Capítulo 23: El gatito se vuelve un tigre para proteger al cachorro.

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Atticus.

Ya es el día.

Hoy acompaño a Belle a la escuela. Y de paso, veo quién es el imbécil que ha estado molestándola.

Una advertencia debería ser suficiente para alejar al chico, ¿No?

Será algo pequeño, pero aterrador y no resultará herido, al menos, no físicamente. No prometo no hacerlo llorar.

Tengo que usar todo lo que aprendido de los libros.

Doy una mirada de reojo a algunas de las personas que me observan con desconfianza. No los culpo, he estado parado aquí desde hace más de cuatro horas y después de haber dado un par de vueltas por los alrededores.

Sé muy bien que debo verme sospechoso por eso. Y por mi apariencia física.

Suelto un suspiro, cruzándome de brazos mientras me apoyo en un barandal, que separa las calles de las veredas. Los autos pasan detrás de mí y las personas pasando caminando, mirándome de reojo o solo no prestándome atención.

No quiero irme al centro de rehabilitación sin Belle. Y quiero ver al imbécil que la molesta.

Joder, es que aún no logro entender como alguien puede lastimar a Belle. ¿Quién es tan imbécil...? ¿Tan patéticamente miserable como para hacerle eso a mi amiga?

Me remuevo incómodo ante la mirada desconfiada de un hombre, él conserje de la escuela, supongo. Le devuelvo la mirada, alzando una ceja a su dirección. Él frunce el ceño, girándose y alejándose de las puertas de la escuela, adentrándose más a esta.

¿Qué diablos le pasa a ese anciano?

Miró la hora en mi viejo celular y suelto un bufido. Ya son cerca de las cuatro de la tarde, ¿Cuándo saldrá Belle de clases?

Quiero verla. Quiero ver a Belle y asegurarme de que todo está bien con ella. Y quizás, abrazarla un poco.

Inhalo, sintiéndome un poco ansioso por... Por todo. Hay mucho ruido y personas por aquí.

Uhm, están saliendo estudiantes, eso significa que ya acabaron las clases, ¿No?

Barro el lugar con la mirada, en busca de mi amiga y frunzo el ceño tras captar las miradas sobre mí. Otra vez. Solo que, ahora, lejos de ser malas miradas, eran, por el contrario, miradas emocionadas y curiosas-por parte de chicas, algunas bastante menores-, hasta desconfiadas-por parte de, lo que creo, son profesores. Y ese conserje anciano.

Chasqueo la lengua, sintiéndome fastidiado, mirando mis propios pies. Las miradas, el ruido, todo esto es irritante. Ya quiero que Belle este aquí para poder irme, con ella todo es más soportable, todo es mejor.

- ¡Atti! - logro escuchar su voz entre la gente, y, por ende, paso a buscarla con la mirada.

La comisura de mis labios se alza en una pequeña sonrisa tras verla allí, entre todas las personas, con su sonrisa brillante y mirada alegre. Belle parece brillar entre todas esas personas.

Sin embargo, y como siempre, la sonrisa en mis labios desaparece tan rápido como llego, cuando vi a mi amiga ser jaloneada por un imbécil.

Una molestia nació desde lo más profundo de mi ser, burbujeando hasta transformarse en la más pura rabia. Mi sangre hirvió.

Caminé en su dirección, pasando entre las personas, sin importarme chocar con algunas en el proceso.

Hijo de puta. Empujó a Belle al suelo.

Una vez frente a ellos, ayudé a Belle a levantarse, mirándola preocupado.

Los ojos de Belle estaban llorosos, brillando asustados y una pequeña mueca de dolor se encontraba dibujada en su rostro. Aquello no hizo más que enfurecerme, de enfermarme aún más.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora