Capítulo 34: No puedo salvarnos.

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Narrador omnisciente.

El silencio se hizo por unos eternos segundos en el rancho.

Holden sintió una inmensa decepción y tristeza. El hombre al que él consideraba su padre, asesinó y violó a su novia.

Fue como si el único lazo que lo mantenía con vida se hubiera roto. Ya no le quedaba nada.

Pero, sobre todo, el sentimiento de culpa lo invadió por dentro, pues fue él quien presentó a Phoebe con Tayler.

Sophie reacciono antes que todos, estaba terriblemente cansada, pero se puso de pie para acercarse a Liam.

—Suéltalo. Mi papá no hizo ninguna de esas cosas.—exigió, ganándose una mirada de compasión por parte del policía.

—En realidad, hija, deberías callarte y estar agradecida. De no haber sido ella, hubieras sido tú.—rio Tayler avanzando hacia la puerta con alegría.

Ava vio como su mundo se vino abajo. Corrió desesperada para alcanzarlos con su madre y su suegro detrás porque eso era un error. Tenía que ser un error. Su esposo, con quien tenía una hija y quien la había ayudado a salir de la depresión que dejo la muerte de su primer amor y criar a su hijo, no podía haberle causado tanto daño a una joven.

Ella todavía no sabía que en realidad Phoebe había sido la última, no la primera.

—Tayler —le llamo deteniéndose frente a él, quien quito su sonrisa burlona en menos de un segundo al estar viéndola a ella—, dime que es mentira, tú no eres un asesino... ¡Dímelo, Tayler!

Sintió como su corazón se encogía y rompió en llanto cuando él asintió, ¿Con quién había vivido todos estos años?

—Lo hice por nuestra felicidad, Ava. Por tu felicidad.

De alguna manera, eso fue suficiente para hacer que Holden saliera de su impacto.

Se apresuró hacia donde estaba Tayler, justo a un lado de la patrulla, para lanzarse sobre él y tirarlo al piso. Él ya no era el chico fuerte de hace un mes, pero el coraje hizo que pudiera con eso.

Liam habría podido detenerlo sin ningún problema, no obstante, quería ver que alguien le hiciera pagar las atrocidades que cometió.

Holden quedo encima de Tayler, quien no podía defenderse por traer las esposas puestas, y le soltó el primero de muchos puñetazos en la cara, que provoco rápidamente una herida.

—¡¿CÓMO CARAJOS PUDISTE?! —pidió entre sollozos sin dejar de golpear el rostro de su padrastro—. ¡YO LA AMO! ¡LA VIOLASTE, HIJO DE PUTA!

La furia había consumido por completo el alma de Holden, no podía parar de asentar golpe tras golpe que le arrebataban a Tayler gemidos y jadeos de dolor. Quería verlo muerto... No. Quería matarlo él mismo.

Sanders sabía que debía intervenir, sin embargo, empezó a movilizarse tras el tercer golpe.

Era consciente de que Tayler sería golpeado mil veces más en la cárcel, pero él no podría presenciar eso.

Además, sin saberlo, lo que Holden estaba haciendo vendría muy bien a su defensa. Pues uno de los policías que acompañaba a Sanders estaba en realidad analizando cada movimiento corporal de Holden y grabándolo para poder descartarlo como posible cómplice.

Sanders llamo a Liam con la mano para que se acercara a dónde él se encontraba. Los demás oficiales no intervenían porque todos detestaban en la misma medida a Tayler.

—¿Qué necesita, señor?—inquirió Liam tras acercarse con toda la calma del mundo hasta donde se encontraba su supervisor.

—Deberías separarlos.

¿Y nuestro final feliz?Where stories live. Discover now