Capítulo 50

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Cuando Young-hee y Jung-kook regresaron a la casa, Ji-min les estaba esperando en el salón jugando con Michu. Corrió a la puerta en cuanto los escuchó entrar.

—¿De dónde vienen? —protestó, tirando de ambos hacía el salón.—. No saben la que se ha liado.— Cerró la puerta tras él. —Baek-hyun se ha vuelto loco cuando ha visto el estropicio del armario —contó sin poder evitar esbozar una leve sonrisa—. Ha bajado las escaleras corriendo como un loco y...

Sin previo aviso, Jung-kook tiró de él e interrumpió su perorata con un intenso beso, que lo silencio al instante. Cuando lo soltó, el chico lo miró un tanto desconcertado, sin poder recordar qué estaba diciendo antes de tan interesante interrupción.

—Ha bajado corriendo las escaleras... —lo tuvo que poner Jung-kook en antecedentes, sonriéndole con tanta calidez y ternura que al chico le costó unos segundos salir del trance. Al fin, carraspeó con cierta inquietud y miró a su madre, que le devolvió una sonrisa dulce. Al parecer no le había sorprendido nada que Jung-kook lo hubiera besado así por las buenas y, dicho fuera de paso, que él le hubiera correspondido tan alegremente. —Vale, sigo... —se obligó a decir—. Ha bajado, echando humo por las orejas, gritando como un loco que iban a rodar cabezas. Les juro que pensé que iba a pegarme... —Jung-kook apretó los puños.

—Se ha atrevido a...

—No —le cortó—, si ni siquiera me ha visto. Na-yeon ha bajado tras él y lo ha sacado casi a empujones de la casa —siguió contando—. Supongo que para que no llamara la atención de la abuela. Tampoco había visto así a Na-yeon nunca, la verdad, siempre va tan estirada y es tan pomposa, que me ha sorprendido ver la agresividad con la que lo sacaba de aquí. Por un momento he creído que iba a golpearlo. —Ahora guardó silencio y los miró a ambos con el ceño fruncido—. ¿Dónde demonios estaban? ¡Se lo han perdido todo!

—Todo no —suspiró Young-hee ahora.

—¿Se los han topado fuera?

—Algo así. —Ji-min los miró a ambos durante unos segundos y se desesperó al ver que ninguno pronunciaba palabra. —¿Quién de los dos va a contármelo? —se quejó.

—No hay mucho que contar, Ji-min —mintió Young-hee—. Iban discutiendo y nos hemos quitado de en medio.

—¿Qué?

—Que nos hemos escondido —terminó admitiendo Jung-kook—. Baek-hyun estaba muy enfadado y Na-yeon le ha recordado que tu abuela no debe enterarse de que él te quitó el koala.

—¡¿Na-yeon lo sabía?! —casi gritó—. ¡Vaya dos piezas!

—Lo sabes tu bien —susurró Jung-kook ahora, y miró a Young-hee muy preocupado. Camino a la casa habían acordado que de momento era mejor no hablarle a Ji-min de la verdadera naturaleza de aquella conversación escuchada al azar. Aun así, tomó a Ji-min de los hombros y lo obligó a mirarlo—. Escucha, mantente lejos de Baek-hyun, ¿vale? No lo provoques, por favor, es envidioso y demasiado voluble. —Ji-min asintió y se perdió en sus ojos sin remedio. Jung-kook no hubiera podido evitar besarle ni aunque su vida dependiera de ello. Rozó sus labios con ternura y lo abrazó con fuerza unos segundos después.

—¿Sabes qué, Ji-min? —intervino ahora Young-hee—. Vamos a quitarnos de en medio unas horas hasta que ese histérico se calme un poco, ¿nos vamos de compras? Me apetece mucho pasar unas horas contigo, corriendo de tienda en tienda. Quiero sorprender a mi marido cuando vuelva a casa. —Sonrió con picardía.

—¿Tarde de madre e hijo? —Sonrió Ji-min.

—Solo nuestra —Lo abrazó su madre.

—Compren algo bonito para mi —bromeó Jung-kook.

Luchando por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora