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07 | Burning heart
Sábado 17 de Diciembre de 2022 Zermatt, Suiza
El cielo estaba de un color marrón claro por lo nublado, apenas pudiendo ver los picos de las montañas, a la espera por una anunciada nevada más entrada a la madrugada de esa noche. El lobby del hotel se encontraba lleno de gente, muchos más turistas llegaban para disfrutar del resto de la semana en la hermosa ciudad, donde la muchacha iba bajando las escaleras cuando vió a lo lejos al holandés de pie cerca de las puertas con la mirada un tanto perdida y pensativa. Sonrió levemente de labios unidos y se acercó hasta él, haciéndose paso por entre las tantas personas para llegar a su lado y tocar suavemente su brazo.
-Hola... Julie.- volteó a verla, luego de dejar salir un leve suspiro por el susto que se había llevado, creyendo que podría ser alguien más. -Me has tomado distraído...- sonrió tímido y la saludó con un tímido choque de mejillas, con ella devolviéndole una bonita sonrisa a cambio.
-Lo siento...- apretó sus dientes algo apenada, mientras se terminaba de acomodar su gorrito de lana ante su penetrante mirada para luego comenzar a caminar juntos hacia afuera del hotel y salir del barullo de una vez. -¿Sabes? He quedado agotada por el patinaje de ayer...- añadió con tontera, terminando de acomodarse la bufanda también, notando una risa en el hombre.
-Entonces espero que te queden energías para caminar...- comentó gracioso y con cierto coqueteo que dejaron confundida a la chica, para finalmente él abrir la puerta y cederle el paso con caballerosidad. Salieron hacia el exterior, dejando escapar un suspiro ahogado por el chocante frío que les golpeó en el rostro y los sorprendió, para luego terminar de cerrar sus camperas y empezar a caminar lentamente hacia el centro de la ciudad, sin dejar de charlar y reír.
-¿A dónde vamos?- preguntó a los minutos ella, llena de intriga, recibiendo una sonrisa cómplice por parte del hombre que no respondió, dejándola más confundida y nerviosa a medida que seguían caminando a la par.
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Luego de un rato de más caminata por la nevada e iluminada ciudad, llegaron hasta la misma estación de trenes del día anterior para tomar el que iba hacia la montaña Wellenkuppe; siendo un camino completamente distinto hasta que llegaron a una hermosa cabaña en medio del bosque, a unos pocos kilómetros del hotel. Era un precioso restaurante que tenía lugar tanto adentro como afuera para sentarse a comer, siendo éstos últimos acompañados de unas fogatas como también de mantas nórdicas para colocarse encima en caso de ser necesario. Llegaron acompañados de más personas y uno de los meseros se encargó de guiarlos hasta su lugar, el cuál el holandés había reservado con antelación; se trataba de una fogata exclusiva para ellos dos, alejado un poco en el predio del restaurante con una mesa bajita y asientos alrededor, todo de madera muy acogedor y ciertamente romántico.
