Capítulo 44: Declaración de guerra.

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Atticus.

Estar enamorado es extraño.

Se siente como el sol acariciando suavemente tu piel cuando hace frio o como una buena taza de café mientras lees un libro en un día lluvioso.

Y sí, sé que suena súper cliché. Pero esa analogía es la forma más simple en la que puedo describir como se siente el amor.

Sentir tanto por alguien al punto en que piensas en ser una mejor persona, en mejorar, tan solo para poder tener más tiempo viviendo y para poder amarla correctamente es enamorarse.

Cada día, me alimento, hago ejercicio y socializo un poco con los demás pensando en que, si lo hago, entonces tendré más posibilidades para estar junto a Belle.

Cada vez que tengo mis recaídas, cuando la necesidad de drogas me pasa factura, pienso que no quiero decepcionarla, que soy tan fuerte como ella piensa y que podré superarlo. Porque Belle es mi voz de aliento y lo que me inspira a levantarme, y luchar contra mi adicción cada mañana.

Por ella y su apoyo, y el apoyo que las personas que confían en mi me han dado, es que soy capaz de olvidar mi pasado y tirarlo a la basura, de superar poco a poco aquello que me hace ser esa mierda en la que me convertí, para comenzar a ser ese Atticus que debí ser.

Alguien confiable, sano y que no tiene ninguna adicción. Alguien digno de ser amado por los demás.

—En realidad no haces nada cuando estas solo. —la inconfundible voz de Scorpius resonó en mi habitación, haciéndome mirarlo y guardar rápidamente en el cajón de mi escritorio el cuaderno que tenía sobre la cama.

Scorpius me miró divertido, alzando una ceja.

—¿Qué era eso? —preguntó.

Mi diario de pensamientos. —Qué te importa. —respondí con tono borde, sintiéndome nervioso. Lo que provoco una carcajada en mi hermano.

Fruncí el ceño, ¿Vino a solo burlarse de mí o qué?

—No vine a burlarme de ti, tonto. —él dijo, como siempre, adivinando mis pensamientos.

Saber lo que él otro piensa es una cosa que tenemos como gemelos. Una mirada y sabemos exactamente que planea el otro.

—¿Entonces? —pregunté.

Scorpius abrió su mochila y sacó una caja cubierta de papel de regalo celeste con dibujos de ositos por todas partes. ¿Por qué demonios siempre escoge el mismo papel de regalos cuando se trata de cosas para mí?

—¡Taran! —canturreó.

¿Por qué me está dando esto? ¿Es un día importante hoy?

—Te traje un regalo, Atticus. —habló, poniéndome la caja en las manos. —Ábrelo. —me ordenó.

Asentí, algo confundido.

Quite el papel de regalo con cuidado, tratando de no romperlo. Para posteriormente, sacar un par de audífonos blancos- mismos que deje sobre el escritorio- y una caja blanca, con el dibujo de un celular impreso.

—¿Y esto? —pasé a mirar a mi hermano.

—Es un iPhone doce. —respondió. —Es caro, así que ten cuidado de no romperlo.

—Si, ¿Pero por qué me lo das?

—Porque yo también me compre uno, mira. —de su bolsillo, sacó un celular con una carcasa de color negro. —Y me acordé de ti y de tu celular tipo almeja que solo tendría un abuelito cuando lo compraba, así que compre uno para ti también.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Where stories live. Discover now