-XIV

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Laela pasó toda la celebración sentada al lado de su padre contándole breves aventuras de lo que había vivido en Essos, el Rey olvidándose completamente de su esposa, ella prometió que después le contaría a detalle sobre cómo había llegado hasta ahí. Rhaenyra comunicó que se retiraría de la celebración y le ofreció a su hermana que la acompañara aquella noche, una conversación larga las esperaba a ambas.

Laela le pidió que se adelantara y la esperará en el pasillo. La mayor de las Targaryen se acercó a la ahora Reina Alicent, pidiéndole un momento a solas.

—Alicent, ¿me regalas un momento?

La Reina proveniente de Essos sentía pena por Alicent, la conocía desde pequeña, la consideraba su amiga, tal vez no habían sido tan cercanas como ella y Rhaenyra pero la verdad es que la apreciaba. Alicent era menor que Laela, verla casada con un hombre que le le doblaba la edad por mucho, era un destino bastante triste. Si tan solo ella hubiese estado ahí pudo haberlo evitado.

La Hightower asintió y siguió a su hijastra.

—¿Estás bien?.—preguntó la platinada.

—¿A qué te refieres Laela?.—respondió la castaña.

La chica de mechón rojo le brindó una pequeña sonrisa a la recién casada y tomó su mano diciéndole.—Si este matrimonio es lo que deseabas quiero que sepas que me alegro por ti genuinamente y me disculpo si de alguna forma sientes que invadí tú momento, cuando me enteré supe que debía estar para Rhaenyra. Sin embargo, si este matrimonio no es lo que tu corazón deseaba quiero que me perdones por no haber estado aquí, si tan solo hubiese estado aquí podría haberlo evitado.

Claro que Laela estaba ahí para acaparar la atención de la celebración, pero no con la intención de dañarle el día a Alicent si no con la intención de fastidiar a Otto y claramente era el momento de imponer el respeto en aquella desordenada corte, hacerles recordar lo que era ser un Targaryen y ella era una digna descendiente de sus antepasados. Su hermana era la antigua sangre de Valyria y merecía ser tratada por lo que era, Laela no dejaría que Rhaenyra siguiera desamparada.

Alicent le sonrío a Laela, ya se sentía suficientemente culpable por que Rhaenyra se sentía traicionada por ella, ver que ahora Laela había regresado y estaba completamente de acuerdo con la unión le generó una sensación de alivio.—Estoy feliz de qué estés bien, aunque no lo creas me hiciste mucha falta. Agradezco tus palabras Laela, pero, no tienes por qué preocuparte.—respondió con una sonrisa triste, claramente estaba mintiendo.— además ¿Qué mujer no desearía ser Reina?.—añadió Alicent tratando de convencerse a sí misma.

Laela asintió y se despidió de ella diciendo.—Si hay algo que necesites, no dudes en pedirlo.

Blodreina fue al encuentro de su hermana, la cual estaba en el pasillo esperándola a su escudo juramentado, Ser Criston Cole.

—Pensaba que me ibas a dejar sola cómo siempre.—le dijo Rhaenyra a su hermana. Aunque fuese una simple broma, a la Reina le dolieron aquellas palabras, Nyra no sabía lo mucho que sus pensamientos la atormentaban por haber estado tanto tiempo lejos de su hermana.

—Lo siento mucho Nyra.—respondió inmediatamente preocupada.

—Veo que ser Reina te hizo perder el sentido del humor.

Las palabras de su hermana la hicieron reír del alivio.

—Este es Ser Criston Cole, mi espada juramentada. Ser Criston Cole, esta es mi hermana Laela, solía ser princesa, pero como escuchaste hoy resulta que Blodreina fue mi hermana todo este tiempo.

—Es un gusto Ser Criston, recuerdo haberlo visto en el torneo en celebración a mi hermano. Nunca tuve la oportunidad formalmente.

—El placer es todo mío Su Majestad, aunque en el palacio no se hablaba de Blodreina, puedo asegurarle que entre los guardias sus aventuras eran tema de conversación.

The one that prevails | Harwin StrongWhere stories live. Discover now