Capítulo 43

809 150 2
                                    


Jung-kook hacía rato que paseaba por el solitario jardín, intentando poner cierto orden en la maraña de sentimientos distintos que gritaban dentro de su cabeza al mismo tiempo. Había sido incapaz de escuchar los brindis. Quizá era un tanto absurdo, pero verbalizar el compromiso delante de toda aquella gente lo hacía demasiado real e imposible de soporta. Si alguien terminaba con el típico si alguien conoce algún motivo, etc., estaba seguro de que sería portada de la prensa al día siguiente.

Estaba distraído en sus cavilaciones cuando vio salir a una chica de entre los árboles unos metros más allá. Era una de las ayudantes de cocina, que casi chocó con él y, azorada, se disculpó y corrió de vuelta a la casa. Park Ji-hyun salió del mismo sitio un minuto después.

—Me he perdido el brindis, seguro —le dijo Ji-hyun, con una sonrisa cordial.

—Eso me temo. —Sonrió Jung-kook—. Espero que haya merecido la pena. —Ji-hyun sonrió con arrogancia.

—Para mí sí —admitió—. Y me atrevo a decir que para ella también. —Jung-kook no pudo evitar reír. Solo había intercambiado unas cuantas palabras con el hermano de Ji-min durante la fiesta, pero, a pesar de ser algo pedante y estirado, debía reconocer que le caía bien.

—Aunque me va a caer una bronca según entre por la puerta —añadió Ji-hyun, resignado.

—¿De tu padre?

—De mi padre, mi abuela, mi madrastra y del camarero que sirve los canapés, como me descuide —dijo con hastío. Jung-kook soltó una carcajada sincera.

—No parece importarte mucho.

—Aprendí muy joven a ver, oír y callar —admitió—. Básicamente desde que mi padre comenzó con el rollo de perpetuar el poder de nuestro apellido.

—¿Quieren que sientes la cabeza? —comprendió Jung-kook.

—A estas alturas ya se han dado por vencidos. —Sonrió—. Yo no me echo el lazo al cuello ni para ganarme un trono en el mismo Olimpo.

—Espera a enamorarte y me cuentas —casi susurró Jung-kook. La carcajada de Ji-hyun inundó la noche.

—¿Enamorarme? —Volvió a reír—. Eso ha tenido gracia, no te ofendas. —Jung-kook lo miró con cierta simpatía. En aquel momento, Ji-hyun le recordó tanto a Nam que le arrancó una sonrisa.

—Estoy curado de espanto, te lo aseguro —admitió—. Pero siento decirte... que te enamorarás sin remedio de la persona que te esté predestinada. Y entonces tendrás dos opciones: aceptarlo y ser feliz a su lado o ser infeliz sin ella.

Ji-hyun volvió a reír, pero terminó observándolo con atención, sin poder evitar cierta curiosidad. Terminó preguntando: —¿Hay alguna persona afortunada en tu vida? —Jung-kook asintió con una expresión de evidente tristeza. —Ya veo que escogiste la segunda opción.

—Peor —admitió —, esa persona escogió por mí. —Ji-hyun suspiró y le dio una palmadita en la espalda

—Me caes bien, Jung-kook —Sonrió—, y espero que algún día esa persona se dé cuenta de su error y puedan tener un final feliz... —Se encogió de hombros y añadió—: Aunque yo jamás terminaré de entender por qué alguien quiere comer solo perdices durante el resto de su vida, pero esa es otra historia.

Cuando Ji-min salió al frescor del jardín, apenas era capaz de pensar con cierta coherencia. Barrió con una expresión de fiereza la zona hasta donde llegaban las luces del interior, pero no encontró a Jung-kook por ninguna parte.

—Ji-min, igual deberías calmarte un poco —le dijo Young-hee, pero no consiguió gran cosa.

—¡Solo voy a dar un paseo! —dijo, apretando los dientes—. Hace calor dentro.

—¿Calor? ¡Esa sí que es buena!

—Ji-min... —Ji-hyun avanzó hacia ellos desde la oscuridad con una sonrisa en los labios. —Espero que no me estén buscando —les dijo, llegando junto a ellos—. No era mi intención perderme el brindis, pero...

—Ese brindis es una patraña y todos lo sabemos —dijo Young-hee ahora, sorprendiéndolos a ambos.

—¿Se lo has contado? —se asombró Ji-hyun, mirando a su hermano. Pero Ji-min estaba demasiado furioso como para escuchar algo más que sus enloquecedores pensamientos.

—Voy a dar un paseo —dijo como única respuesta.

—¿A dónde? —Ji-hyun estaba un tanto desconcertado frente a su actitud—. Ni hablar.

—Vale, pues me quedaré aquí tomando el fresco. —Se giró a mirarlo —. Necesito estar solo, está siendo una noche.... ¡de mierda! —masculló. Ji-hyun miró a su madre, que asintió con un gesto.

—No te alejes —terminó admitiendo Ji-hyun—. Si te adentras en los jardines, es posible que termines topándote con alguna indiscreción. No seré el primero ni el último que salga a disfrutar... de los placeres de la noche. — Ji-min estuvo a punto de atragantarse.

—¿Has visto a alguien?

—Solo me he topado a Jung-kook hace un momento, pero seguro que... ¿Ji-min? —No recibió respuesta. Ji-hyun se giró a mirar a su madre—. Pero ¿A dónde narices va, mamá? — Ji-min se adentró en la parte oscura del jardín como alma que lleva el diablo. —¿Qué ha sido lo primero que le he dicho? —se quejó Ji-hyun, avanzando tras su hermano, pero Young-hee lo tomó del brazo para retenerlo.

—Dime algo, Ji-hyun... —Lo miró con cautela—. ¿Jung-kook estaba solo o acompañado?

—Solo, pero...

—Entonces dejemos que él acompañe a Ji-min. —Sonrió Young-hee.

—¿Qué?

—Ji-min está sacrificando demasiado en la cruzada de ustedes —le recordó con un gesto crítico—. Necesita estar un rato solas, sin gente que lo atosigue. Y seguro que, si le pasara algo, solo tendría que levantar la voz para que Jung-kook lo oyera. — Ji-hyun frunció el ceño y miró a su madre con cierta inquietud. —¿Me acompañas de regreso a la fiesta? —suplicó Young-hee—. No sé si lo recuerdas, pero tengo pocos amigos ahí dentro.

Aquello terminó haciéndolo desistir, y ambos regresaron al salón mientras Young-hee apenas podía disimular una sonrisa de satisfacción.





Esto se está poniendo intenso a más no poder. ¿Estará Ji-min cerca de confesar el por qué se casa con Eun-woo? ♥ 

Luchando por tu amorWhere stories live. Discover now