Capitulo 37: Descubriendo un sentimiento de manera inesperada.

1K 79 25
                                    

Belle.





Al llegar, Scorpius abrió la puerta bruscamente y ambos nos movimos buscando a Atticus, hasta que lo vi...

Estaba parado en una parte de difícil acceso, ahora de espaldas a nosotros. Su enorme camiseta blanca de mangas largas se movía con el viento, al igual que sus cabellos largos, se encontraba parado firmemente cerca de la orilla de la cornisa, sus brazos alzados como si sostuviese algo.

— ¡Atti! — lo llamé asustada. — ¡Baja de allí, Atti! — pedí. — ¡Por favor!

Él se movió, dándose la vuelta de forma descuidada, como si no le importase caer. Sus ojos me buscaron, hasta enfocarse en mí. Su ceño inmediatamente se frunció, viéndose confundido y rápidamente cambiando a una expresión llena de molestia tras ver a Scorpius.

— ¿Qué hacen aquí? — preguntó, su voz grave, enojada. Segundos después, algo llamó su atención, por lo que miró hacía su costado y dijo algo, antes de suspirar y aferrarse a la columna que nos bloqueaba la vista de lo que sea que estuviese junto a él.

— ¡No lo hagas! — gritó Scorpius desesperado.

Atticus arrugó aún más la frente. — ¿De qué diablos hablas?

— ¡Por favor! ¡Lo siento! — le gritó Scorpius. — ¡Haré lo que sea! ¡Solo no lo hagas!

— ¿Qué no haga qué? — preguntó, balanceándose allí, sin importarle el hecho de que pudiese caer.

Scorpius quién había tratado de acercarse, se detuvo de golpe.

Atticus pareció pensar algo, deteniéndose, antes de balancearse nuevamente. Lo miré aterrada.

— ¡No! ¡Detente! — gritamos Scorpius y yo al unísono.

— Oh, esto. — dijo con simpleza. — ¿Entonces no quieres que haga esto? — dijo Atticus, acercándose aún más a la orilla, balanceándose suavemente.

— ¡Atticus! — Scorpius gritó con la voz rota, llena de miedo, pareciendo apunto de llorar.

Entonces, Atticus se detuvo, su rostro cambiando a uno de dolorosa indiferencia y disgusto.

— ¿Por qué...? — él apretó sus labios, pareciendo frustrado.

Se alejó de nuevo y movió un poco al costado, de nuevo, importándole poco el hecho de que podría caer desde la cornisa. Para este punto, yo estaba hecha un mar de lágrimas y rogando para que Atticus se detuviese de lo que sea que estuviese tratando de hacer.

Sorprendentemente, del mismo lugar en donde estaba Atticus, unas manos se aferraron a la columna y segundos después apareció Jimin, quien dio un salto y pasó a nuestro lado.

— ¡Hola, Belle! — me saludó alegre, sin dar ni siquiera una mirada a Scorpius.

Yo... ¿Qué está pasando?

— Eh, idiota. — lo llamó Atticus, entregándole ¿una cámara?

¿Qué está pasando?

Atticus se aferró a la columna y luego soltó, cruzando para llegar a nuestro lado. Sus ojos fijos en mí, molestos.

— ¿Qué están haciendo aquí? — preguntó, con su voz cargada de frialdad.

— Yo... — Scorpius dio un par de pasos. Sus ojos llorosos, en tanto Atticus lo miraba con extrañeza.

— ¿Por qué...? — Atticus habló, notoriamente incómodo, probablemente por ver a su gemelo llorar. — ¿Qué? — Scorpius se lanzó sobre Atticus, apresándolo entre sus brazos, temblando y provocando que mi amigo quedase en un estado de shock momentáneo, sin saber que hacer.

— Estas bien... — le oí decir a Scorpius. — Estas bien, estas bien, estas bien. — su voz temblorosa, rota, mientras se aferraba a Atticus como si su vida dependiese de ello.

El nudo en mi garganta se incrementó y las lágrimas que caían de mis ojos ya no podían detenerse. Lleve ambas manos a mi rostro, sollozando.

Yo... Estaba tan asustada. Tenía tanto miedo de que Atticus saltara o cayera por accidente.

Mis piernas se volvieron débiles como gelatina antes de dejarme caer en el piso, de rodillas y cubriendo mi cara mientras sollozaba, sintiéndome aliviada, dolida, asustada, una mezcla de emociones en mi interior que solo me provocaba el llorar y seguir llorando.

¿Por qué Atticus había subido allí y jugado con su vida de esa forma? ¿Por qué parecía tan despreocupado sobre lo que pasara con él? ¿Por qué parece que a él no le importa su vida?

— Belle... — las manos de Jimin se posaron sobre mi espalda, acariciándola suavemente en círculos en un intento de consolarme. Para que, segundos después, mi cuerpo fuese atrapado en un abrazo cálido y protector.

Atticus me estaba abrazando. Una de sus manos acarició mi cabello, mientras que él me acomodaba en su regazo. Oculte mi rostro en su cuello, apegándome a él, disfrutando de su calidez y de lo protegida que me sentía entre sus brazos, aferrándome a él y temiendo que se alejase.

— ¿Por qué lo hiciste, tonto? — pregunté con la voz rota por causa del llanto.

— Lo siento. — se disculpó Atticus, su baja y suave, sonando arrepentida. — Te asuste, perdóname. Fui un imbécil, puppy. Perdón. — dijo.

— No lo vuelvas a hacer. — pedí. — No lo hagas de nuevo... Por favor.

— No lo haré. — prometió. — Lo siento. Lo siento mucho, puppy. Perdón. — murmuró en mi oído. — No llores, por favor.

Estuvimos así, abrazados por lo que parecieron ser largos minutos, hasta que Atticus tomó mi rostro entre sus manos, haciéndome mirarlo a los ojos y con sus pulgares limpio suavemente mis lágrimas. Sus ojos brillando con culpa, molestia y... Algo más que no logro comprender, mientras me miraba.

— Incluso si también eres bonita llorando, deja de hacerlo, ¿Sí? — pidió con dulzura. — No me gusta verte llorar, puppy. Y menos si es por mi culpa.

Sorbí mi nariz, mirándolo, perdiéndome en sus ojos y tratando de descubrir que es eso que veo cuando me mira. En tanto, Atticus acaricia con suavidad mis mejillas, tratando de borrar todo rastro de lágrimas en mí. Nuestros rostros acercándose lentamente y casi sin que me diese cuenta, hasta el punto en que podía sentir su aliento mentolado chocando contra mi rostro y nuestras narices rozaban.

Sus ojos bajaron a mis labios por cortos segundos antes de regresar a mis ojos y luego mirar mis labios de nuevo. Un sentimiento cálido acompañado de un cosquilleo agradable me invadió, llenando mi corazón.

Y en ese momento, mientras cerraba mis ojos y sentía que no había nadie más que nosotros dos fue que lo noté, fue cuando me di cuenta. Aquello que no creía posible antes y que nunca pasó por mi mente. Algo sorprendente y quizás, también un poco esperado.

Los labios suaves de Atticus tocaron mi frente, por cortos segundos antes de alejarse. Abrí mis ojos, mirándolo y yo...

Yo lo supe en ese momento.

Quería que Atticus me besara, quería que mi amigo me besara en los labios y yo... Yo también quería besarlo en ese momento.

Atticus me gustaba. Y no como un simple amigo o algo parecido, él me gustaba y lo hacía en serio, de una forma romántica, maravillosa y especial.

Me gusta Atticus, ¿Qué debería hacer ahora?

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Where stories live. Discover now