Capítulo 22: Quizás esta vez, dos errores hagan un acierto.

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Holden.

—Eres un pervertido.—asegura Madison a mi lado.

—Pff. Claro que no.—contradigo buscando cualquier otro punto en el que posar mi vista.

La escucho reírse de mí. He de admitir que me genera algo de vergüenza el que ella diga eso.

—¿No? Le estabas viendo el culo a Phoebe cuando estaba calentando.

—No veía su culo.

—¿Entonces qué era?

—Sus tenis.—intento.

Me causa mucha ternura que Phoebe sea tan mala mintiendo cuando tal parece que yo también lo hago del asco.

—¿Por qué le verías los tenis?—dice y cuando la miro noto que está conteniendo una risa.

—Quiero unos iguales.

Enarca una ceja con escepticismo. 

De acuerdo, ni yo me la creo.

—Sin apartar la vista de mis ojos, dime de qué color son los tenis que trae puestos el día de hoy.

Es una pregunta difícil. He notado que tiene muchos zapatos, algunas veces usa tenis negros, otras azules, pero los que más se repiten son los grises.

—Gris.

Voltea y ambos la buscamos en la cancha de atletismo con la mirada. Maldigo mentalmente cuando me percato de que son rosas.

—¿Tienes problemas de daltonismo, amigo mío?

—¡Esos son nuevos, no es mi culpa!

Ríe y se acerca más a mi debido al frío que está haciendo. No entiendo como es que Phoebe va a correr en estas condiciones. Sí, han despejado toda la nieve que había en la pista, pero yo siento que me estoy congelando.

—Me sorprende que vinieras a apoyarla. 

—¿Por qué? Cuando me enojo, lo hago en serio. Pero cuando perdono también.

—Yo decía por el frío. ¿Cómo es que ya no te estás muriendo?

—En Kansas también nieva —aclara—. Solo que menos tiempo que aquí y quizá es mi imaginación, pero un día normal en Portland es como el día con mayor nieve en Kansas.

Asiento y miramos a nuestro alrededor en silencio.

Las gradas no están completamente llenas, aun así, hay personas apoyando a sus familiares. Unas gradas mas abajo veo a April con un señor que no conozco, me saluda con la mano y le devuelvo el gesto, entonces el hombre se voltea y no sé que sea lo que April le dice sobre mí porque su ceño se frunce lo que hace que me remueva incómodo.

—¿Esa es la mamá de Phoebe? Se parece.

—Sí, es ella. Pero no sé quién sea el sujeto.

Madison entrecierra los ojos sin ningún disimulo en su dirección para luego saludar al tipo con la mano y el señor se lo regresa a ella, luego le dice algo a April quien le sonríe a Madison para luego saludarla también.

—Es su papá. Fue a recogerla a mi casa el otro día, además de que es el veterinario de mi gata.

Genial, su padre ya me ha hecho caras y ni siquiera me conoce.

—¿Por qué me observa así?

—No lo sé —encoge los hombros—. Quizá te vio mirándole el culo a su hija.

Le pongo mala cara y ríe volteando al frente.

He estado pensando muchas cosas en estos últimos días y no he podido llegar a ninguna conclusión. No sé que se supone que debo hacer ahora o como debo actuar desde este momento.

¿Y nuestro final feliz?Where stories live. Discover now