Capítulo 40

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La cena comenzó siendo igual de tediosa que las anteriores, aunque al menos estaban solos, sin condes ni marqueses que soportar. Park Hyun-soo no disimulaba su profunda aversión a tener a Jung-kook sentado a la mesa, y Park Na-yeong se limitaba a mirarlo con un gesto de desagrado, y a decir de vez en cuando alguna idiotez elitista, obligando a Jung-kook a morderse la lengua.

Cuando estaban a punto de servir el segundo plato, el mayordomo entró en el comedor con un gesto serio para anunciar que acababa de llegar una visita inesperada.

—¿A estas horas? —protestó Na-yeong, torciendo el gesto— ¿Y quién es?

Pero la visita no estaba acostumbrada a esperar a que anunciaran su presencia, y entró tras el mayordomo sin esperar invitación.

—Espero llegar al menos al segundo plato —dijo la recién llegada, sorprendiendo a todo el mundo. A Park Hyun-soo y Na-yeong estuvo a punto de darles una apoplejía al verla entrar.

—¡Mamá! —gritó Ji-min, eufórico, levantándose y corriendo hasta ella. La abrazó fuerte, con lágrimas en los ojos—. ¿Por qué no me has dicho que venías?

—Ay, mi niño lindo. —Lloró Young-hee también—. Quería darte una sorpresa, y veo que lo he conseguido.

—¿Qué demonios haces aquí, Young-hee? —le dijo Hyun-soo cuando dejó de estar centrada solo en Ji-min.

—Hola, Hyun-soo, siempre tan agradable... —El hombre torció el gesto aún más. —Mi hijo se casa dentro de nada—informó la mujer con una sonrisa exenta de humor.

—No necesitamos tu ayuda con los preparativos —dijo ahora Na-yeong, mirándola con frialdad y una inequívoca expresión de censura. Young-hee posó una mirada irónica sobre la mujer y volvió a sonreír.

—Estás presuponiendo que vengo a ayudar —dijo Young-hee con total naturalidad—. Y nada más lejos de mi intención.

Todos la miraron, un tanto perplejos, mientras la mujer recorría la distancia hasta Park Yuh-jung y ambas se abrazaban con cariño y una sonrisa en los labios.

—Igual no he llegado en el mejor momento —le dijo Young-hee casi al oído a una divertida Yuh-jung—. Creo que le he quitado el hambre a más de uno.

—Eso que se quitan de las caderas —le dijo la anciana, y ambas rieron. Después señaló a Jung-kook, que hacía rato que estaba de pie contemplando la curiosa escena—. ¿Conoces a Jung-kook? — Young-hee miró al chico y se puso algo más seria.

—¿El ángel de la guarda del que me hablaste?

—Ángel o demonio algunas veces. —Rio Yuh-yung—. Depende del día.

—Dependerá también de a quién le preguntemos, supongo —intervino Jung-kook, acercándose para darle dos besos a Young-hee.

—Young-hee es la madre de Ji-min —le contó Yuh-jung ahora—. También vive en California, así que ya tienen alguna cosa en común.

—Puede que más de una —escuchó Jung-kook murmurar a Young-hee. Después, la mujer volvió junto a su hijo, lo abrazó de nuevo y dijo en un tono jovial —: Me muero de hambre, creo que me comería incluso uno de esos platos finos que tanto detesto.

Una hora más tarde, Young-hee se las había apañado para molestar a todos y cada uno de los Park hasta conseguir que se ausentaran del comedor, a excepción de Yuh-jung y Ji-min, que disfrutaron durante un rato de una conversación de lo más animada.

Jung-kook había decidido dar un paseo por el jardín mientras la familia se ponía al día. Cuando ya había oscurecido y estaba a punto de regresar a la casa, oyó a Young-hee llamarlo desde unos metros más allá.

—Ya me iba —le dijo el chico.

—¿Sin saludarme como es debido? —se quejó la mujer, recortando la distancia con una sonrisa sincera en el rostro. Jung-kook esbozó también una sonrisa radiante y ambos se fundieron en un emotivo abrazo.

—Pensé que llegabas pasado mañana —le dijo Jung-kook al fin.

—Ya no aguantaba más la angustia —confesó la mujer—. Dime que has avanzado algo, por favor. — Jung-kook suspiró y la miró muy serio.

—Poco. Ji-min no está muy receptivo conmigo —tuvo que admitir. Young-hee lo miró con las cejas arqueadas.

—Eso sí que no me lo creo. ¿Ya has intentando... un vis a vis?

—De verdad, Young-hee, consigues avergonzarme como nadie. —Sonrió divertido—. A cualquier otro le diría define vis a vis, pero contigo no me atrevo. —La mujer dejó escapar una carcajada divertida. —De verás, Young-hee, no necesito saberlo —insistió Jung-kook—. Solo te diré que no, todavía no ha habido ningún acercamiento importante.

—Llevo aquí una hora y ya he visto cómo se le van los ojos detrás de ti —contó Young-hee —. Estás siendo muy lento, yerno.

—No me llames yerno, por favor. — Young-hee estudió su rostro serio de repente y borró su sonrisa también.

—Descubriremos los motivos de Ji-min para acceder a esta locura de boda — le dijo la mujer, convencida de ello—. Después impediremos que se case y..., bueno..., la última parte te la dejo a ti. Seguro que te las apañarás para devolverlo a tus brazos, que es dónde debe estar. — Jung-kook tragó saliva, inquieto. De vez en cuando no podía evitar que la tristeza y el pesimismo invadieran su alma.

—¿Y si nos estamos engañando, Young-hee? —le dijo, sintiendo ahora un nudo en el pecho—. Quizá nos estamos obcecando en algo que no existe. Puede que lo mío con Ji-min solo fuera un espejismo.

—Con esa actitud no llegarás lejos —le regañó.

—Es que duele mucho, y casi no soporto verlo al lado del tal Eun-woo — admitió—. Y después está el hecho de tenerlo tan cerca y no poder..., bueno... —La mujer fue a decir algo, pero Jung-kook la interrumpió. —Los dos sabemos a qué me refiero, Young-hee, no lo verbalices. — Ambos sonrieron. —Pero ¿qué pasa si realmente Ji-min... no quiere estar conmigo por propia convicción?

—No se deja de amar a alguien de un día para otro, Kook. — El chico sintió una punzada de dolor en el pecho.

—Presupones... que él me ha amado alguna vez —tuvo que decir, aún con todo el dolor de su corazón.

—¿Acaso lo dudas?

—Jamás me lo dijo —suspiró dolido—, por el contrario, sí me dijo que se casaba con Eun-woo por amor. — La mujer leyó el tormento en los ojos del chico y se apiadó de él.

—Iba a decírtelo, Jung-kook —le confesó—. El día en que todo se torció. Ji-min iba a confesarte que te amaba. — Jung-kook sintió cierto escozor en los ojos y tuvo que apartar la mirada.

—¿Cómo lo sabes?

—Él mismo me lo dijo —admitió—. Así que olvida las dudas y ve a por ese chico, que a la legua se ve que se muere porque le des su porción de...

—Ya me hago una idea. —Sonrió.

—Chico, qué puritano —se quejó—. A las cosas por su nombre.

—No cuando hablo con la que querría que fuera mi futura suegra. — Young-hee sonrió.

—Eso sí te lo compro...





La llegada de la madre de Jimin, le ha hecho mucho bien a Jungkook y a la historia en sí. Atentas a más actualizaciones. Ya con este capítulo, llegamos a las 2/3 partes de la historia, animo que sí le verán sentido a lo que se narra ♥  

Luchando por tu amorWhere stories live. Discover now