Extra: Demasiado drogada como para levantarme.

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—¿Adivina a quien vi hoy?—inquiere fumando de su cigarrillo.

Es de los "normales", no es de marihuana, pero aun así representa una gran tentación para mí.

Especialmente ahora que estoy haciendo un esfuerzo por dejar todo eso.

—¿A mi padre? No, espera, que él solo nos mira cuando la otra no quiere abrirle las piernas.—me burlo dándome la vuelta para verla a la cara.

Se limita a rodar los ojos como si no le importara.

—Vi a Holden.

—¿Y por qué me dices esto?

Él les agradaba por sus manchas. Mi padre decía que el salir con él, haría ver a su hija como una chica que no le importan las apariencias ni hace bullying, lo cual le viene bien ahora que está comenzando su carrera política.

—Porque ya entiendo el motivo de que te dejara. Iba de la mano de una pelirroja más que bonita, mil veces más que tú.

Sé que Phoebe es bonita, no tengo problema en admitirlo. Pero que sea mi propia madre la que me dice esas cosas, duele bastante.

—Es su novia.—murmuro.

Se acerca a mí y me toma de la mano para colocarme enfrente del espejo, con ella detrás de mí de manera que ambas nos vemos a través del reflejo.

—¿Y sabes que es lo que la hace mejor que tú?

Niego, sintiendo el olor de su cigarrillo inundarme, pues no ha dejado de fumar todavía.

—Que a ella no se le salía ningún gordito de su falda.—señala dándome un pellizco en el estómago.

No le respondo, veo como apaga su cigarrillo en el cenicero de mi habitación antes de salir cerrando la puerta.

Las lágrimas comienzan a escurrir por mis mejillas mientras me quito la falda para ponerme un pantalón holgado antes de sentarme en el piso a llorar con fuerza.

Mi habitación huele demasiado a nicotina.

Necesito un poco.

Mis manos comienzan a temblar nuevamente con ganas como cada que soy consciente de que no he consumido nada en un rato.

Incluso comienzo a sentirme algo asfixiada.

No puedo evitarlo.

Me apresuro a tomar el cigarrillo de mi mamá, pero se lo ha acabado.

Una voz en mí me dice que no lo haga, pero es que no exagero al decir que mi cuerpo me lo pide a gritos. Así que sin dejar de llorar, me levanto y le pongo seguro a mi puerta antes de dirigirme al baño donde tengo guardadas mis reservas en las puertitas.

Me apresuro a formar dos líneas delgadas con ayuda de una tarjeta que tenía ahí. Luego, me inclino para inhalar fuerte de una en una por mi nariz, sintiendo como cala un poco.

En un momento me sentiré mejor.

Levanto la vista al espejo, sintiendo asco y vergüenza.

—Te odio —mascullo viendo mi reflejo—. Eres un asco, una puta y una zorra. Nunca vas a ser lo suficientemente importante para alguien... No te lo mereces.

Y así destruyo mi récord de una semana de abstinencia.

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Tomo un profundo respiro al tocar la puerta de la casa de Connor.

Tanto él como Liv me han estado evitando y ya me cansé.

Pero Liv está siendo una puta orgullosa que no me quiere hablar.

¿Y nuestro final feliz?Where stories live. Discover now