Capítulo 64

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Cuando llegaron a la casa, Jung-kook le pidió el ordenador a Ji-min para poder estudiar los informes. Este no protestó, ni siquiera cuando él entró a por él a su habitación, lo beso sin pedirle permiso nada más poner un pie dentro y se entretuvo un rato en bromear sobre lo cómoda que parecía aquella cama...

Después salió a toda prisa por la puerta hacia su propia alcoba, con el portátil bajo el brazo, no sin antes pedirle a Ji-min que buscara a Young-hee y se quedara con ella.

Pasó una hora estudiado al milímetro todas y cada una de las imágenes que había en el pendrive, con verdadera curiosidad. Sin duda, el aneurisma era lo suficiente grande como para llamar la atención, pero para él ni de lejos era lo más importante. Cargó de nuevo las fotos de la tomografía y después revisó por quinta vez la resonancia y las radiografías... Nada.

—No me lo puedo creer... —dijo ahora en alto, recostándose en la cama. Cerró el pc, consultó el reloj y marcó el número de Nam-joon, que contestó a la segunda llamada.

—Menos mal que soy de madrugar —dijo su amigo con una sonrisa—. ¿Eres consciente de que aquí son las siete de la mañana?

—Ya no podía esperar más —admitió Jung-kook—. Una pregunta, ¿sigues teniendo contacto con el doctor Grey?

—Sí, ¿por qué?

—Voy a necesitar un favor de su parte... —explicó—. Tengo las pruebas médicas de Yuh-jung en mis manos.

—¿Y ves algo raro?

—El problema, Nam, es lo que no veo...

Le contó todo a su amigo, que no daba crédito a lo que escuchaba, y este se comprometió a llamar al doctor Grey en cuanto en California amaneciera, por la diferencia horaria de la costa este con la costa oeste, para lo que aún era temprano.

Una vez más, Jung-kook tuvo que armarse de paciencia y esperar.

—Me van a salir canas a mí aquí... —susurró para sí mientras salía de su alcoba.

Bajó las escaleras preguntándose si aquel sería un mal momento para sugerirle a Ji-min la posibilidad de probar su colchón, puesto que ya no tenía mucho más que hacer que esperar noticias. Sonrió tan solo al imaginar el gesto que él pondría frente a la ocurrencia y suspiró resignado. Tendría que conformarse con verlo casi de lejos, aquella era la triste realidad.

Entró en el comedor y miró hacia los sillones, donde se escuchaban algunas voces, para descubrir a Park Hyun-soo hablando con alguien que Jung-kook no podía distinguir al taparlo el respaldo del sofá.

—No vas a culparme a mí también por eso —estaba diciendo Hyun-soo ahora—. Ya estoy cansado de tus acusaciones.

—No vas a ver un won más hasta que cierres el trato —dijo ahora la voz airada de Cha Dong-min.

—Ese trato está casi cerrado... — Justo en aquel momento, Hyun-soo levantó la vista y descubrió a Jung-kook, quien al parecer resultó perfecto para descargar su enfado. —¿Qué coño estás haciendo ahí? —le gritó desde donde estaba.

—Espero el autobús —le dijo Jung-kook encogiéndose de hombros—. ¿A ti que te parece? — Vio que Hyun-soo lanzaba un cojín a un lado con fuerza y se ponía en pie.

—¡No puedes vagar por mi casa como si fueras bienvenido! —le gritó ahora. A Jung-kook le sorprendieron las palabras que acababa de usar y caminó hasta los sofás, dispuesto a sacarle partido al evidente enfurecimiento.

—¿Tu casa? Debo de estar falto de información —ironizó.

—Será mía algún día —Sonrió y lo miró de arriba abajo con altivez—, al igual que cierto local, del que pienso echarte a patadas.

Luchando por tu amorWhere stories live. Discover now