-XV

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La fría brisa de invierno recorría todo el jardín, ambas hermanas se encontraban disfrutando de un té y pasteles de queso, como los había extrañado, pensó la mayor de las dos. A la distancia Laela sintió que era observada, descubriendo que se trataba de un caballero de ojos azules. Este al ver que había captado su atención, siguió su camino y se inmiscuyó en una de las entradas secretas que conectaban con un cuarto de prefectos que solo conocía la Targaryen.

La Reina sabía lo que eso significaba, así que se disculpó con su hermana.—Nyra, ¿podrías cuidar de Brenna por un rato? Necesito hacer algo rápido.

La niña se encontraba cerca de ellas apreciando las flores que habían en el jardín, para suerte de Laela, Rhaenyra y Brenna habían congeniado bastante bien.

—Por supuesto Ela.—respondió Rhaenyra mientras se levantó y fue a tomar a la niña de las manos.

Laela se adentró en el pasadizo y después de dar unos pasos, unas manos apareciendo tapando su boca arrastrándola hacia el interior de una habitación. Bajo su instinto asesino sacó una daga, lista para atacar, cuando se encontró con una mirada que conocía perfectamente bien. Se detiene, su corazón late con fuerza y ​​su adrenalina bombea. Rodó los ojos al ver que Harwin la tenía acorralada en contra de una pared. Con vacilación, el caballero retira su mano, esperando la explosión.

—He asesinado hombres por solo mirarme mal, ¿qué crees que soy capaz de hacerle a quien me intercepta hacia un cuarto oscuro?

Harwin escaneo su rostro, su mano izquierda se encontraba apoyada al muro mientras la otra mantenía el agarre sobre la cintura, el peso de su cuerpo empujaba el de la joven, no había espacio entre ellos.
—Tú no me harías daño.—respondió con voz ronca.

La Reina soltó una risa amarga, deshizo el agarre de su arma y la guardó. Se obligó a verlo, mientras se acercó a su rostro, podía sentir la respiración del hombre, su pecho se elevaba cada vez más rápido.—No sabes nada, Strong.

En un movimiento Laela se liberó de su amarre y mantuvo su distancia. Tenerlo cerca le producía cosas qué se negaba a sentir.

Harwin la examinó de arriba abajo, su mirada reflejaba dolor, enojo pero sobre todo melancolía. Era evidente que también tenía un conflicto de emociones.

—Me has estado evitando, ¿porqué?

Al escuchar las palabras del caballero, negó con la cabeza de forma sarcástica, no podía creer el cinismo. De manera cortante se limitó a decir—No te debo explicaciones.

El hombre de rizos se estaba frustrado internamente, enfrentar a una Targaryen nunca era fácil, sin importar el paso del tiempo. Él necesitaba respuestas, sus últimos años fueron un infierno, no la culpaba pero él merecía una explicación y la indiferencia de Laela hacia él lo estaba matando.

—Pensé que habías muerto.—susurró tratando de no romperse.

El orgullo de la chica sólo provocó que se alzara de hombros para decir.—Si morí. La persona que conociste ya no está.

Aunque no lo admitiera, en su interior quería gritarle, quería golpearle la cara a Harwin por haberla dejado sola, lo maldecía porque sobre todo deseaba lanzarse sobre sus brazos y nunca soltarle.

—Pasé cada día de mi vida en duelo por ti, lloré todas las noches culpándome, todos los días eran una constante lucha para seguir adelante y todo este tiempo mientras yo estaba en agonía, viviendo una vida llena de miseria sin ti, tú estabas del otro lado del mundo convirtiéndote en una Reina.—la voz de Harwin se escuchaba derrotada, llena de desgracia y pena.

—Tú no tienes ningún derecho de hablar de dolor cuándo no tienes una puta idea de lo que yo tuve que hacer para sobrevivir.—gritó Laela. No podía creer el descaro del caballero ¿con qué derecho le reclamaba a Harwin después de lo que hizo?

The one that prevails | Harwin StrongWhere stories live. Discover now