Capítulo 46

1K 168 9
                                    


Ji-min estaba demasiado absorto en sus cosas aquella mañana mientras desayunaban. Por fortuna, a Young-hee y Yuh-jung jamás les faltaba un tema de conversación y no parecían notar su ensimismamiento.

La noche había sido larga e insoportablemente calurosa para Ji-min. Por mucho que se había esforzado en apartar de su mente lo sucedido sobre aquel banco de piedra, lo había rememorado una y otra vez, hasta el punto de tener que levantarse varias veces a refrescarse en busca de algo de alivio, aun siendo plenamente consciente de que el único que podía ayudarlo a encontrarlo dormía unas puertas más allá, solo, como se había encargado de recalcarle enviándole aquellas fotos.

No pudo evitar sonreír ante el recuerdo. Debía reconocer que había sido todo un detalle por parte de Jung-kook hacerle aquella aclaración, pero había estado tan enfadado por verlo con Baek-hyun casi al cuello, que envió aquella peineta sin pensarlo, a pesar de que era obvio que Jung-kook intentaba alejarse de él cuando los encontró. «¡Qué aprenda a quitarse a ese arpía de encima de una vez por todas!», se dijo, malhumorado de nuevo, haciendo un gesto de dolor al removerse en su asiento.

Otra de las consecuencias de su agitada noche era una contractura en la parte superior de la espalda, que lo estaba martirizando desde que se había levantado.

—¿Qué les parece si damos un paseo por el jardín? —propuso Yuh-jung.

—¿Hoy no tienes terapia? — Aquello sí llamó la atención de Ji-min de inmediato.

—No, Jung-kook dice que hoy les toca a mis músculos aplicar solos lo aprendido. Memoria muscular, creo que lo ha llamado. —Sonrió la anciana —. Y yo soy una mandada. —Young-hee rio.

—A mí tampoco me importaría acatar todas sus órdenes si fuera más joven —bromeó Young-hee, arrancándole una carcajada a Yuh-jung—. ¿Tú que dices, Ji-min?

—Que no estoy preparado para una conversación así con mi madre y mi abuela —dijo acalorado. Ambas mujeres rieron.

—A todo esto, ¿dónde anda ese joven esta mañana? —se preguntó Yuh-jung—. Suele desayunar conmigo. —A Ji-min también le gustaría saber aquello.

—Es posible que Baek-hyun ya lo tenga acaparado —continuó la anciana —. El descaro de ese muchacho cada día me avergüenza más. Son lamentables sus intentos por camelarse a ese joven a como dé lugar. — Ji-min apretó los dientes y se obligó a permanecer callado, pero no lo consiguió.

—La cuestión es si a él le gustan sus intentos de camelo —terminó opinando, tratando de sonar natural.

—Se limita a mirarlo con una sonrisa de compromiso —contó Yuh-jung.

—Lo cual no ayuda —Sonrió Young-hee—, porque incluso las sonrisas vacías son mortales cuando las esboza alguien con esa pinta, ¿no les parece? — Ji-min se encogió de hombros.

—No me he fijado.

—Pues muy obnubilado te tiene tu Eun-woo. —Sonrió Young-hee. Ji-min carraspeó, pero no añadió nada. Bastante tenía con preguntarse ahora con mayor desesperación dónde narices andaba metido Jung-kook.

—En cualquier caso, a Na-yeon y Hyun-soo les daría un ictus si Baek-hyun se encaprichara de alguien como Jung-kook.

—¿Alguien honesto dices, abuela? —se le escapó a Ji-min, sin remedio. Yuh-jung sonrió, pero no añadió una palabra.

—¿Nos damos ese paseo? —intervino Young-hee—. Te vendrá bien para tu contractura.

Los tres salieron de la casa y enfilaron el camino que los llevaría hasta el claro, del que Ji-min preferiría pasar de largo cuanto antes. Solo pensar en sentarse en aquel banco le calentaba la sangre, que ya de por si llevaba caldeada. Pero no solo tuvo que enfrentarse a aquel banco, sino a una visión que le secó la garganta y disparó todas las alarmas dentro de su cuerpo.

Luchando por tu amorOù les histoires vivent. Découvrez maintenant