Capítulo 32: ¿Qué está pasando?

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Belle.

Con una sonrisa en mis labios, me dirigía al centro de rehabilitación para ver a Atticus y a los demás del lugar, bueno, eso último si es que me alcanzaba el tiempo después de estar todo en día con mi amigo.

Los mañaneros rayos del sol iluminaban las calles, produciendo un leve calor agradable a los transeúntes. Era una mañana, como quien dice, perfecta.

Por lo que, deteniéndome, me dediqué a observar el bonito parque en el que me encuentro — ese que queda a unas cuadras del centro de rehabilitación—. Los árboles grandes brillan hermosamente bajo la luz solar, al igual que lo hace el agua del pequeño estanque lleno de coloridos peces y algunos patos. Los pajaritos cantan, y la gente pasa trotando o haciendo algún deporte inmerso en su mundo.

Todo es tan bonito.

Y... Uh, ¿Ese es Atticus?

Parpadee, frunciendo el ceño y mirando al chico sentando en una banca, con la mirada pegada en el cielo.

Cabellos castaños, alto y de complexión delgada, pero aun así con un poco de musculo, por lo que no se ve para nada débil. Aunque tiene un estilo de ropa diferente al usual, puesto que, a diferencia de las zapatillas y los polerones o camisetas demasiado grandes que comúnmente lleva, él ahora trae puestas botas militares y una camiseta blanca un poco pegada al cuerpo, que delata su musculatura, además de una chaqueta de cuero que le da un aire de chico rebelde.

Lo único que no ha cambiado en él, son sus pantalones rasgados y las tonalidades oscuras. Pero por lo demás, Atticus parece un chico completamente diferente, ¡Incluso su cabello se ve un poco más largo!

Acercándome, puedo confirmar que, en efecto es él. Es Atticus, mi amigo.

¿Qué está haciendo aquí en el parque?

¡Oh, no! ¡¿Se volvió a escapar?!

¡Momento! ¿Eso que tiene en sus manos es un cigarro?

Camine rápidamente hacía Atticus. ¿Por qué está fumando?

¡Se supone que está dejando todo tipo de drogas, incluyendo la nicotina!

Su ceño se frunció, buscando a alguien con la mirada, hasta que dio conmigo en cuanto estuve parada frente a él. Su expresión se relajó mientras me miraba, las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa engreída que nunca antes había visto en él.

Sus ojos brillaban de una manera diferente a lo usual, ya no había ternura, diversión o cariño, sino que, por el contrario, estaba esa mirada llena de algo raro, resultando más intensa de lo usual.

Por unos segundos, me sentí intimidad bajo su escrutinio. Aun así, me las arreglé para hablar: — ¿Qué estás haciendo aquí? — pregunté, frunciendo él ceño, con los brazos en jarra.

Sus ojos brillaron divertidos. — Uhm, ¿Esperándote, quizás? — respondió con coquetería, cosa que me confundió e hizo mis mejillas arder.

Él nunca me ha respondido así... Nunca ha coqueteado conmigo, Atticus solo me molesta o dice directamente lo que quiere con ese tono frío o aburrido y cargado de indiferencia suyo.

¿Qué está pasándole hoy?

¿Por qué está actuando tan raro?

— No seas tonto. — me queje haciendo un puchero.

Atticus amplió su sonrisa, tirando su cigarro al suelo antes de pisarlo, apagándolo. — ¿Como podría no serlo si tengo a una chica tan bonita frente a mí? — preguntó levantándose.

Alcé un poco la mirada para poder verlo a los ojos. Nuevamente, y como pasa seguido desde hace algún tiempo, estamos demasiado cerca.

Uh, tiene el labio roto... ¿Se metió en una pelea de nuevo?

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora