidió hablar mientras se encontraba sentada en la cama y el caballero se encontraba de pie, alejado como si en algún momento fuera a sufrir un ataque.

–Princesa, disculpe si me he sobrepasado. Sé qué está cansada y tuvo un día difícil, no tenemos que hablar de eso en este momento, entiendo que ha sido demasiada información para procesar, créame que lo que menos deseo es hacerla pasar un mal rato.–manifestó nervioso el joven Strong.

–Harwin, basta. ¿Podrías dejar de ser tan modesto?–.expresó Laela exaltada. Ya era bastante difícil derribar las murallas que construía en su corazón para protegerse, imagínense reunir el valor para confesar sus sentimientos. El guardia la miró expectante y con un poco de confusión en sus ojos, –Estoy tratando de decirte que estoy perdidamente enamorada de ti y tú simplemente me interrumpes con esas ridículas formalidades cuando claramente no hay nadie aquí.–la princesa se había levantado mientras hacía diversas señas con las manos al aire manifestando su frustración.

Esto provocó que el caballero abriera sus ojos de golpe para luego formar una pequeña sonrisa con sus labios. La Targaryen al darse cuenta de las palabras que dijo, sus mejillas se tornaron de de un ligero color carmesí, a lo que esta simplemente sonrió con sutileza, el acompañante que tenía en su habitación se acercó con pasos lentos a la princesa. Harwin rodeo con un brazo la cintura de Laela mientras su otra mano buscaba la mejilla de la princesa para acariciarla:

–Creo que eso no ha salido como lo he planeado.–comentó Laela mientras sus ojos se perdían en el azul de su mirada.

–Pude notarlo.–respondió Harwin a su amada mientras una risa abandonaba su boca.

La mano sana de Laela se encontró con la de Harwin y la enlazó con esta, mientras aún seguía en su mejilla: –He estado lista para amarte desde la primera vez que barrí el piso contigo en el patio de entrenamiento.

El caballero soltó una carcajada ante el comentario de la chica:

–No sabía qué eras tan poética, mi amor.– Inclinándose hacia su rostro, rozando sus labios, podían sentir la respiración y aroma de ambos hasta finalmente cortar el espacio que los separaba, se fundieron en un beso. Fue un beso espontáneo, tierno, de esos que dejan volando la imaginación y cuando sus labios finalmente se separaron, sus miradas se encontraron, ambos jóvenes poseían un brillo inexplicable, cómo aquel brillo que aparece cuando se está lleno de vida.

–840 días, 30 lunas, es el tiempo que he esperado para poder hacer esto.–confesó Harwin con una mirada dulce y una sonrisa risueña.

Oh Dioses, esa sonrisa; pensó Laela, esa sonrisa finalmente podía ser suya. Una pequeña risita escapó de su boca: –Al parecer no soy la única con poemas, tal vez podamos hacer poesía juntos.

The one that prevails | Harwin StrongWhere stories live. Discover now