Capítulo 22

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Jung-kook recorrió los pasillos hasta la puerta con un nudo en el estómago. Jin se había ido hacía al menos una hora y Soobin había librado aquella tarde, así que estaba solo en la clínica. Se moría de ganas de ver a Ji-min, tras una semana sin noticias suyas, pero reconocía que podía no ser buena idea hacerlo allí.

Abrió la puerta de cristal, subió el cierre metálico y se topó de frente con un Ji-min precioso, como siempre, pero que cruzaba los brazos con fuerza contra su pecho, indicativo de que estaba a la defensiva desde el minuto cero. Además, apretaba los dientes con cierta tensión mientras intentaba aparentar tranquilidad. Antes de que pronunciara las palabras, Jung-kook estuvo seguro de lo que iba a escuchar.

—¿Podemos hablar aquí fuera, por favor? —le pidió el chico. Jung-kook lo observó con cierta amargura.

—Puedes pasar, no voy a tocarte —le aseguró con el único objetivo de ayudarle a relajarse, pero Ji-min no lo vio así.

—Presupones que yo dejaría que me tocaras —fue la fría respuesta. Jung-kook dejó escapar un suspiro resignado.

—Al parecer vienes en pie de guerra, pero no lo veo necesario. —El chico izó el mentón, pero no agregó una palabra. —Pues teniendo en cuenta que yo no quiero tocarte —insistió Jung-kook— y que tú tampoco me dejarías, no veo la necesidad de tener que hablar en mitad de la calle.

Ji-min pareció pensarlo detenidamente y terminó entrando en la clínica con paso firme. Y aún no había llegado ni a la mesa de recepción cuando se giró de nuevo a mirarlo.

—Te ofrecería un café, pero no tienes pinta de ir a aceptarlo, ¿me equivoco?

—No, no te equivocas —admitió—. Solo he venido a contarte algo por respeto, antes de que te enteres por la prensa.

—Vaya, eso sí es una novedad —ironizó—. Muchas gracias por el detalle.

—No hagas que me arrepienta.

—¿Por qué tanta saña, Ji-min? —No pudo evitar preguntarle el chico, recortando un poco la distancia. La respuesta de Ji-min fue automática. Casi por inercia, retrocedió el mismo par de pasos que él había avanzado. —Vale. —Sonrió Jung-kook sin rastro de humor, retrocediendo un par de pasos más a su vez—. Toma la distancia que necesites, puedo prestarte un megáfono si la cosa se complica.

—En realidad solo necesito unos diez segundos.

—Vaya, ¿en eso van a terminar seis meses de relación? —Lo miró con frialdad—. Porque has venido a eso, ¿no? Tú actitud lo dice todo.

—Jung-kook...

—No, adelante, sin paños calientes, es mejor que...

—Voy a casarme con Eun-woo —interrumpió con frialdad, consiguiendo cerrarle la boca al instante.

Jung-kook lo observó ahora totalmente perplejo ante la confesión. Esperaba cualquier cosa menos aquello.

—Pues ya lo he dicho —dijo Ji-min, pasando ante él camino a la puerta. Pero no consiguió pasar de largo. Jung-kook lo retuvo con fuerza de un brazo y casi masticó las palabras en su oído.

—Si es una broma, no tiene ni puñetera gracia.

—¿Me ves reírme? —dijo mordaz—. Me parecía justo decírtelo cara a cara.

—¡Qué detallazo! —ironizó.

—Suéltame. —Intentó tirar de su brazo—. No tenemos por qué hacer todo esto más difícil. —Pero Jung-kook ni siquiera escuchaba sus palabras. Su mente apenas si funcionaba tras la fría confesión.

—No entiendo nada —insistió, sin soltarlo y a escasos centímetros de su rostro—. Si lo que quieres es ponerme a prueba, Ji-min...

—No, Jung-kook —volvió a interrumpir—. Solo quería que lo supieras.

El chico estudió su rostro con detenimiento, intentando encontrar algún gesto que hablara más alto que sus palabras, pero no había nada más allí... que lo que parecía una verdad absoluta.

—Ji-min, si te están coaccionando de alguna manera... —titubeó.

—No —se apresuró a decir—. Me caso por decisión propia.

La mente de Jung-kook se negaba a creer aquellas palabras, pero estaba tan perplejo que apenas podía razonar. Aquello le dio ventaja a Ji-min para seguir hablando.

—He pasado mucho tiempo con Eun-woo esta semana —contó con lo que parecía una normalidad absoluta—. Hemos recordado viejos tiempos y eso nos ha hecho volver a conectar. —Jung-kook apretó los dientes al mismo tiempo que duplicaba la intensidad con la que le apretaba el brazo. —Me haces daño —protestó Ji-min.

—Ni la mitad del que tú me estás haciendo a mí —dijo entre dientes, pero aflojó un poco la mano, aunque no lo soltó aún.

—Lo siento, no era mi intención —le aseguró Ji-min. Pero no parecía ser sincero.

La frialdad con la que pronunciaba aquellas palabras resultaba todavía más insoportable de asumir para Jung-kook que el contenido de las mismas. Cada segundo que aquellos ojos lo miraban impasibles y casi carentes de toda emoción era como si él retorciera una y otra vez el cuchillo que había hundido en su estómago con su confesión.

—Dame un motivo —le dijo, buscando algo que lo ayudara a entenderlo un poco sin enloquecer.

—¿Qué?

—Ayúdame a entender por qué estás tirando por la borda todo lo que tenemos —le soltó el brazo para atraerlo de la cintura hacia él—. Dame un motivo de peso para casarte con ese tipo —insistió casi sobre su boca—. Pero uno real, Ji-min, porque te aseguro que sabré si mientes en cuanto pronuncies las palabras. ¿Por qué te casas con él?

Ji-min ni siquiera parpadeó.

—Por amor —dijo alto y claro, sin dejar de mirarlo a los ojos.

A Jung-kook aquellas palabras le asestaron la estocada final.

Se había arriesgado y había perdido, porque, para su desgracia, supo con total certeza que él decía la verdad. Como si hubiera recibido una descarga eléctrica, lo soltó y se hizo a un lado.

—Que la vida te trate bien, Ji-min precavido —le dijo, completamente roto por dentro.

Ji-min no se molestó en contestar. Con una absoluta calma, caminó hacia la puerta y desapareció de su vida.






¡A sufrir se ha dicho! 

Tristeza a tope en este capítulo. Es incomprensible el por qué Jimin hace todo esto, pero tengan fe en los personajes.

Luchando por tu amorМесто, где живут истории. Откройте их для себя