Capitulo 58: Como saber que estás enamorada.

411 26 0
                                    

Belle.

La habitación era un desastre. Todo estaba roto, todo estaba destruido. Y Atticus estaba en el centro de todo aquello. Su mano derecha llena de sangre, misma que manchaba su ropa y el piso. Sus ojos estaban rojos e hinchados, llenos de lágrimas.

¿Qué pasó? ¿Por qué él esta así de repente?

¿Por qué no estuve aquí con él cuando empezó a sentirse mal...?

—¡Tranquilo, Atticus! ¡Cálmate! — Scorpius trato de calmarlo, pero al igual que a los demás, él lo apartó bruscamente de su lado.

Atticus aparto a todos los que trataron de acercársele, golpeándolos o empujándolos, hasta que Scorpius lo abrazó fuertemente, tratando de detenerlo de hacerse más daño. Fue imposible. Atticus lo golpeó, empujándolo contra la pared. Scorpius se quejó adolorido.

Entonces, y sin pensarlo demasiado, me lance en dirección a Atticus en cuanto tuve la oportunidad, abrazándolo y pidiéndole que se detuviese. Rogando para que parase de hacerse daño.

Atticus me miró y luchó, pero no lo solté. Él se veía tan mal, se veía tan roto, se veía enojado y... Asustado.

Sus ojos grises estaban llenos de emociones, el miedo, la ira, el dolor, todas esas emociones llenándolo. Lastimándolo.

Él apoyo su cabeza contra mi hombro, dejándome abrazarlo, su cuerpo temblando mientras lloraba y sollozaba como un niño desconsolado.

—No puedo... ya no puedo más... —lloró.

Acaricié su espalda con suavidad, dejando suaves palmaditas mientras trataba de calmarlo. Mi corazón rompiéndose ante cada palabra y cada lagrima que él derramaba.

—Si puedes... —dije, tratando de tragarme mis sollozos y no dejarlos salir para poder ser un mejor apoyo para él. —Estaré contigo, te ayudare. — prometí.

Uno de los enfermeros se acercó silenciosamente, inyectando un calmante en su brazo. Atticus no se movió, ni grito, no hizo nada, en cambio, siguió llorando contra mi hombro.

—Ya no quiero seguir, puppy. Me rindo. —mi corazón se apretó dolorosamente ante sus palabras. Su voz estaba cargada de dolor, de agonía.

No. No puedes rendirte.

No puedes rendirte ahora, Atticus.

No cuando hemos avanzado tanto, no cuando has logrado tanto por tu cuenta.

—Te amo, Atticus. —le confesé sin importar que los demás me oyeran, sin importar lo que pudiesen pensar o decir. Yo solo quería que Atticus lo supiera, para que tal vez, de esa manera... él no quisiera rendirse, para que pudiese seguir luchando. —No dejare que te rindas. Lo prometo.

Pero él no me escuchó, se había desmayado, apoyado en mí y dejándome terriblemente preocupada, asustada y sintiendo como una parte de mi corazón se rompía tras verlo de esa manera. Tras verlo tan mal.

Y en ese momento, mientras veía como los enfermeros lo cargaban y colocaban en una camilla, mientras sostenían con fuerza un paño machado de sangre contra su muñeca sangrante y lo llevaban al área de internos a los que clasificaban como peligrosos para sí mismos, al area de observación médica, noté varias cosas.

Una de ellas es que este no era mi Atticus, no era mi chico gruñón y dulce de siempre. Era alguien completamente diferente. Alguien que estaba roto y necesitaba ayuda.

Lo otro que note fue que... Everett Atticus Blurd siempre fue así, siempre estuvo roto, pero fue tan bueno ocultándolo que nadie pareció notar lo mal y lo profundo que se encontraba, ni siquiera él. En consecuencia, y por causa de lo que sea que le haya ocurrido, el ahora simplemente explotó.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Where stories live. Discover now